Mundiales Opinión

El Mundial ‘Frankenstein’ de Wollongong, la UCI y la futbolización del ciclismo

El dilema de Wollongong. Resulta que el sistema de puntos tan de moda de la UCI para seleccionar los equipos que se clasifican para continuar en el World Tour ha tenido su choque precisamente con una prueba que organiza la propia UCI. En el momento decisivo de la temporada para decidir qué equipos pasarán un trienio en el infierno (si es que sobreviven), llega el Campeonato del Mundo, una prueba de un día donde las plantillas ceden a sus ciclistas en beneficio de las Selecciones Nacionales. Normalmente no ha habido mayor problema. Los ciclistas se marchan una semana concentrados con sus equipos nacionales respectivos y regresan para seguir con su rutina habitual de entrenamientos y competiciones. El problema ahora es uno mayor, una encrucijada que va a dejar el Mundial australiano en una mera molestia en el calendario y que sufrirá múltiples bajas ante la rebelión de los equipos implicados en el posible descenso de categoría.

Por ejemplo, ya es conocido que Movistar no permite la alineación de Aranburu y García Cortina por parte de Pascual Momparler. Tampoco la de Alejandro Valverde. Veremos si tampoco la de Gonzalo Serrano toda vez que ha demostrado ser más corredor de lo que se pensaban en casa de Eusebio. Siendo como es el mejor equipo español, la Selección tiende a beber mucho de sus filas, como es absolutamente natural. Si al seleccionador le cortan el grifo, normal que éste se muestre visiblemente enfadado.

Aunque aquí tenemos una circunstancia más añadida. La carrera se celebra en Australia, un país / continente que se encuentra en el polo opuesto del planeta. No porque no tengan derecho, ni mucho de menos, de organizarlo allí ni los australianos de disfrutar a ciclistas de primer nivel por su tierra, más aún cuando el ciclista australiano está en claro auge. Los problemas vienen ocasionados porque la competición básica de los grandes equipos se centra en Europa. Trasladarse a Oceanía no es ya sólo un viaje enorme en cuestiones logísticas, sino una obligación de realizarlo con una antelación tal que ayude a la adaptación de los corredores previamente a los inicios de las competiciones. El jet-lag, ese gran enemigo de los viajes largos, o el clima son otras barreras a tener en cuenta.

Por lo tanto, los equipos no perderían a los ciclistas durante una semana, sino al menos dos: una de adaptación, otra de competición. En dos semanas hay pruebas que reparten bastantes puntos y que van a gozar de mucho más protagonismo del que se pensaban. He aquí el quid de la cuestión. Entendible el punto de vista de todas las partes, pero hay uno que no es comprensible y es el de la UCI, que ha creado un problema que se le ha ido de las manos completamente. Porque crear una competición por puntos para buscar la competitividad en todas las pruebas es una buena idea, no hay duda. De hecho, el seguimiento que ya se está haciendo de carreras de las que muchos (seguro que en los propios equipos) ni siquiera habían oído hablar es mucho mayor. Han conseguido poner en el mapa a bastantes de ellas y centrar la lucha no sólo en los grandes escenarios ni en los grandes equipos. Bien.

El problema viene por la coincidencia de eventos y por las consecuencias de la globalización del ciclismo. Algo inevitable y no necesariamente negativo. Es más, ha redundado en trasladar este deporte más allá de las fronteras europeas y eso es un triunfo. Si la UCI lo ha hecho para recaudar es algo que se me escapa y que no viene a cuento. Todo este tipo de organizaciones funcionan de un modo similar. El caso es que no se puede querer A, B y C al mismo tiempo y hacerlas coincidir de forma voluntaria o, como supongo en esta ocasión, involuntaria. Un monstruo que les ha explotado en la cara y que está ocasionando un trabajo extra a los seleccionadores, que no podrán contar con los ciclistas que quisieran. Al mismo tiempo, entiendo que las instituciones que hayan contratado el campeonato en Australia tampoco estarán contentos con el desembarco de corredores de menor caché del esperado en muchas selecciones.

¿Soluciones? En estos momentos, tomar decisiones. Como siempre, en el ciclismo se toman las decisiones a contrapié, sin un criterio de buscar el beneficio a largo plazo del deporte. Es importante, claro, el beneficio económico para que se mantenga el profesionalismo en pie, de eso no cabe duda. En ese balance está la clave. Pero lo que no se debe permitir nunca es que unos eventos pasen por encima de otros por coincidir en unas mismas fechas.

Se está cayendo en la futbolización del ciclismo. Este debate de ceder jugadores o no a las selecciones nacionales ya estuvo presente en el llamado ‘deporte rey’. Los intereses de la casa comercial por encima de los intereses del ciclista. Aquí hay que comprender el problema y el dilema, obvio, pero el ciclismo no funciona a nivel aficionados por casas comerciales. Los aficionados no son del Ineos-Grenadiers o del Jumbo-Visma. Son más de ciclistas, de nacionalidades si se quiere. Es un rara avis dentro del deporte, donde por ejemplo la NBA sí encuentra esa representatividad. Todo equipo que presente un territorio como patrocinador así lo vive. Que se lo digan a Euskaltel. Sin embargo, la mayoría de sponsors principales circulan en otras direcciones.

Por eso mismo es difícil de comprender por parte de muchos aficionados que Movistar, Cofidis u otras escuadras no cedan corredores para la cita mundialista. Porque no existe esa afición a un equipo en concreto sino al ciclista. Si Valverde, por mencionar algún ciclista bien afamado, finalmente no es parte de la selección, Movistar será duramente criticado por un problema que ha traído la UCI con sus cuestionables decisiones. ¿No era mejor prever todo esto y ubicar el Campeonato en otras fechas? ¿Por qué no ser el cierre de la temporada y evitar así interferencia con ningún otro interés? Si la puntuación después es para los equipos, aún habría un interés por ceder precisamente a los ciclistas para esta prueba. El problema sería que muchas selecciones dejarían de funcionar como tal y se disputaría más por casas comerciales que por maillots nacionales. ¿Recuerdan el segundo título de Freire? En Lisboa 2001 vimos a Gilberto Simoni, italiano, atacar duramente y a un ciclista italiano (¿Lanfranchi?) del Mapei (equipo de Freire) tirar del grupo en su busca.

Otra solución podría ser ubicar esta competición al principio del año, para así darle un impulso a que el corredor que luzca el arco iris lo consiga en el año natural. O los Nacionales, que así lucirían de forma reciente su maillot de campeón. Reflexiones habrá varias y seguro que todas tienen sus contrapartidas. Pero a esto nos ha llevado la UCI y debería también solucionarlo. El ‘marrón’ no debería ser para los seleccionadores.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Sirotti

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