El belga fue uno de los clasicómanos de la década. No es que su periplo en el francés equipo de FDJ no fuese fructífero, con muchas victorias de prestigio y notable presencia en todas las carreras que disputaba. Sin embargo, su 2011 fue un hito en la historia de las pruebas de un día, coronado por el triplete en las Ardenas que únicamente había logrado Davide Rebellin unos años atrás. Además de una auténtica machada como esta, donde la más difícil fue una Lieja-Bastogne-Lieja donde ganó no solo a dos compañeros de equipo, sino a dos hermanos de sobrada calidad como los Schleck, que completaron por fuerza el podio, escoltando al belga a cada lado.
Lo impresionante fue realizar un año así, saber todos quién era el favorito absoluto y aún así ganar. Un 2011 que empezó a carburar en la Volta ao Algarve, con una etapa que finalizaba en Albufeira. Al tratarse de la primera, se enfundó el amarillo, prenda que llevaría unos días. La Strade Bianche fue conquistada de forma espectacular, con una superioridad impropia y con rivales de la talla de Fabian Cancellara, casi nada. Ese aviso calibraba el nivel de sus piernas, como también confirmó una etapa conseguida en la Tirreno-Adriático.
Llegaba el primer Monumento del año, la San Remo, y coronó con una tercera plaza que supo a poco, pero que observando el nivel de corredores con el que llegó a disputar la victoria hace entender que fuese batido estando al nivel que estaba. Tardó poco en resarcirse en la Flecha Brabançona. Una victoria que anticipó las que vendrían pocas fechas más tarde en las Ardenas. Muro del Cauberg, uno de los favoritos para Philippe, ya que además fue sobre él sobre el que realizó el ataque que le valió ser campeón del mundo. Ahí, en la Amstel Gold Race, comenzó la leyenda, imponiéndose a Purito Rodríguez y Simon Gerrans, dos corredores top del momento.
En Huy no hubo rival posible. Purito, de nuevo, y Samuel Sánchez subieron al podio con él. El dominio era inapelable. Llegó la Lieja en domingo y no hubo opción ni corriendo dos contra uno. Intentó llegar, además, en solitario para tener la foto. No pudo, pero tampoco haría falta, no hubo ningún rival. Gilbert se coronó. Tal era la forma que se llevó casi por inercia un mes después, tras un pequeño descanso, el Tour de Bélgica y el ZLM Tour. También el Nacional, lo que le haría ser aún más visible en el gran grupo.
El Tour de Francia arribaba en una cota de tercera categoría el primer día, lo que le dio su primer y único maillot amarillo. Ganó como solía, por absoluto aplastamiento. Algunos tiros al palo hubo, pero sobre todo el comentario generalizado de que de haberse preparado la general bien podía haber dado un susto a más de uno. Tras la ronda gala, la Clásica de San Sebastián sería su próxima víctima. La famosa txapela le dio una foto estupenda.
Las clásicas canadienses, etapa en Eneco Tour, donde terminó segundo, el Nacional contra el crono belga, el Gran Premio de Wallonia… imposible no ser el número uno del año. Galardón que le elevó de forma definitiva a los altares y que deja tras de sí una leyenda que contar a hijos y nietos. Un año que jamás olvidará y que después fue imposible de imitar, si bien ha continuado logrando victorias de prestigio que añadir a su triple corona en las grandes, las victorias en Lombardía, Tour de Flandes, París-Roubaix… El único monumento que no está en sus vitrinas es el de Milán-San Remo. Eso da dimensión de la clase de ciclista y de la clase del ciclista.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti
Un uomo e atleta straordinario, quell anno poteva essere ancora più grande ,con un pochino di fortuna in più, la San Remo se Pozzato avesse avuto quella tattica scriteriata ,era Goss che doveva chiudere ,e al Fiandre se aspettava Ballan ,avrebbe conquistato anche quello ,ma va bene così l impresa alla Ronde 2017 da la sua dimensione.