El australiano O’Connor completa una Vuelta muy importante para él y su equipo, un AG2R Citroen que quiere orientarse a pelear las vueltas de tres semanas como objetivo a cumplir en unos años. La inversión de los patrocinadores no es pequeña y admite ir dando pasos en unos años hacia el destino planteado. Ben O’Connor quizá no gane nunca una gran vuelta. Le faltan algunos escalones para estar con los privilegiados, absolutos genios del pedal que han coincidido para tiranizar la temporada. Él tiene otros objetivos que ellos dejen de lado para justificar el liderazgo y su estatus dentro de su escuadra.
La mala suerte persiguió a un corredor cuya popularidad subió enteros durante el Tour de Francia de 2021. Su escapada bajo la lluvia camino de la durísima meta de Tignes, dejando de lado a escaladores de la talla de Nairo Quintana, fue un punto de inflexión. Es cierto que ese tiempo obtenido le dio para ubicarse segundo en la general virtual, pero después luchó como un titán y se esforzó por mantener una clasificación más que digna y lo más cercana al podio posible.
Finalmente fue cuarto en París, lo cual le metía de lleno en varios sacos. El primero es el de aspirantes a los podios tras tres semanas. El segundo es el de ciclistas que se creen esas expectativas en ocasiones generadas por los medios y su entorno. No es que le falte capacidad para lograrlo. La pasada Dauphiné le demostró que poder, puede. Pero la mala suerte es otra de las barreras a ir sorteando para conformarse como un aspirante a grandes cosas. Si la fortuna no está de tu lado, mal asunto.

En el Tour de 2022, henchido de esperanza y con la confianza por las nubes por haberse confirmado ante el espejo que no era el clásico one-hit-wonder, una caída le destrozó los planes. Perdido en la general, prefirió bajarse para preparar a fondo su participación en la Vuelta a España. Pese a ya haber conocido la ronda española, era la primera ocasión en la que iba a acudir de líder. Es más, lo hizo en el Tour, pero la mala suerte no le permitió ejercer. Si nada le pasaba, iba a ser su primera vez como líder de salida y sin quedar descartado a las primeras de cambio.
El huracán Remco puso la carrera muy cara y así simplemente quedaron fuera de la lucha por el podio muchísimos corredores que aún no habían empezado ni a carburar. El ejemplo más claro es el triple campeón de etapa, Richard Carapaz. El belga marcó distancias y rompió los grupos muy pronto, por lo que sus rivales tuvieron que mostrar cartas desde el principio. De haber sido un comienzo más tranquilo, O’Connor hubiese estado más entonado en la lucha por la general, como bien demuestra su evolución día tras día en la Vuelta.

Ha tenido momentos geniales en las etapas andaluzas, donde era la sombra de Roglic y Remco, como fue sin ir más lejos en el camino a Sierra Nevada. Ahí se vio el potencial de este gran ciclista. Lástima esos otros días en los que flaqueó y no mantuvo el nivel. La presión, el paso de los días con la presión y el cansancio acumulado del mes de septiembre hicieron el resto.
Ben está listo para más retos. El Tour le espera y él espera al Tour. La revancha estará servida y el espigado corredor de Perth seguirá contando con el beneplácito y respaldo de su equipo para ser la punta de lanza un año más. La Vuelta en ese aspecto ha venido a confirmar que es un corredor que se adapta a este tipo de pruebas. Le ha faltado la victoria de etapa que hubiese completado su triple corona, pero seguro que en un futuro tendrá oportunidades para conseguirlo.
El pundonor, el nunca darse por vencido, ha sido el motivo para que a lo largo de la geografía española el público le demuestre respeto y cariño. Una magnífica forma de darse a conocer es siempre pelear y dar el máximo que se lleva dentro. Da igual si al final el resultado es el octavo o el noveno puesto. Nadie se acordará de ello en un tiempo. Sí de cómo este ciclista ha trepado montañas retorcido para intentar seguir en carrera.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: ASO / Ballet