El ciclismo es mucho más que los World Teams y ProTeams, los equipos de las dos máximas categorías. Desde esa premisa, entre enero y abril de 2023 he escrito una serie de artículos en High Cycling sobre “equipos bizarros” en la que he hablado sobre más de cincuenta clubes peculiares de todo el mundo con licencia UCI continental o directamente amateurs. Varios de ellos, como Kazajoz y BAI-Sicasal, han compartido en sus propias redes sociales estos artículos que solo buscaban dar a conocer este otro ciclismo más modesto. Solamente dos de los equipos se mostraron molestos. El primero, uno extranjero porque creyeron que estar en esa lista era un desprecio: el director aplicó un traductor para leer el artículo y no interpretó bien lo que decíamos sobre su equipo, aunque no tardamos en aclarárselo en inglés rápidamente y no hubo necesidad de cambiar ni rectificar nada de lo publicado. El segundo equipo, a través de su representante legal, nos pidió que retiráramos su nombre del artículo “por contener aspectos que no se corresponden con la realidad, que faltan a la verdad y que lesionan gravemente la imagen del equipo.” High Cycling es un medio independiente, pero hemos de reconocer que el presupuesto no nos da para afrontar demasiados gastos legales, así que no dudamos en retirar de inmediato el texto, pedir disculpas y solicitar al equipo que nos indicase exactamente qué información era errónea, algo que no nos concretaron en ningún caso. ¿Qué contenido de lo publicado podía dañar tanto su imagen?
En el texto de ese artículo, decía, entre otras cosas, lo siguiente (solo he omitido algún detalle para que el equipo no sea identificable y nos llevemos una demanda): “El nivel de la mayoría de los ciclistas que han pasado por allí es medio-bajo y los más destacados cada año lógicamente han terminado dejando el equipo buscando opciones mejores. Hemos hablado con algunos de sus ex-ciclistas y no todos están demasiado contentos. La mayoría no han cobrado un sueldo en su paso por allí y varios reconocen que gran parte de los ciclistas de la plantilla son “fichados” cada año a cambio de aportar patrocinadores personales y/o una cantidad de dinero (en torno a 4.000 o 5.000 euros por temporada, según nos comentan varias fuentes). Como cuentan con 12 o más ciclistas cada año y logran pocas invitaciones a carreras y días de competición, ni siquiera pagar esa cantidad garantiza poder correr pruebas, ya que solo entre 5 y 8 ciclistas pueden participar en cada carrera.”
Sinceramente, no pretendía destapar nada nuevo, sino hablar abiertamente de una práctica que todo el mundo conoce en el mundo del ciclismo y sobre la que nadie o casi nadie quiere dar excesivos detalles: pagar por ser ciclista.
Hace unos meses, a mediados de la pasada temporada, en una entrevista para Aleix Serra, el ex-ciclista y comunicador Óscar Pujol explicaba la situación que vivió cuando, tras la temporada 2011, se encontró sin contrato para el año siguiente: “Tuve dos ofertas. Un equipo me pedía 12.000 euros y otro 40.000 euros. No quería pagar 12.000 euros. Preferí gastármelos en un coche y me fui a correr con el equipo iraní. No voy a decir nombres, pero siempre son los mismos equipos los que piden dinero para correr. En el ciclismo si no tienes padrinos, no te bautizas.”

La palabras de Óscar Pujol despertaron entonces numerosos comentarios en redes sociales y páginas de ciclismo. Hubo personas del mundillo que se mostraron sorprendidas o que negaron la mayor, diciendo que no era una práctica común. Artículos como el de Iban Vega, ponían bastante cordura sobre el tema: “Lo que dice Oscar Pujol es vox populi y por eso no puedo entender tanto ofendido. Que no se diga, no significa que no exista, entiendo que debe ser impensable en el WT, pero por debajo hay de todo. Meterle mano a eso sería lo ideal, pero ¿quién corre el riesgo de dejar en el hueso ciertas categorías?” El propio Óscar Pujol respondía entonces al ex-director Manolo Saiz en Twitter en esa misma línea: “Yo no he denunciado nada. Es algo más antiguo que el fuego y solo comenté mi historia. Otra cosa es que ahora haga gracia y salga en todos los lados. El problema es aceptarlo o no. Yo no lo acepté y seguí mi vida. No creo que todos denunciéis todas las injusticias del mundo. No seríais ni el primero, ni el último (en pagar por correr). También puedes pagar (o tu padre) el autobús del equipo. Son ideas.” El bueno de Óscar se refería así, tirando de ironía, a una anécdota que circula desde hace años respecto a la inversión que hizo la familia de un conocido ciclista que finalmente sí llegaría al máximo nivel.
Ciertamente, “pagar por correr” puede entenderse como una inversión a medio y largo plazo. Conozco prácticas parecidas en otras profesiones. No hay tanta diferencia entre comprarte tu puesto en un equipo ciclista y, por ejemplo, pagarte un exclusivo máster que valga una cifra desorbitada pero que te garantice al 100 % (o casi) un futuro laboral. También conozco a profesores y profesoras que “han comprado su plaza” en colegios privados (concertados o no) convirtiéndose en socios o cooperativistas. Seguro que a quien lea este artículo le vienen a la cabeza ejemplos similares en otros ámbitos. La “inversión” puede salirte mejor o peor. En el caso del ciclismo, si el ciclista “se autoengaña” y realmente no tiene un nivel deportivo acorde a la categoría del equipo al que pague, o tiene mala suerte (lesiones, caídas…) puede no compensar. Algunos de estos ciclistas terminan apareciendo en las listas de participantes de algunas carreras pero es muy probable que le veamos sufrir para acabarlas o pasará casi desapercibido sin lograr resultados destacados. Siempre le quedará el orgullo de poder decir entre los suyos que llegó a ser ciclista profesional (o semiprofesional) en algún equipo UCI continental, de la “tercera división”, e incluso pudo compartir pelotón con los más grandes en algunas pruebas de categoría “punto 1” o “punto 2.” Puede intentar recuperar lo invertido vendiendo camisetas en las que ponga: “Yo corrí con Alejandro Valverde” o “Vi pasar a Tadej Pogačar.”
De hecho, entiendo las razones que pueden impulsar a un ciclista a pagar por correr. Pocos deportes ofrecen un panorama tan poco esperanzador como el ciclismo. Después de muchos años de sacrificios como juveniles, sub-23 y/o élite, pocos, muy pocos, llegan a firmar un contrato profesional. Estoy convencido de que se quedan por el camino un número alto de ciclistas que merecían esa oportunidad de demostrar que valían para esto y nadie se la dio. La opción de “pagarte un puesto” es tentadora porque, además, se crea una situación en la que, si tú no pagas, otro lo hará y ocupará tu lugar. Alfredo Pascual, en uno de los pocos artículos que ha analizado este tema en profundidad, daba voz a Santiago Segú, un ciclista de la quinta de Mancebo o Sevilla que destacó en amateur pero no logró nunca ese deseado contrato. Así explicaba Segú su cruda historia: “Estaba harto. Si seguí adelante, fue porque procedo de una familia de ciclistas y no quería dejar a mi padre con la ilusión tan cerca de cumplir el sueño de ver a su hijo correr grandes carreras, como él. Un mánager, Juan Carlos González Salvador, me presentó en el Jazztel-Costa de Almería, dirigido por Miguel Moreno. Moreno me dijo que al año siguiente correría con ellos. “Pero eso nunca sucedió. Mi plaza la ocuparon otros ‘amateurs’ que, con todo el respeto lo digo, no corrían la mitad que yo. No podía entenderlo, algo me había perdido. Dejé el ciclismo y comencé a hacer turnos con el camión de mi padre. En casa dejó de hablarse de ciclismo, que era el tema de conversación por excelencia, ni siquiera veíamos el Tour. Toda la familia aborrecimos este deporte. Meses después de retirarme, mi padre me confesó que el equipo le había pedido dinero para que yo pasase a profesionales. El pobre reunió todo lo que pudo, un millón y medio de pesetas, pero no fue suficiente, porque el compañero que al final subió a profesionales pagó 2,5 millones. Nunca olvidaré las lágrimas de mi padre ese día, de pura impotencia“.

Pocos directores han hablado con claridad sobre este tema tabú, salvo quizá en el marco de la investigación “Paga e corri“, iniciada por el Comité Olímpico Italiano y difundida por el diario “Il Corriere della Sera” en 2015. De nuevo, los equipos más modestos eran los señalados por estas prácticas que permitían la supervivencia cada temporada. Angelo Citracca, director del Willier Triestina (luego Vini Zabù, hasta su desaparición en 2021), dijo que era difícil negarse a aceptar a algunos ciclistas cuando, por ejemplo, gracias a un solo “sponsor” aportado por un ciclista panameño, pudo pagar el sueldo del resto de ciclistas y equipo técnico. Un ciclista con buenos resultados sub-23, Matteo Mammini, dijo que tuvo que pedir un crédito bancario para pagar los 50.000 euros que le pidieron para ser profesional, aunque terminó utilizándolos para montarse un negocio. Finalmente, ninguno de los directores y equipos investigados (Willier Triestina, Androni Giocattoli y Bardiani) recibieron ninguna sanción.
No quiero ser injusto ni con los equipos que han convertido esta prácticas en un modo de mantenerse ni con los ciclistas que tienen sus motivos para pagar por correr. De hecho, no tengo claro cómo puedo cerrar este artículo. Lo voy hacer cediendo la palabra a un ánonimo ciclista español que tuvo la opción de correr en un equipo UCI Continental pero reconoce que las condiciones pueden ser bastante peores que en élite-amateur. Agradezco su claridad al hablar conmigo sobre estas cuestiones: “En general, está muy romantizado el ciclismo profesional. Sobre todo debido a la prensa, no dan una imagen real de lo que es esto por dentro. Además, los que llegan a ser corredores tampoco es que te sepan contar mucho, no son personas que analicen la situación global, sino, como mucho, la suya personal. Y muchas veces no son capaces de expresar lo que han tenido que pasar durante su época de profesional. El caso más claro está en aquellos que se dice que dejan el ciclismo profesional, en lugar de reconocer que no han conseguido méritos suficientes para que sus equipos los vean necesarios en su estructura, y se escudan en frases de mierda como: “Llega un momento en el que ves que tienes que dejarlo” y cosas de esas. Además, pasar a los ProTeams españoles tampoco es que sea la mejor opción, porque se suele valorar poco el talento individual y se aboga por una unidad de grupo y objetivos basado en una o dos personas. Luego están también los equipos exóticos, que sacan licencia UCI continental de otros países donde no exigen ni avales ni un sueldo mínimo y que de hecho ni pagan. Pero de puertas afuera, sí, se habla poco de esto y se romantiza demasiado lo de ser ciclista profesional.“
Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Foto de portada: ACampoPhoto
Acabo de leerlo y es de lo mejor que podéis haber escrito. Es, como bien decís, un tabú. Conozco algún caso cercano de ciclistas que no subieron a pros por no pagar o no tener padrino. Lo que les consuela es lo siguiente: que quien sube pagando o por enchufe no dura más de 2 años. Al final los resultados ponen a cada uno en su sitio. O sea, a la larga aquello se autorregula. Podría dar una lista de nombres pero seguro que los conocéis. El ciclismo está fatal pagado, salvo que estés en el top 100 mundial. De cualquier proconti, con nómina poco más que mileurista, los esfuerzos que hace, estar casi todo el año fuera de casa… Está infrarremunerado. Es debatible la ética de algunos equipos. Y por otra parte habría que decir cuatro cosas a los que corren en esos equipos y se autoproclaman “profesionales”. Para acabar reconociendo que tienen otro trabajo. ¡Vamos a ver, mi arma! Lo dice la palabra: PROFESIONAL significa que esa es tu profesión. Punto y se acabó. Que corras el Sibiu Tour con equipos continentales y como mucho algún proconti no te hace profesional. Pero bueno, de ilusiones también se vive.
Gracias por tu comentario, Guille. Durante estos días, desde que se publicó el artículo, he recibido unos cuantos comentarios en redes en esta línea. La intención del artículo no es criticar a quienes han pagado por formar parte de un equipo ciclistas. Tampoco buscaba “crucificar” a los equipos que utilizan esta forma de financiación como “modelo de negocio”, siempre que sean claros con lo que ofrecen a quienes pagan. En cualquier caso, creo que esta forma de funcionamiento que se da en el ciclismo no beneficia a este deporte en general, porque buenos ciclistas pueden quedarse fuera, sin oportunidades, si no pueden “pagar el coste” de “invertir en su futuro.” En fin, muy agradecido por todo lo que se ha compartido este artículo esta semana. Mi papel en este caso es menor que el que se me atribuye: solo he juntado en la entrada las opiniones de quienes realmente han aportado su punto de vista y experiencia. Gracias a todos ellos.