El ciclismo español rugía de miedo a la sombra del triunfo de Luis Ocaña en la década de los 70. Sólo el surgimiento de Arroyo y Delgado en aquel mítico Tour del 83 azuzó a la afición. Los escaladores hispanos volvían a tener protagonismo en la mejor carrera del mundo, volvía la ilusión, la predilección por el mes de julio y el ciclismo. La novelesca historia de Pedro en sus primeros años como profesional hizo el resto por engancharnos a todos. Todos hacíamos la goma cuando Delgado ocupaba posiciones traseras en el grupo; todos nos levantábamos del sillín para realizar sus ataques.
Su primera Vuelta a España, ganada de facto en Segovia y de una forma tan incierta y sorprendente, ya sembró el principio del ‘periquismo’, llevado hasta el máximo exponente con la victoria en el Tour en 1988, la primera en color para España, tan anhelada como luchada. Rozar el poste el año anterior lo hizo todavía más esperado, ansiado y merecido. El júbilo de su vuelta a Segovia con el maillot amarillo es algo que rememoraba a los tiempos en que Bahamontes colapsó Toledo y la plaza de Zocodover tras su triunfo en 1959.
Un mito viviente, una leyenda que iba más allá del propio mérito deportivo. A su retirada en 1994 desde el podio de la Castellana no podía seguirle una desaparición del primer plano. Pedro se iba a incorporar a la retransmisión de las carreras en TVE junto al malogrado Pedro González. Los ‘Pedros’ narraron la quinta victoria consecutiva de Miguel Indurain, el nuevo ídolo de masas que aprovechó la euforia de los años de la ‘pericomanía’ para convertirse en una leyenda aún mayor. Corriendo en el mismo equipo, además. Un Banesto que había copado durante casi una década el cetro del ciclismo español y su bandera por todo el mundo.
Muchos otros éxitos vinieron, como la victoria de Abraham Olano y Miguel Indurain en el Mundial de Duitama, o los Juegos Olímpicos, o el relevo del navarro a cargo de Olano y Escartín, o los salvajes ataques de Marco Pantani, o la era Armstrong, la época dorada del ciclismo español con Freire, Contador, Valverde, Purito y compañía. Todos ellos acompañados de la voz de Carlos De Andrés, que suplió en la función de narración al fallecido Pedro González desde el año 2000, y Pedro Delgado, un mito presentando a muchos otros y participando del gusto por el ciclismo en España.
Desde un tono desenfadado y coloquial, el segoviano apenas ha tenido problema para ganarse el cariño de los telespectadores. Horas y horas de transmisión donde ha sido gran compañía y contrapeso para De Andrés, mucho más sobrio y políticamente correcto. Una dupla que cumple más de veinte años ininterrumpidos y que sigue en pie pese a la gran competencia que suponen las nuevas plataformas y el acceso a canales que retransmiten su mismo producto al mismo tiempo. Ahí, pese al equilibrio necesario en esa pareja, ha sido clave la figura de Delgado, un referente del ciclismo desde los 80 de forma incesante.
Se llegó a rumorear una vuelta al pelotón a comienzos de siglo, dada la buena forma de un Perico que además organiza su propia marcha cicloturista, una de las más conocidas y populares y que cada año atraviesa los principales puertos de la sierra madrileño-segoviana. Muchas colaboraciones con iniciativas de protección al ciclista en la carretera y con muchos otros entes, siempre en primera fila, hacen de él una referencia incluso para los jóvenes que empiezan a tener sus primeros contactos con este deporte.
En definitiva, una leyenda, un estandarte de lo que ha supuesto el ciclismo durante muchos años y que ha sido clave en sostener el seguimiento de éste a lo largo de periodos donde no todo ha sido fácil y donde el descrédito del ciclismo ha sido latente por múltiples motivos, como, por ejemplo, el dopaje. Las crisis económicas y de patrocinadores también han sido una constante que incluso pudo afectarle a él en su momento. Por suerte, hasta la fecha, el ciclismo ha resistido con él en primera línea de batalla y dando la cara.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: @ACampoPhoto