Historia Carreras

El Tour en Andorra: el comienzo de una leyenda

El Tour de Francia empezó su periplo histórico el 1 de julio de 1903. Rápidamente, su fundador Henri Desgrange se dio cuenta de la importancia de la internacionalización de su joven organización. Así, en 1905 ya se incluyeron etapas que discurrían por Alemania y en 1906 se internó por España e Italia. Gradualmente se incluyeron etapas en países vecinos de Francia: Suiza en 1913, Bélgica en 1947, Luxemburgo en el mismo año, Mónaco en 1952 y finalmente, después de 63 años, se decidió a transitar por Andorra.

Cinco veces en total el Tour ha visitado el pequeño Principado en los años 1964, 1993, 1997, 2009 y 2016 y lo ha hecho por sexta vez en julio del 2021.

La primera edición andorrana ya fue histórica y la que creó la leyenda del Port d’Envalira, puerto que en sí mismo no es un gran coloso a recordar, pero que durante años fue el icono ciclista del pequeño país.

En 1964 la leyenda no fue estrictamente deportiva, sino más bien fundada en los chascarrillos que se crearon en torno al desfallecimiento del favorito Anquetil en el puerto andorrano.

En su primera visita a Andorra, la organización ya incluyó el modelo que se ha utilizado habitualmente, en tres de las cinco ocasiones, y que se repetiría en la edición del presente año. Se incluye una etapa con llegada en Andorra (habitualmente montañosa y larga), una jornada de descanso y una jornada montañosa con salida en el país.

Seguramente la leyenda negra de los días de descanso en grandes vueltas tenga uno de sus episodios de máximo esplendor en esta primera visita andorrana.

El día 5 de julio de 1964 llega al Principado, proveniente de Perpiñán, una etapa de 170 Km. En ella se impone de manera magistral Julio Jiménez, “El Relojero de Ávila”. Julio gana la etapa con ocho minutos y medio sobre el pelotón. La clasificación está muy ajustada y el líder Groussard, Anquetil y Poulidor están en un intervalo de menos de dos minutos. La exhibición de Jiménez le aúpa hasta el octavo puesto de la clasificación general.

Al día siguiente el siempre necesitado y fatídico día de descanso alimenta su leyenda. La mayoría de los ciclistas optan por un rodaje tranquilo, pero Anquetil asiste a una fiesta organizada en la muy conocida sede de Radio Andorra en Encamp. En la fiesta se reparte sangría por centenares de litros (más de 200 dicen las crónicas de la época) y se sirve cordero asado. La pequeña historia dice en Andorra que la fiesta no terminó allí, sino que continuó con cortejos femeninos hasta bien entrada la noche.

El día siguiente la subida del Port d’Envalira se cobra los excesos del día de descanso. Bahamontes y Jiménez parecen conocer la magnitud de la fiesta y deciden atacar, logrando una ventaja de cuatro minutos en la cima de Envalira. Aunque la etapa desde esa cima hasta Toulouse no presenta ninguna dificultad mayor, el estado de Anquetil preocupa y se teme por su descarte para la general final. Parece ser que las palabras de ánimo (o de reto según algunas fuentes) de su director Gemianini y la ayuda de su coequipier Rostollan, empujándole incluso, logran recuperar la moral y las fuerzas de Anquetil, que finalmente logra recuperar el tiempo perdido, logrando finalmente vencer en su quinto Tour, cuarto consecutivo, por 55 segundos sobre Poulidor. Bahamontes siempre se quejó argumentando que, aprovechando la niebla de Envalira, se ayudó a Anquetil empujándole o subiéndole en coche.

No se sabe a ciencia cierta la verdad de aquella etapa, pero los viejos de Andorra siempre explican la fiesta, incluyendo también las correrías nocturnas.

Habría que esperar hasta 1993 para volver a recibir la visita del Tour. En plena época de dominio de Don Miguel. Poca historia épica hay que contar en aquella edición, etapas ambas de 230 km y día de descanso intermedio, sin divertidas anécdotas que explicar. Miguel dominaba a placer.

El Tour 1997 ya es otro cantar y todo lo que apuntó un joven alemán del este en la edición anterior, se confirmó en esta, logrando el liderato en nuestro país. Esta edición, y en concreto esta etapa, sí que hizo historia ciclista y en ella vimos a un Ullrich genial, sacando más de un minuto a un recuperado Pantani y a Virenque. Hay que recordar que Ullrich venció esa edición de la Grande Boucle con más de 9 min sobre Virenque y 14 sobre Pantani.

La edición de 1997 permitió descubrir al mundo que Andorra era mucho más que Envalira y el mundo ciclista adoptó rápidamente a Ordino Arcalís como uno de lo grandes finales de montaña mundiales. Hay que recordar que posteriormente muchos modelos de bicicleta o ropa ciclista adoptaron la denominación Arcalís. Como chascarrillo ciclista decir que años después Jan, con serios problemas de alcohol, fue invitado a una marcha ciclista en Andorra, que finalizaba en Arcalís (los andorranos le llamamos Arkalaska por el frio que hace). La noche anterior fue, digamos, “anquetiliana”, y al día siguiente tuvo que abandonar en un hotel de la Cortinada. Por suerte para él parece que ha logrado revertir su comportamiento autodestructivo.

A partir de esta edición, las dos siguientes recuperarían el final en la estación de esquí de Arcalís.

La edición de 2009 nos depararía la victoria de Brice Feillu, culminando una escapada, que, haciendo un equivalente al mundo musical, podríamos calificar como one hit wonder. Es justo recordar que finalizaría en una brillante 25ª posición en la general final, por lo que, siendo francés, enseguida se le encumbró como futuro vencedor de Tour. Por desgracia para él nunca finalizaría en un top-ten, logrando dos veces la 16ª posición en la general final.

La temporada 2016 vería la victoria, otra vez en Arcalís, de un ciclista que ya había apuntado grandes maneras en la Vuelta a España del año anterior: Tom Dumoulin. En esta edición la leyenda de Arkalaska se acrecentó, ya que la lluvia y el granizo nos depararon una etapa dantesca. Tom logró gestionar adecuadamente, como buen contrarrelojista que es, los tempos y la fuerza logrando una victoria épica.

Escrito por Xavier Palacios (@xpalaciosalbaca)
Foto: Sirotti
Incluido en el nº4 de HC

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