Cuando Joseba Beloki arrancó su carrera profesional, seguro no imaginaba en lo que se llegaría a convertir. Visto que el sueño de participar en el Tour se iba alejando, cambió su Euskaltel (aún no en naranja) por el Festina. Se trataba de un equipo con todas las aspiraciones puestas en las grandes vueltas, donde el vasco quería destacar. Era además un momento en el que el sponsor francés quería resarcirse de todo el affaire de 1998 y que aún coleaba en el ambiente. El fichaje de Beloki fue acompañado del de Ángel Casero, dos de los valores emergentes más sólidos del ciclismo español. Esa colonia hispana fue clave en que ambos pisaran podio en dos grandes en ese año 2000, algo totalmente inesperado a principio de temporada. Ni siquiera se podía esperar lo que después fue, una forma de asegurar un podio en París, uno de los ciclistas más fiables de su generación.
Tour 2000: un inesperado polizón en París
Joseba había realizado una primavera excelente. A su victoria de etapa en el Tour de Romandía añadió una bonita ascensión al Santuario del Acebo que le regaló la general, cuando todavía la Vuelta Asturias tenía una participación de campanillas y se disputaba en seis etapas. El de Lazcano se presentaba en la salida de Futuroscope como uno de los tapados. En la prensa española se habla de Escartín, podio en 1999, de Heras, el gran valor de la montaña, o incluso de su compañero Casero, que venía de haber hecho unas muy buenas competiciones en el Tour. El prólogo y la crono por equipos les situó bien con respecto a otros equipos, que perdieron mucho tiempo. La primera etapa pirenaica, en unas condiciones climatológicas terribles, hicieron el resto. El filtro del Aubisque le dejó en cabeza escapado con una serie de escaladores (la mayoría españoles) que perseguían a Javier Otxoa, que era cabeza de carrera y se encaminaba a completar la épica en la cima de Hautacam. Lance Armstrong les pasó en la subida final, pero sus buenas prestaciones le dieron moral para pelear la general. Se había convertido en la mejor baza del Festina, que también tenía al galo Moureau en la lucha.

Llegó el Mont Ventoux y allí confirmó que estaba para luchar por algo importante, siendo de los cinco más fuertes en aquella subida. El Tour parecía sentenciado, pero el podio bastante accesible, toda vez que Jan Ullrich estaba recuperando paulatinamente posiciones. En los Alpes fue muy regular y de menos a más. En las rampas de Courchevel estuvo sensacional, así como en la Joux Plaine, donde el maillot amarillo tuvo la pájara de su vida. Pantani, que parecía la mayor amenaza, se inmoló en la etapa de Morzine y acabó abandonando. La crono final, donde se desenvolvió bastante bien, le permitió resistir la embestida de su compañero Moureau y pudo así subir al podio como tercer clasificado. Un logro que muy pocos ciclistas han conseguido alcanzar en su primera participación.
Tour 2001: a la ONCE a confirmarse
Tras cambiar a Juan Fernández por Manolo Saiz, el vasco quería confirmarse como uno de los aspirantes a desbancar a Lance Armstrong. Para ello iba a ser el líder junto al también vasco Igor González de Galdeano, que había sido una de las sensaciones de las temporadas anteriores. El tándem finalizaría el Tour siendo tercero de nuevo y su compañero quinto. Un gran resultado. Pero esta vez la carrera iba a estar marcada por una fuga bidón que puso a Pascal Simon como líder. El francés duró al frente de la clasificación, aunque no iba a ser el integrante de aquella fuga camino de Pontarlier que iba a dar más guerra. Se trataba de Andrey Kivilev, un kazajo del Cofidis que tenía muy buenas condiciones para las carreras por etapas. Lo luchó y fue cuarto, sólo adelantado por Beloki en la contrarreloj final.
Para llegar hasta Dunquerque en forma, pasó esta vez por la Volta Catalunya, que ganó con autoridad tras imponerse en la cronoescalada a La Rabassa y en la etapa reina. Entonces la prueba catalana servía de antesala del Tour como podían ser la Dauphiné o la Vuelta a Suiza. Su crecimiento de cara al mes de julio era excelente y partía como uno de los grandes candidatos debido a lo demostrado el año anterior y a la regularidad del de la ONCE en todos los terrenos.

Tour 2002: una oportunidad única
Todo recordaría a la edición anterior, con casi los mismos actores. Con la excepción de la ayuda para el gran rival, Lance Armstrong, de un enorme Roberto Heras. Su trabajo fue fundamental para cubrirle las espaldas al americano. La no participación de Ullrich le dejaba como gran alternativa al del US Postal, aunque esa faceta se vio que le vino muy grande. Muy alejado de la primera posición, parecía asegurar el podio, aunque en las últimas etapas un lituano llamado Raimondas Rumsas (más conocido por otros menesteres, al igual que su mujer) amenazó su segunda plaza hasta la última contrarreloj, donde estaba visto que el vasco tenía interiorizado sufrir.
Lo logró, ya no era tercero, sino segundo. Era el siguiente en la línea de sucesión, dado que el alemán Ullrich estaba algo descentrado y parecía hacerse a un lado en esa lucha. Un papel que le daría mucha moral de cara al Tour de Francia de 2003, aunque esa edición, en la que ya no fue podio, tiene mucho más que contar de lo que parece. Terminaría aquí su senda triunfal en el Tour, donde firmó este magnífico triplete. Un registro superado únicamente por Miguel Indurain (5 podios seguidas) e igualando a Pedro Delgado, que fue 2º en 1987, 1º en 1988 y 3º en 1989. Bahamontes y Contador -contando la edición 2010 de la que fue descalificado- subieron al podio en tres ocasiones, pero no fueron de forma consecutiva.

Eso en el pelotón español. En el internacional, sólo Froome (4 ediciones), Pogačar (3 de momento), Andy Schleck (3) o Jan Ullrich (3), sin irnos a los años 80, han podido igualar esa marca. Un registro nada fácil y más para un corredor que irrumpió en el Tour y en las grandes vueltas para subirse a la foto de París, esas que quedan para siempre en el álbum de familia de la historia. El único de todos los mencionados que jamás obtendría el título en la carrera francesa.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti