Los grandes ciclistas no ocupan un gran periodo de tiempo en su máximo esplendor. Le pasó a los más grandes. Y, con excepciones, le pasa a todos los mejores ciclistas del momento. Algunos bajan el rendimiento durante algún tiempo para volverlo a recuperar, pero como con los refranes, quien se va, no suele volver. Es mucho el desgaste psicológico, el que conlleva tener que estar pendiente de cada mínimo detalle. Por ello, Primoz Roglic, que lleva en el candelero unos cuantos años, puede estar afrontando también por edad su último Tour de Francia competitivo, con la intención y la posibilidad de ganarlo.
Los rivales no perdonan, además siendo tan jóvenes y en clara progresión como su compatriota Tadej Pogacar o el colombiano Egan Bernal. Ciclistas que para ser derrotados necesitan la mejor versión de los contendientes. No hay duda de que Roglic comenzó más tarde, es un profesional exquisito, compitiendo donde va, pero cuidando no poner en riesgo el siguiente objetivo. Muy concentrado siempre. La experiencia es un grado, por supuesto.
Pero ante ese empuje, puede que 2022 sea el año del asalto definitivo por parte del líder del Jumbo-Visma. Incluso en su propia escuadra hay corredores que vienen pisando fuerte como Van Aert y Vingegaard, que deberá confirmar sus prestaciones a su vez dándole continuidad a su segundo puesto en París del año anterior. Primoz cuenta con esa tranquilidad por saber que las espaldas del equipo están cubiertas, pero también esa presión de ser consciente de que un mínimo patinazo en el Tour puede acabar con su liderazgo.
No quiero decir que, en caso de no triunfar en París, el esloveno vaya a dejar de ser un ciclista competitivo. El Tour es el escenario más exigente porque los mejores corredores del mundo se dan cita durante tres semanas en el mejor de sus estados de forma. La exigencia del foco mediático y las marcas hacen de este evento el centro del ciclismo mundial. Una competición donde estar un punto por encima o por debajo del rival es capital. Y para ello se requiere de la frescura que es más fácil de adquirir con la juventud, cuando la concentración, el aspecto emocional y psicológico todavía no está dado de sí.
Por ello, éste puede ser el último Tour de Roglic a nivel competitivo, pudiendo después dedicarse a las otras dos grandes para ampliar un palmarés que ya es histórico. Sus tres títulos en la Vuelta ya son parte de la leyenda, así como una conquista de la maglia rosa podría ser uno de sus próximos objetivos a conseguir en las temporadas venideras.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti