Miguel Ángel López nació en Pesca en 1994, con lo cual durante la temporada 2023 (en concreto, el 4 de febrero) cumplirá 29 años. Se acerca a los 30, esa barrera psicológica que separa a las promesas de las realidades. Más historia que trayectoria, más años recorridos que distancia por recorrer. Es ley de vida, pero es, al fin y al cabo. Al igual que en la vida existen todo tipo de debates internos acerca de lo existencial, en lo ciclista y en lo que concierne a un corredor de vueltas de tres semanas, también. Camino a los cinco años de aquel 2018 en el que acompañó a Froome y Dumoulin en el podio del Giro de Italia. Otros cinco de otra foto compartida con Simon Yates y un corredor con el que aún tiene heridas abiertas, Enric Mas. Era la Vuelta de aquella misma temporada, poniendo broche de verde esperanza a un 2018 que le ubicaba como uno de los escaladores más valorados y con más futuro. Como dirían los antiguos, el futuro está aquí al lado y los que esperábamos éxitos de «Supermán» nos hemos quedado fríos, como si la enorme calidad que contienen sus piernas no hubiesen encontrado aún el canal por el que expresarse y mostrarse al mundo. A lo mejor le vemos en sus cincuenta campeando a sus anchas por los torneos de master o en los triatlones como Vinokourov, el jefe del jefe de filas del Astana Qazaqstan en el que milita a día de hoy. Los kazajos tienen fe infinita en el colombiano, aunque la fe, como la vida, cuando se mezcla con necesidad, es menos fe y acaba por diluirse del todo.

Ahora la situación de Miguel Ángel ha cambiado y ya se rumorea el cambio de aires, lo que da idea de la inestabilidad que le ha rodeado, incrementado en los últimos tiempos.
Carácter y decisiones aparte, creo que absolutamente nadie duda de sus capacidades, de que es uno de los mejores escaladores de la actualidad, pero tampoco de que el tiempo, como la niebla, se echa encima. Los brazos de las nuevas generaciones continúan abrazando las victorias con sus tentáculos y cada vez es más complicado imponerse a gente que va más rápido, que pelea más duro y que tiene cero complejos. Lo que no tienen son los 29 años, lo cual hace no mucho tiempo era visto como una ventaja por la veteranía y experiencia que se presuponía por ello. En la actualidad, esa edad te descarta. Los tiempos cambian, los tempos cambian. Enfrentarse cara a cara con los astros del Tour de Francia sería una temeridad. Es duro, pero puede que ese momento haya pasado ya para Miguel Ángel López. Sus ruedas estrenaron la meta del Col de Loze. Suficiente. Tocó el podio con los dedos, pero el listón se elevó de repente hasta perderse en el cielo como un globo de helio. El Tour debería pasar a mejor vida.
Con la tradición italiana que tiene el staff del Astana y la tradición en el Giro de Italia que han lucido a lo largo de sus dilatadas carreras tanto Vincenzo Nibali como el tristemente desaparecido Michele Scarponi, es el momento de realizar una apuesta total al Giro de Italia. Rojo o negro, no hay más. Una vez presentado el trazado de la edición número 106, el nombre del ex ciclista de Movistar fue uno de los que brotó de la mano o la boca de los opinadores. Situados detrás de los erróneos pronósticos que vaticinan un recorrido favorable al belga Remco Evenepoel, lo candidatable del belga por las exhibiciones en este 2022 le dan ventaja al escalador. La presión correrá por otros barrios. Sería interesante para él mantener un perfil bajo como hicieron otros ciclistas que a la hora de la verdad emergieron para luchar cara a cara contra sí mismos por un sueño como ganar el Giro de Italia. Nadie contaba con Jai Hindley en 2022 y ganó. Le perdonaron durante días porque los focos estaban mirando a Carapaz, Landa y demás estrellas. Escondido entre un ramillete indeterminado de favoritos, «Supermán» puede vivir en 2023 su última gran oportunidad en el mes de mayo. Pero para vivirla de azul cielo, aún habrá que comprobar si finalmente continúa en la escuadra.




La apuesta por parte del equipo será clara y decidida en caso de contar con él, si la confianza no se ve quebrada del todo por los rumores de su voluntad de marcha y los acontecimientos del pasado verano. La apuesta de la organización del Giro por una dosis de alta montaña también lo es. Etapas como Tres Cimas de Lavaredo, Crans Montana o Bondone favorecen descaradamente a ligeros estiletes como Miguel Ángel. La cronoescalada a Monte Lussari incluso le puede venir como anillo al dedo, si bien el esfuerzo individual viene a ser su criptonita. La participación no suele ser la del Tour, la forma de correrlo, tampoco. Y la contrarreloj históricamente tiene bastante menos peso que las crueles montañas que se ascienden. Pese a los rumores, si seguimos el principio de Ockham, es más que probable que Vingegaard, campeón del Tour en ejercicio, y sus rivales en Francia opten por repetir apuesta por el podio de París. Evenepoel sería uno de los grandes rivales, si bien el belga, y pese a las opiniones vertidas por múltiples medios tras la presentación de la propuesta de la corsa rosa para 2023, tendría que demostrar aún que puede con grandes encadenados y puertos de gran altitud como los de esta edición, algo que conviene a López, por ejemplo. Después la nieve o las circunstancias pueden ser sus mejores aliados. O no. La circunstancia le irá llevando día tras día. Si no explota y conserva sus opciones, desde luego que va a estar en la pelea hasta la llegada a Roma. Hoy día todavía se puede plantear batallar contra Remco en alta montaña. Tal vez después de este Giro sea demasiado tarde porque el gigante se haya hecho aún más fiero. Sin Carapaz, centrado en el Tour de Francia con su nuevo equipo, y sin Nibali, retirado, no parece que haya nadie que, estando el ahora ciclista del Astana en plena forma, pueda hacerle sombra ni dentro ni fuera de su equipo.
Es curioso que precisamente en el Giro, donde ha alternado buenas actuaciones con la peor de las suertes en forma de caídas y abandonos, sea la única vuelta de tres semanas donde no haya levantado los brazos. aún. Bonito objetivo a anotar en la agenda de ‘por hacer’. De la Cruz puede ser un aliado ideal, ya que ambos llevan el ataque en las venas. Y si no sale bien, ambos son capaces de aprobar la temporada en la Vuelta, que también presentará un recorrido más propicio para los escaladores que el muy cuestionable de 2022, en el que aún así y Covid-19 mediante, fue cuarto clasificado. El de Astana ha brillado siempre con sus ataques o victorias en la más alta montaña de la tercera grande de la temporada. El conjunto kazajo, más que nunca tras ser una de las peores escuadras en el ranking de la última temporada del trienio UCI, tendrá interés en ir asegurando su permanencia en el World Tour en el siguiente. Mientras espera la evolución de talentos gigantes como el campeón del mundo sub-23, Yevgeniy Fedorov, «Supermán» es una de las pocas realidades que el equipo tiene para echarse a la boca. Así que toca aprovecharla de una vez por todas. Sin distracciones, sin otros jefes de fila que le hagan sombra.
Aunque aún está por ver si sus destinos siguen vías paralelas o se cruzan directamente para divergir en el horizonte. Desde su marcha del Movistar con todo su affaire el colombiano parece no haber encontrado el acomodo esperado en Astana. Es más, su rendimiento en la Vuelta, la única grande que por salud ha podido disputar en plenitud en 2022, ha distado de lo que se esperaba de él. Pese a su cuarto puesto, no hay que olvidar que ciclistas que iban clasificados por delante de él, abandonaron por caídas, Covid, etc. Por tanto, se puede considerar en cierta medida, engañoso.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: RCS / LaPresse