Llega su año. Tras muchos años llamando a la puerta y ya por encima de los treinta años (aunque siempre se haya dicho que es de mala educación hablar de la edad de las mujeres), el momento de esta piamontesa tiene que llegar. La corredora del Trek Segafredo ha basado en su regularidad sus armas de ataque y defensa, sus utensilios para estar en los sitios adecuados y después utilizar los tiempos como mejor ha sabido. Dada su calidad, ha sabido aprovechar varios de ellos para izar la bandera italiana en algunas plazas que el propio ciclismo italiano hacía ya años no lo hacía.
En 2022 ha clavado su bandera en París Roubaix Femmes. Sí, Sonny Colbrelli lo hizo en 2021 en chicos, pero el italiano ya no está entre el pelotón activo. Para encontrar el anterior ganador de Roubaix italiano nos tendríamos que cambiar de siglo para trasladarnos a 1999, cuando el gigantón Andrea Tafi se llevó el preciado adoquín como trofeo. Fue una década muy productiva, eso sí, para los ciclistas italianos, con victorias de Ballerini para relevar a Francesco Moser en el velódromo de Roubaix.

La versión femenina no lleva tantas ediciones. En 2021 se celebró la primera, tras los efectos pandémicos sobre el año 2020, cuando estaba previsto haberla estrenado. Elisa Longo Borghini fue tercera en ese arranque. Estuvo ahí. No pudo ser pelear por la primera plaza porque Lizzie Deignan supo ser la más fuerte y la más lista al mismo tiempo, por lo que la victoria de la británica era imparable. En 2022, una nueva oportunidad y victoria. Estar ahí trae la victoria tarde o temprano.
Elisa ha sido una ciclista que ha sufrido en sus carnes el dominio absoluto de las holandesas. En su medalla mundialista en Valkenburg fue Marianne Vos la que dominó la prueba. Y en 2020, Van den Breggen. La misma ciclista le arrebató el Giro Donne en 2017 y que también se impuso en 2020 en la misma carrera, siendo la transalpina tercera clasificada final. En el Campeonato Nacional italiano no compiten holandesas y el resultado ha sido excepcional: nueve títulos entre ruta y contrarreloj (tres y seis respectivamente). ¿Qué habría logrado la ciclista del Trek Segafredo de no haber mediado las neerlandesas? Es evidente que mucho más de lo que tiene, que es mucho.

Con la parece que próxima retirada de Van Vleuten, aunque ya empieza a mostrar cierto recule tras ganar el arco iris en Wollongong, se abre un escenario de posible relevo por parte de la ciclista de Ornavasso. Una corredora ya veterana que tendrá que luchar contra los grandes talentos que se agolpan para relevar en el dominio mundial a Annemiek, aunque la ciclista de Movistar aún tendrá muchas cosas que decir.
Pero Elisa ha estado siempre acostumbrada a estar ahí, que es lo que por otra parte mejor sabe hacer. En Italia, contrariamente al caso de los hombres, sí que aparece una generación femenina que eleva el poder de su nivel medio a cotas muy elevadas. En cambio, falta esa gran campeona que tome las riendas del ciclismo internacional. Si Van Vleuten da una tregua, ahí estará Longo Borghini, que tiene en 2023 una oportunidad de oro de dar un paso adelante y llevarse toda la atención y aplausos que merece.

Al igual que le pasó con la Roubaix, una escena similar podría darse con el Tour Femmes, donde ha sido sexta en su primera edición. Tras estar muchas veces en la pomada y no poder contar con una grande en su extenso palmarés (34 victorias acumula), si hay alguna ocasión es muy probable que sea suya. Es muy inteligente en carrera, sabe estar y llegar en condiciones a los momentos decisivos y ahí cada vez tiene más experiencia para leer las situaciones y buscar su baza.
Si no le sale, sabe que si todo va como debe, en 2024 tendrá otra opción porque sabe que estará ahí. Si por el camino se hace con triunfos tan magníficos como el de Roubaix, el de Flandes, el de la Strade Biache o los Juegos del Mediterráneo, eso que se lleva. Pero 2023 tiene que ser su año.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Pauline Ballet