Historia

El violeta, el antecesor del arco iris

En septiembre de 2015 se celebraron los campeonatos del Mundo de ciclismo en Ruta en los Estados Unidos de América. Concretamente en la ciudad de Richmond. Fue el primero de los de Peter Sagan. El antecedente más próximo sobre este evento en ese país organizador era la edición de 1986. Los campeonatos celebrados en Colorado Springs con triunfos de Uwe Ampler en la categoría “amateur” y de Moreno Argentin en la de profesionales. Hoy nos “atreveremos” a poner en duda si esos mundiales de Colorado Springs fueron los primeros que se celebraron en el país del tío Sam.

La historia oficial marca que los primeros Mundiales de ciclismo en ruta para profesionales se celebraron en la ciudad alemana de Nürburg en 1927. Pero ya antes se celebraron pruebas autodenominadas con ese mismo carácter de “mundiales”. De eso trataremos en el artículo de hoy.

Evidentemente, para entender los sucesos que a continuación vamos a relatar, hay que contextualizarlos debidamente. Tampoco nos extenderemos demasiado en ello. Básicamente, entendamos que, a fines del siglo XIX, para celebrar un evento con ese carácter de “mundial”, o eran los ciclistas europeos o los americanos quienes debían emprender un viaje en barco. No había otra. Y también, entendamos que las estructuras rectoras de nuestro deporte estaban creándose. Las distancias hacían que muchas de esas estructuras tomasen decisiones… digámoslo… “autónomamente”. Pero quizás lo más novedoso en este contexto, sin entrar en muchas disquisiciones, era el hecho de que, a finales de ese siglo XIX, por extraño que nos pueda parecer, eran los ciclistas ingleses y estadounidenses los primeros héroes y dominadores del deporte del pedal. Por encima de los europeos.

Así, los primeros campeonatos mundiales oficiosos se organizaron en Inglaterra en 1874. Y los primeros mundiales ya oficiales se corrieron en Chicago, los días 7, 10 y 12 de agosto de 1893.

Foto via Internet Archive Book Images, Flickr.com

El primer organismo de carácter mundial ciclista fue la International Cycling Association. Esta asociación se reunió en conferencia por primera vez en noviembre de 1892, bajo la presidencia del neerlandés Frans Netscher. Una de las decisiones que se tomaron en aquella reunión fue la de celebrar anualmente unos campeonatos mundiales sobre un vehículo denominado en aquellos momentos como “safety”. Este “safety” era en esencia la actual bicicleta, que en la última década de ese siglo XIX ya había arrollado a triciclos, draisinas, celeríferos… La ciudad que debía organizar el evento era la flamenca de Amberes, pues esos primeros mundiales se adjudicaron a la Liga Velocipédica Belga. En esas pruebas sólo podrían participar ciclistas “amateurs”. Se establecieron tres distancias. Velocidad sobre una milla (nótese la influencia británica en la decisión), velocidad sobre diez millas y medio fondo. Esta última prueba de fondo se correría sobre 100 kilómetros y los participantes irían en carrera protegidos por “entrenadores vivos” que podían ser tres, cuatro o cinco. Aunque no lo podemos asegurar con certeza, suponemos que esto sería algo similar a como se disputaba la Bordeaux- Paris, sobre la que ya existen fotografías.

No sabemos cómo se tomó la decisión de que Amberes acogiese el primer mundial. Si hubo o no votación… Pero los ingleses y sobre todo los estadounidenses no la acataron. Estos últimos exigieron para sí la organización de aquellos primeros mundiales oficiales… y la International Cycling Asotiation aceptó.

En 1893, en los terrenos del club de béisbol de Chicago, se construyó un velódromo de media milla de cuerda, con un costo de siete mil dólares. Aquellos primeros mundiales resultaron desastrosos, tanto en lo organizativo, como en la repercusión y asistencia de espectadores… y también en el terreno económico. La representación europea fue muy reducida. Hubo muchísimas controversias acerca de qué se consideraba un ciclista amateur y qué se consideraba un ciclista profesional. Las federaciones de Suiza, Italia, España, Francia… consideraron la reglamentación como muy draconiana y no enviaron representación. Incluso la federación australiana no participó de las tesis del resto de países anglosajones. Para los alemanes, daneses y belgas el mayor inconveniente era el económico. Pagar el viaje y la estancia a sus ciclistas durante tantos días.

Sin embargo, pese a todo, todavía se volvieron a celebrar Mundiales en Norteamérica. En el año 1899 en Canadá y en 1912 en Newark (Nueva York), con sendos nuevos fracasos.

Zimmerman. Foto: Van Norman, Springfield, Mass., Public domain, via Wikimedia Commons

Ciñéndonos a lo deportivo de esos mundiales de 1893, las dos modalidades de velocidad tuvieron al mismo vencedor: el estadounidense Arthur Zimmerman. Ciclista que consiguió una fortuna en premios merced a esas dos victorias, pese a esa reglamentación en principio exclusivamente para “amateurs”. La prueba de medio fondo se la llevó el sudafricano Laurens Meintjes. Sí. No es broma. Así se apellidaba aquel ciclista. Pero no podemos asegurar que tenga o deje tener relación alguna con el actual ciclista de Intermarché Wanty. A falta de maillots arco iris, buenas fueron unas bandas de color violeta para condecorar y distinguir a los vencedores.

Escrito por: Raúl Ansó Arrobarren (@ranbarren)

Foto de portada: LaPresse/Fabio Ferrari/RCS Sport

Publicado originalmente en Road&Mud

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