Termina en Madrid la 77ª Vuelta a España con Enric Mas en el segundo escalón del podio y Movistar celebrando su virtual permanencia en el World Tour, más aún con las noticias de que la UCI estaría estudiando la posibilidad de anular los descensos para esta temporada. El balear completa su tercer podio en la ronda española, donde su fiabilidad está fuera de toda duda y enlazando dos de forma consecutiva. Dos años en los que ha salido al rescate de Movistar toda vez que Alejandro Valverde, el buque insignia del proyecto, abandona el ciclismo profesional. Los puntos del murciano, que han sido clave en la consecución de la permanencia, se unen a los de Enric, que si bien no pudo aportar los del Tour de Francia, sí que se ha hecho fuerte en su feudo y ha mostrado una solidez que da idea de la categoría que tiene como corredor, algo que está fuera de toda duda y cuestión.
Otras cuestiones serán las consideraciones que se tengan hacia su actuación, si Mas podría haber conseguido llegar más allá de haber sido más ambicioso o si estaba totalmente justificado el hecho de haber apostado con la boca pequeña por ganar la Vuelta. Las motivaciones para conservar lo ganado son comprensibles dado el gran interés por la marca en resistir en la máxima categoría. Un resbalón de su líder en la clasificación general podría haber tenido consecuencias catastróficas para la estructura. Mucha presión sobre sus hombros y la responsabilidad de no fallar, de seguir al pie del cañón soportando críticas y aplausos al mismo tiempo.

La actuación en la Vuelta
Pese al enganchón dialéctico que tuvo con aquel aficionado, Enric ha tenido una buena actuación en la Vuelta. Visto el resultado y las dificultades que se han encontrado en cuanto al Covid y los duros rivales que se han quedado por el camino, no se puede por más que felicitar al mallorquín por esta segunda posición. Es un ciclista que, datos en la mano, supera en los registros a Fernando Escartín. Sí, el aragonés, actual director técnico de la Vuelta, fue tercero en el Tour y conquistó varias victorias más, pero dos segundos puestos son siempre menos que tres. Joaquim Rodríguez fue solamente segundo en una ocasión (tercero en otra), si bien también pisó el cajón en Giro y Tour. Registro marcado también por Carlos Sastre, que fue capaz de ganar el Tour, pero en lo que atañe a la Vuelta, se ve superado en número de podios por Mas.
Como se ve, no se trata de vilipendiar a un ciclista porque sí. Se pueden admitir sus virtudes, que las tiene y en gran cantidad. Pero, como ha venido sucediendo desde que Movistar existe, también se pueden criticar las estrategias o las declaraciones llevadas a cabo por este equipo o sus ciclistas, entenderemos que diseñadas por sus directores o inspiradas en sus jefes de comunicación. O no, no lo sabemos. En todo caso, siempre se personaliza en el objeto visible, en la persona que da la cara delante de cientos de miles de espectadores. ¿Es eso justo? Seguramente no. Pero es, qué le vamos a hacer.
En las largas esperas al lado de las cunetas hay tiempo para comentar, para departir y compartir opiniones. El ambiente, como todo aquel que se ha acercado a ver una carrera sabe, suele ser muy sano en un clima de respeto y desenfado. Pues bien, en la calle la opinión está dividida. Los más supuestamente entendidos y que suelen ser más críticos con absolutamente todo consideran que Enric debería haber apostado más por ganar que por mantener su posición. Otros, supuestamente menos entendidos, valoran el hecho de que ascienda a la segunda plaza del podio tras el durísimo verano que ha sufrido con sus problemas en las bajadas. Cuestión, por cierto, que es digna de aplauso por una recuperación tan temprana. Había voces que cuestionaban su presencia incluso en la salida de Utrecht. Y ambos puntos de vista pueden tener su parte de razón.

Cuestión de mérito
El mérito está claro. De los casi 200 ciclistas que parten en una gran vuelta, no todos van a ser capaces de llegar a la meta de la última etapa. Todos los que lleguen no lo harán en una posición privilegiada. De muchos ni siquiera se hablará. Ese esfuerzo anónimo se engloba en la fosa común que es un pelotón al recibir los aplausos de los aficionados. Con la imposición de los cascos, además, cada vez es más complicado distinguirles de sus compañeros de equipo. Por tanto, poder ser reconocido y aplaudido adrede y de forma personalizada es una suerte se mire por donde se mire. El sueño de cualquier chaval que ahora está empezando y que tan solo en un 0,01% de los casos llegará a ser realidad.
Al grano. Enric Mas es un gran ciclista. Se podría decir sin miedo a exagerar que sus piernas han sido las dos más fuertes de la ya pasada Vuelta en la montaña. Sin discusión. Sólo un Remco Evenepoel híper motivado ha sido capaz de resistir sus ritmos de subida, dando igual si el puerto era más o menos duro. Los ataques que ha llevado a cabo han sido los más duros con diferencia y los que más daño han hecho al líder. No es casualidad, por tanto, que se constituyese como la alternativa al maillot rojo toda vez que Primoz Roglic comenzó algo dubitativo las montañas y no fue capaz de terminar la carrera.

Valentía, riesgo: asignatura pendiente
Los riesgos dentro del ciclismo deben ser tomados de forma relativa. Un ciclista que afronta una vuelta de tres semanas debe pensar en que siempre hay un día detrás. Para lo bueno, que podría ser replantear un contrataque o una mejor defensa, y para lo malo, que podría ser calcular el esfuerzo para conservar una pequeña porción de energías para el día siguiente. La visión global es importante. La visión sobre los progresos en el proceso también.
Sin tener que poner en riesgo la clasificación, es cierto que a Enric Mas le falta ese carácter digamos ‘ganador’. Ese gen con el que se nace o no se nace, también se puede hacer. Muchos ciclistas a los que se acusaba en una época de ser excesivamente conservadores (Louis Meintjes, por ejemplo) después aprenden que obtienen mayores réditos con otra forma de plantearse las carreras. Escartín, al que mencionábamos anteriormente, se convirtió en ídolo de masas con ese cambio de chip. Al balear le puede suceder lo mismo. Pero para ello debe convencerse de que es un cambio que no va a tener lugar a su alrededor, donde el conservadurismo en cuestiones ciclistas ha sido una parte importante de la filosofía. La que les ha hecho conseguir victorias increíbles en muchos momentos. Pero también la misma que se las ha arrebatado en otros. Es un cambio que debe partir de él, de reconocerse como uno de los más fuertes del pelotón en las subidas, uno de los ciclistas más regulares para las grandes vueltas y un ciclista que tiene un potencial que efectivamente le puede convertir en una especie de heredero de Alberto Contador.
En pocas palabras, Enric debería tomarse más en serio.

Potencial, decisión y objetivos claros
Mas tiene su asignatura pendiente en la insistencia. El ejemplo de la etapa de Piornal es bastante revelador. Arranca a principio de la última subida, donde apenas hace daño al líder. Evenepoel incluso contrataca y pone el nervio en el cuerpo a sus rivales. Precisamente esos movimientos se suelen realizar para apaciguar los ánimos ofensivos y enmascarar así una posible debilidad. Enric debe ser consciente de esos movimientos. En el último kilómetro de la etapa, con la línea ya en la vista, el líder de Movistar despliega todo su arsenal y pone contra las cuerdas al maillot rojo, que en algún instante parece sufrir demasiado, con el hilo a punto de romperse.
Ese hilo da la sensación se hubiese roto con un poco más de insistencia, la que seguro le pidieron desde el coche cuando observaron la escena. Remco después de ese momento crítico se soldó a la rueda y voló hacia meta con los brazos en alto. Ahí el belga es letal. Enric medio sugirió que hubo pacto por la etapa, pero siendo ése el caso, no puedes fiarte de una palabra perdedora en la boca de un ciclista con tanta ambición como el de Quick Step.
Si ese ataque hubiese llegado en el puerto anterior, quién sabe lo que hubiese pasado. Sí, no era el Galibier, está claro. Pero esa resistencia extrema de Remco de cara a meta no se hubiese dado a cincuenta kilómetros de meta. ¿Por qué? Porque una de las consignas que tenía el ganador a la postre de la Vuelta era que bajo ningún concepto se podía ‘explotar’. Por tanto, no hubiese tenido más remedio que dejar marchar al español, que, recordemos, tenía dos compañeros de equipo por delante.
La repetición de la escena en La Morcuera fue sintomática. Hay opiniones de que el trabajo de Movistar ese día quedó incompleto. El paso por Navacerrada, de salida, fue un polvorín. Coronaron a 1860 metros de altitud apenas veinte corredores en el grupo de los favoritos. Evenepoel, que puso a su equipo a trabajar para tener controladas ciertas fugas, tenía ante sí el escenario menos deseado: el caos. Sin embargo, la bajada serenó los ánimos y con la siempre estimable ayuda del Bora-Hansgrohe y el reagrupamiento general, fue un volver a empezar.

Movistar pareció optar más por meter a Valverde en la opción por la etapa que pensar en lo que vendría por detrás. El murciano estaba ante su última opción como ciclista profesional. Honestamente, había tenido diecinueve etapas anteriores para disfrutarla. Ése debería haber sido el día de Enric Mas, del apoyo unánime y sin condiciones al líder del equipo, el que había sostenido sobre sus hombros el peso del posible descenso. La arrancada del equipo en el puerto más duro del día fue de manual. Subida dura, escalonada hasta que el líder lanza un estacazo que deja las piernas de los demás temblando. Sucedió todo según el guion, aunque el demarraje fue más leve de lo esperado.
Restando apenas tres kilómetros para la cima, hubiese sido más interesante tal vez un arrancada más a ritmo, a tope hasta la pancarta de puerto. Si él, que era el más fuerte en subida, lo pasase mal, cómo lo iban a pasar el resto de los favoritos. Era una estrategia que apenas ponía en riesgo su segunda plaza. No tendría el día, como declaró en meta, pero él no pasó apuros en ningún momento, algo que no podían decir otros integrantes del top ten. Siempre hay tiempo para parar. ¿Y si Evenepoel -que tampoco pasó buena noche- se queda y se abre la opción de intentar apretar la Vuelta? Nunca lo sabremos.
Las tortillas no se pueden hacer sin romper los huevos, como dice el refrán.
Comunicación, asignatura pendiente
La realidad objetiva es difícil de cuestionar. Existen muchas críticas al conservadurismo de Movistar y a la poca exposición de Enric Mas en los momentos decisivos. Siendo conscientes de ello y con parte de razón en esa opinión, sus directores no hacen bien en lamentar la baja de Roglic por aprovechar su rueda en los ataques. Todas esas declaraciones sólo ahondan en perjudicar la imagen de Enric, que además en entrevistas en los sucesivos días de descanso ya mostraba su dicotomía entre ir a ganar la Vuelta o conservar lo que tenía.
La sensación que queda en el aficionado (y en general en todo el que estuvo pendiente de la Vuelta) es que el ciclista de Movistar tuvo más opciones de pelear el maillot rojo de las que pusieron en marcha desde el equipo español. Esa sensación de no haber dado todo por la victoria resta cierto encanto a la actuación del balear, que puede necesitar romper esas cadenas que parecen haberle atrapado para las segundas posiciones.
Declaraciones como que Remco Evenepoel, que llegaba a la contrarreloj con amplia ventaja a la contrarreloj de Alicante, ganaba la Vuelta gracias a la ventaja obtenida en las cronos, deja muy a las claras lo lejos que en ocasiones se pueden encontrar de admitir una realidad: la diferencia residió únicamente en que el belga lo dio todo por ganar y Movistar peleó por amarrar la segunda plaza del podio. Es así.

En el episodio (provocación) de aquel aficionado, Enric no debió entrar, dentro de que se reconoce la comprensión en lo desafortunado del incidente y de que se debe condenar todo insulto / falta de respeto a cualquier deportista. El ciclismo es un deporte que tiene la suerte de conectar casi piel con piel a sus estrellas con el aficionado. Precisamente permite eso por el respeto general que existe por todos y cada uno de los ciclistas que parten en un pelotón. A posteriori todos somos Einstein, pero tal vez la forma adecuada hubiese sido hablar sobre la carretera para no dar protagonismo a quien lo buscaba. Tampoco permitir que la imagen que quedase de Mas fuese una serie de frases totalmente entendibles pero que para muchos le rebajaron a la altura de falta de respeto que había recibido.
La comunicación es muy importante en nuestros días. Un video como ése puede hacer mucho daño y tirar por tierra el trabajo de tanta gente. La imagen es importante, cada vez más, y el hecho de poder perder en un segundo la honorabilidad y buen hacer que te caracterice obliga a estar más atentos a estos aspectos casi que de un abanico en punta del pelotón.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: Movistar / Sprint Cycling Agency