Entrevistas Femenino

Entrevista a Alexandra Manly (Bike Exchange)

La prueba mundialista en pista de París es la última gran cita en el extenso calendario de nuestra protagonista, la ciclista australiana Alexandra Manly, quién en 2022 cual acróbata ha ido cosechando éxitos mientras alternaba el asfalto de la ruta y los listones de la pista.

Nuestra protagonista guarda un sucinto paralelismo con el suburbio sidneyés con el que comparte apellido. Manly es el diamante desconocido de buena parte de los turistas que acuden a la ciudad de Sydney idealizando con visitar la Opera de Sydney, el Harbour Bridge, el puerto o las playas de Coogee y Bondi. Pero que ignoran el blanco y dorado de las arenas de Manly y el azul, a veces veces cristalino, de sus aguas.

Cuando el aficionado piensa en el potencial de la selección rutera australiana posiblemente vienen rápidamente a su mente Amanda Spratt o Grace Brown y, en un segundo plano, aparecen Brodie Chapman, Sarah Gigante, Chloe Hosking o Sarah Roy. Mientras que nuestra protagonista suele quedar en el olvido. Quizás no tanto después de una sensacional temporada en la que la aun joven aussie ha dejado caer la venda de aquellos que la desconocían.

Tras una notable final de la temporada de clásicas, donde fue la mejor del BikeExchange-Jayco en las «clásicas ardeneras», la australiana terminó por ratificar que este era su año justo antes del comienzo del verano, logrando tres victorias parciales y la general en el Lotto Thüringen Tour y batiéndose codo con codo tanto con las mejores velocistas del pelotón como con las favoritas a la general en The Women’s Tour, en tierras británicas.

Para después refrendar su buen año en el Tour de France des Femmes y en Escandinavia, donde logró una victoria parcial de gran calado adelantándose por poco, entre otras, a la todopoderosa Vos y un nuevo podio para su palmarés en la general final. Sin duda Manly hace tiempo que ha dejado atrás el estereotipo de que las pistards apenas suben un puente, concretamente el puente de la general de la montaña del bizarro Tour de Chongming Island.

En resumen, un año sensacional para la ciclista de BikeExchange, que solo podría coronarse con alguna medalla en París, que acompañase a la lograda hace solo unas semanas en Wollongong en la prueba de relevo mixto contrarreloj por equipos.

Volviendo a la alegoría simplona con la que apenas arrancábamos esta introducción, nuestro diamante «desconocido» comenzó en realidad muy pronto a brillar.

Corría el mes de septiembre de 2014, Botín yacía y la selección española ansiaba el botín que ridículamente había dejado escapar el año anterior en Florencia.  España acogía la disputa de los campeonatos del mundo de ciclismo en carretera. Ponferrada era el epicentro ciclista por algo más de una semana.

Al Bierzo llegaba nuestra protagonista con luz propia, como firme candidata a todo. Tras sus prestaciones mostradas en Florencia 2013 – bronce contra el reloj y octava en línea – y doblete mundialista en los mundiales de pista junior de 2014, Manly era una de las grandes favoritas.

En una jornada contrarreloj marcada por la lluvia, la oceánica no pudo mejorar sus resultados del año previo, finalizando cuarta, a escasas centésimas del tercer cajon del podio, al que se subiría su compatriota Anna-Leeza Hull, y a solo trece segundos del oro logrado por su también compatriota Macey Stewart.  

Como bien saben las medallas de chocolate no se reparten y que su intenso sabor amargo solo puede edulcorarse con el paso del tiempo. Pese a ello, quienes estuvieran presentes recordaran que tras la contrarreloj individual resultaba sorprende ver a Manly con esa sonrisa contagiosa que muchas veces destila. Parecía feliz a pesar de lo cerca que había estado del podio y del arcoíris.

Pero Alex nos confiesa la cruda realidad: «Era posiblemente solo la impresión que transmitía. Es cierto que aquel día fue quizás el momento o el punto de inflexión más importante de mi carrera. En ese momento me sentía muy decepcionada, pero al mismo tiempo era muy difícil porque mi mejor amiga había ganado la carrera. Pero a la vez estaba decepcionada conmigo mismo porque había perdido una medalla por apenas medio segundo».

«Sin embargo, es esa decepción la que me ha llevado a ser la atleta que hoy soy» sentencia la ciclista del BikeExchange – Jayco.

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Quizás pueda parecer una afirmación baladí. Lo cierto es que es tras aquel cuarto puesto Manly veía como Stewart y Hull le adelantaban por la derecha y se erigían el futuro del ciclismo femenino australiano.

Está claro que el calor del momento y la perspectiva determinan en gran modo nuestro parecer sobre las cosas o eventos que nos suceden. Y que con el tiempo el chocolate o la plata de las medallas pueden volverse uno de nuestros más preciados tesoros. Quizás para Manly Ponferrada fue su última lección como junior. En la vida y en la carrera de un deportista surgen numerosas piedras en el camino y hay que aprender a sobrellevarlas.

Lo que hoy oro parece, mañana… y lo que hoy es solo chocolate, mañana puede ser… Como sabrán tras un periodo en la categoría élite tanto Macey Stewart y Anna-Leeza Hull terminaron por poner punto final a sus carreras profesionales.

Con ellas, tras acabar su etapa junior, el ciclismo australiano revivió desgraciadamente los fantasmas del pasado. Un atropello con fuga, la primera, y mononucleosis, la segunda, en sus primeros años como élite recordaron el desafortunado caso de la gran promesa Megan Dunn.

«Aprendí a lidiar con los contratiempos. Estaba devastada. Ese momento ha sido probablemente uno de los más bajos por los que he pasado en mi carrera. Estaba muy triste, pero tuve que esperar hasta que llegué a mi habitación de hotel, lejos de los demás que estaban felices. Ya que no quería destrozar el estado de ánimo y la alegría de mi amiga» nos reconoce Manly.

«Tuve que hacerlo. Tuve que esperar a llegar a mi habitación de hotel antes de que pudiera dejar salir mis emociones. Pero ahora que echo la vista hacia atrás me siento feliz de que sucediera así. Porque siento que no estaría donde estoy hoy sin ese momento».

A pesar de no alcanzar sus expectativas, con su cuarta plaza y su undécima en línea, las puertas del profesionalismo se abrían para la junior. Un salto directo que, en aquel momento, no creía que pudiera llegar.

«No tenía expectativas de poder dar el salto al profesionalismo. No tenía idea de lo que me esperaba y al final fue bastante difícil.  En aquellos momentos yo no tenía manager. El jefe del ciclismo australiano supo ver que Macey y yo teníamos talento, que éramos buenas en pista y carretera y no quería perdernos

En el pasado se habían visto en numerosas ocasiones como muchas jóvenes ciclistas australianas brillaban como adolescentes, pero que después se veían obligadas a retirarse porque no había camino».

El mundo cambia, está en constante movimiento y nuestro deporte, aunque lo analicemos en instantes temporales, no es una excepción. Los modelos o prototipos caen, surgen o evolucionan. Australia fue el gran – o al menos uno de los – paradigma del ciclismo en pista, tanto por rendimiento como por investigación científica, desde comienzos de siglo.

Un modelo que año a año formaba numerosas jóvenes que cosechaban o peleaban por las medallas en los campeonatos internacionales que disputaban. Pero que veía que el salto hacia el profesionalismo, hacia la categoría élite femenina, era demasiado grande y el futuro demasiado incierto como para darlo de una zancada.

Y con ello, año a año, el talento que habían ido puliendo y cuyo potencial estimaban que aún no había sido alcanzado iba escurriéndoseles de las manos. Era necesario establecer un camino, una hoja de ruta con la que guiar y con la que garantizar que había un futuro para ellas.

«Tuvimos mucha fortuna de que él [Kevin Tabbota] creara un camino para Macey y para mí». A pesar de ello, todo camino no está exento de obstáculos y adversidades.

«Fue bastante difícil. Pasamos de ser unas junior a estar en compitiendo como élites en Europa. Y en realidad aun seguíamos siendo unas junior australianas. En Australia a veces solo compites contra otras diez chicas y, sin embargo, llegas a Europa y tienes que competir con cientos de chicas. Es un gran paso en nuestra curva de aprendizaje.

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En 2015 comenzó su primera etapa en las filas de GreenEdge Cycling, entonces esponsorizado como Orica – AIS. Una aventura o etapa que duró hasta finales de 2019, el que debía de ser el año de Tokyo 2020, momento en el que la australiana debía centrarse plenamente en la pista.

Unos años en los que poco a poco, sin hacer mucho ruido, casi murmurando – como llegaron a apodarle en su primera temporada fruto de la introversión y timidez de una adolescente que da el salto oceánico – desarrollando todo ese potencial que antaño habían aventurado a estimar los responsables de la federación australiana.

«Disfrute cada uno de esos cinco años. Creo que también disfruté en cada carrera, a pesar de que al principio únicamente intentaba acabarlas. Estaba casi siempre a cola estaba terminando de las últimas.

Me estaba topando de bruces con la categoría élite, hacía mal casi todo. Así que tuve que mejorar. Era prácticamente imposible no mejorar cuando lo haces tan mal. Tuve un muy buen grupo de chicas a mi alrededor. La mayoría de las chicas en el equipo eran 10 años mayores que yo en esa etapa».

En esa etapa Manly compartió equipo con leyendas como Emma Johansson y Annemiek van Vleuten, notables ciclistas como Katrin Garfoot Amanda Spratt, Jolien d’Hoore, Grace Brown o Lucy Kennedy y con experimentadas capitanas de ruta como Sarah Roy, Gracie Elvin, Loren Rowney, Rachel Neylan o Melissa Hoskins – actualmente apellidada Dennis –, entre otras. «Fueron una especie de mentoras para mí que me ayudaron mucho a mejorar.

Cuando le preguntamos por un modelo a seguir dentro de ese equipo con tantas corredoras de las que aprender cosas, Alex nos declara: «Con Annemiek van Vleuten y Jolien d’Hoore en el equipo vi que esto era una posibilidad. Antes de correr con ellas no sabía si lo era, era como si no creyera que fuera posible. Parecían supermujeres, pero en el equipo veías que son como como cualquier persona normal. Te hacen ver que tú puedes hacerlo, que cualquiera puede hacer esto. Simplemente, tienes que ponerte manos a la obra.

Pero luego estaban Gracie Elvin y Amanda Spratt, que me han enseñado a rodar en el pelotón, cómo pensar en carrera y en tácticas de carrera. Han estado ahí durante toda mi carrera y confío en lo que dicen al cien por cien y siento, han sido mi guía; en definitiva, ellas han sido mis principales mentoras. También australianas, así que también las he tenido como ejemplo para ver qué puedo hacer esto, porque ellas lo hicieron

Tenía a mi alrededor un gran grupo de personas. Esos cinco años me ayudaron a formarme como deportista. En aquel momento no era consciente de lo importantes que estaban siendo esos años para mi desarrollo.

Me enseñaron como rodar en un pelotón. Me enseñaron muchas cosas que no soy capaz de expresar con palabras. Como esas pequeñas habilidades que aprendes en el día a día, incluso de la mentalidad de mis compañeras.

Rodar con ciclistas como Annemiek, Spratty y Jolien, no es algo que puedas hacer todos los días y puedes aprender mucho de ellas. Así que en aquellos años fui un poco como una esponja, tratando de absorber todo lo que pude de ellas».

Pero como toda progresión esta no es lineal. Las rosas, si acaso, son solo el punto final o una estación intermedia del camino.  Un camino en el que la adversidad y los obstáculos forman parte importante de él. Y el caso de Alex Manly no es una excepción: «Creo que en donde peor lo pasé fue mi primera participación en The Women’s Tour of Britain».

Casualidades de la vida, donde peor lo pasó fue en una prueba en la que esta temporada ha terminado por mostrarse como una ciclista versátil, capaz de medir su velocidad con las grandes sprinters del pelotón, pero también de testar su resistencia frente a las grandes favoritas en las generales de las vueltas por etapas.

camino erróneo. Creo que caí encima de unas ortigas. Entonces no podía dormir. No dormía por la noche porque mi cuerpo me picaba mucho y sentía un fuerte hormigueo. Esa carrera fue muy difícil para mí. Y recuerdo que en esos momentos no sabía si estaba preparada para esto. En mi interior pensaba en parar».

Aunque a veces las cosas dependen de la perspectiva desde la que las miremos. No resulta lo mismo que nos ofrezcan algo o que nos veamos obligados a hacer eso. Aunque el algo, la cosa, sea lo mismo.

«Fue entonces cuando uno de los miembros del equipo me preguntó: “¿Quieres seguir haciendo esto?”. En aquel momento estaba en shock, nadie me había hecho nunca esa pregunta. Luego lo pensé y dije: “Quiero hacerlo”».

Cinco años en los que la australiana también vivió gratas experiencias. «He tenido muchos buenos momentos con el equipo, pero tal vez el mejor momento fue cuando Spratty ganó una etapa de la Bira». Y, sin pretenderlo Alex nos recuerda que ya han pasado más de tres años después de la última edición de la Emakumeen Bira. «Ya no es una vuelta por etapas, pero lo fue. Sentí que jugué un papel importante en eso. La forma en la que ganó fue bastante épica, ganando en solitario tras escaparse a falta de 50 kilómetros para el final. Fue muy especial y para mi ese el momento favorito de esos cinco años en el equipo».

Un lustro en el que poco a poco las exigencias o expectativas por parte del equipo australiano BikeExchange – Jayco irían creciendo.

«Creo que en mi primer año no tenían ninguna expectativa sobre mí. En cada carrera el único objetivo era que llegara a la meta. No había realmente unas expectativas y es algo de lo que estoy muy agradecida.

Luego cada año fue un poco más. Supongo que después la principal expectativa que tenían de mi es que cumpliera con mi papel en cada carrera. Poco a poco sentí que ese papel o rol dentro del equipo fue siendo más importante. Cada carrera de cada año en la que participé, a medida que me fortalecía sentía que podía ayudar cada vez un poco más.

Pero creo que en el equipo solo querían que me desarrollara. Fundamentalmente por eso volví con ellos también este año. Porque no podría imaginar irme a ningún otro lugar después de que pasaron cinco años desarrollándome y podrían haberse dado por vencidos fácilmente si hubieran querido, pero, sí, estoy muy contenta de que no fuera así».

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Volviendo a caer en el fácil recurso de la metáfora. Podemos decir que equipo australiano aplicó procedimientos de valoración de Orica – su entonces patrocinador, empresa de explosivos con una división enfocada al sector minero –, invirtiendo y trabajando poco a poco hasta que años más tarde el filón ha quedado a la vista. Pero esa inversión no fue libre de costes y riesgos para la australiana. Supuso importantes cambios.

Alex era bastante joven cuando se marchó de casa, al otro lado del globo terráqueo, en busca de su sueño. Un cambio radical, cuyos efectos y consecuencias a veces se pasan por alto, cuando se valoran los éxitos de sus deportistas. Llegó a Gavirate, junto a Varese donde el deporte australiano tiene su base, el European Training Centre.

«Al principio no me di cuenta, estaba como anestesiada. Solo tenía dulces pensamientos, pensaba: “Esto es increíble, puedo vivir en el extranjero. Es asombroso”. En mis primeros años no me pagaban mucho dinero. Así que me las tenía que arreglar con lo que había. Era mucho más difícil de lo que parecía desde fuera.

Recuerdo que mi amiga y yo estábamos un día preguntándonos, “¿Tienes esos 5 € para los cereales? Necesito conseguir un poco de cereal”. Fue bastante difícil.

Pero teníamos buena gente alrededor y finalmente terminé mudándome a Gerona en mi último año. Luego encontré una comunidad allí. Allí sientes que tienes una familia, aunque no estés en casa. Y forjé algunas relaciones muy fuertes con algunas de mis compañeras de equipo. Ahora está bien el vivir en el extranjero, me siento como en casa, pero hubo un par de años bastante difíciles».

Y es que en muchos casos ser ciclista élite, a pesar de formar parte de los programas de una federación, no implica tener estabilidad económica. Manly tardaría aun unos años en alcanzar la independencia económica.

«Tal vez en mi tercer año con el equipo empecé a gozar de cierta independencia financiera. Pero se debió a que en el ciclismo en pista estaba mejorando, así que obtuve más dinero a través de ellos – del programa de pista –. Fue entonces cuando sentí que tenía más estabilidad. Fue en la temporada 2017-18 porque las cosas en la pista iban bien, estaba siendo apoyado por la pista, no por la carretera».

La estabilidad económica es un tema recurrente cuando hablamos de ciclismo femenino; en especial es salto en años recientes, aunque aún hoy en día no la palabra estabilidad no forma parte de todo el pelotón internacional.

Le pedimos a la ciclista del BikeExchange – Jayco que nos detalle cómo ha ido evolucionando su situación financiera a lo largo de su carrera y cuáles han sido las principales fuentes de financiación con las que ha ido contado.

«Es algo en lo que he visto un gran cambio a lo largo de mi carrera, a pesar de que no llevo tanto tiempo. Bueno… han pasado siete años desde que empezó todo por primera vez. El primer año tuve becas y recibía un poco de dinero del programa de pista del equipo australiano, pero no era mucho.

Tenía mi alojamiento pagado en Europa y vivía con mi familia en Australia. Así que todo lo que tenía que pagar era la comida. Así que me las pude arreglar con eso, pero debía tener un poco de cuidado. Un “gelato” puede ser barato por el tipo cambio a euros… jejeje.

Gracias a los resultados en la pista me mantuve financiada por el gobierno durante algunos años. Una vez que entré ciertamente al programa de pista empecé a ganar cierta independencia, ya que, en mis primeros dos años no se puede decir que estuviera propiamente en el equipo de pista. Entonces no recibía mucho.

Pero cuando obtuvimos resultados en la pista y formé parte del equipo ahí fue cuando empecé a estar financiada plenamente por el programa. Fue cuando AIS – el instituto australiano del deporte copatrocinaba al equipo femenino en sus primeros años – abandonó la estructura de GreenEdge.

Entonces pude obtener un poco más de financiación, también por parte del equipo GreenEdge, en la carretera. Aunque no ha sido hasta este año cuando he visto un gran salto en la cantidad de dinero que se mueve en el ciclismo femenino, pero no es todo el mundo. Soy una afortunada de estar en un equipo como en el que estoy.

Se ha producido un gran cambio en esta área. Para mí ha sido un gran salto, pasar de los 0 € con los que contaba en GreenEdge en mi primer año a ganar un salario».

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Los JJ. OO. ejercen, en cierto modo, de gran astro sobre el que gravita en cierto modo la carrera y los calendarios de aquellas ciclistas que mantiene un especial énfasis en el ciclismo en pista. Al final y al comienzo de cada ciclo olímpico, con la lejanía de la nueva gran cita y la necesidad de desconectar, la carretera suele ser el refugio en el que encontrar la motivación y desde el que construir y desarrollar todo su potencial.

El caso de Alex Manly parece diferente. La carretera ya no parece el cobijo desde el que seguir desarrollándose para cosechar éxitos en la pista. Sino que cada vez parece más claro que su carrera está tomando un enfoque multidisciplinar con objetivos y momentos de forma claros en ambos calendarios.

«Mis objetivos principales son el Tour de Francia y los campeonatos mundiales en ruta – Wollongong – y en pista – París –. Esos son mis objetivos principales de la temporada y en los que me he enfocado y he estado trabajando. Cuando terminé los Juegos Olímpicos el año pasado, pensé: “Está bien, ¿qué quiero hacer ahora?” ».

Parece que un mayor peso de la carretera estuvo entre sus respuestas, a tenor de los sensacionales resultados justo antes de comenzar el verano en el Lotto Thüringen Tour y The Women’s Tour.

«El Tour de Francia ha sido mi primer objetivo del año. Ahí es donde esperamos ver algo especial – la entrevista se realizó justo antes de la gran vuelta –. Siendo honesta, me sorprendió estar en forma en el Lotto Thüringen Tour y The Women’s Tour. Espero poder mantenerlo y no haber perdido demasiado. Pero sí, espero con ganas el resto de la temporada».

Un pico de forma o al menos en cuanto a rendimiento y resultados en tierras germanas y británicas nada previsto por la oceánica.

No, no los esperaba en absoluto. No era ni siquiera la persona designada para las llegadas en Thüringen. El primer día yo era la segunda opción, pero desafortunadamente tres o cuatro de nuestras chicas se cayeron.

Las oportunidades no llegan en el momento óptimo ni cuando uno se lo espera. Y es que, casualidades de la vida, los momentos son malos o buenos según desde la perspectiva desde la que uno se sitúe. Un mal momento, una lesión de una compañera puede suponer la oportunidad necesaria en el momento oportuno para que la carrera de otra despegue. Lo hemos visto en numerosas ocasiones.

«Ruby – Roseman-Gannon – fue realmente altruista y me cedió asombrosamente la oportunidad. Se había lastimado la rodilla después de la caída y dijo que no estaba bien. Así que me cedió el rol de esprintar. Le estoy muy agradecida por ello. Entre Ruby y yo hay una gran confianza y nos congeniamos.

Si alguna no se siente bien, entonces quizás la otra si lo este, así que podemos cambiar nuestros roles con bastante facilidad. Así que, realmente no podía esperar lo que pasó en Alemania. Aún estoy emocionada por lo que pasó, ¡guau!».

En un mundo guiado por los datos, muchas veces pensamos vence el más potente o el que mejores números obtiene en determinada prueba. Muchas veces obviamos la importancia de la técnica, la relajación en carrera, el instinto o la toma de decisiones. Cuando preguntamos a Alexandra dónde cree que ha estado la mejora más determinante en sus recientes éxitos nos confirma que su mejora no viene determinada solo por un incremento de watios.

«Creo que con las cosas que acabas de decir, definitivamente me siento más relajada en carrera. Ahorro más energía y creo que estoy terminando por aprender a concentrarme un poco mejor en carrera.

Cuando era más joven no podía mantenerme concentrada del todo durante tanto tiempo. En la pista, me concentro minutos antes de salir y luego compites, te vas de nuevo y desconectas. Pero en la carretera tienes que mantenerte concentrada durante horas. Así que he tenido que aprender a mantener mi concentración durante toda la carrera».

Pero a pesar de la trascendencia de otros factores distintos a la potencia Manly no considera que la preponderancia de los datos en la toma de decisiones y el enfoque científico en el deporte sean perjudiciales. «No creo que sea perjudicial. Los datos son necesarios, aunque también necesitas valorar lo que está sucediendo en el camino. Pero no creo que su uso llegue a ser dañino. Están bien».

Después de un brillante devenir rodando sobre el asfalto en 2022 uno podía aventurarse a pensar, como algunos pistards hicieron, si la australiana pretendería tomar un parón en su carrera de pista. Céleremente Manly nos despeja esa idea.

«Todavía me mantengo centrada en el ciclismo en pista, sigo practicándolo. Siento que todavía tengo muchas cosas por hacer en la pista. Todavía no he logrado y no creo que sea feliz, que me conforme, hasta que haya conseguido ciertos objetivos. Necesito seguir intentándolo, porque no quiero renunciar a esos objetivos todavía. Así que sí, seguiré compitiendo en pista. Tal vez no tanto como en el pasado, pero todavía tengo algunas metas que quiero cumplir».

Parece casi inevitable que después de su gran año se haya tratado de definir a la australiana como corredora. Unos dirán que puncher, otros que all-rounder y quizás otros… Ante la pregunta Alex nos recuerda que la sufrida etiqueta que ponemos a las ciclistas cuando tratamos de describirlas suele ser algo dinámico, en evolución.

«Creo que he cambiado a lo largo de mi carrera. ¿Qué carreras me gustan más? Ahora que soy un poco más fuerte y mayor, siento que me gustan las carreras más duras. Un poco más montañosas, con cotas, pero también un poco más llano al final. Tal vez, tal vez esas sean mis favoritas y las que mejor se me adaptan, pero no lo sé.

Me gusta cuando la carrera es dura desde el principio y suceden muchas cosas. Las carreras en las que siempre suceden cosas suelen ser de mis favoritas. Cuando sientes que es como si siempre estuvieran pasando cosas es emocionante competir. Tienes que tomar decisiones muy rápido. Sin duda, mis favoritas.

No sé si encajo en alguna etiqueta, creo que todavía estoy tratando de averiguar qué tipo de ciclista soy. La gente me pregunta bastante por eso. Pero yo no sé qué tipo de ciclista soy. Corro fuerte siempre que puedo».

Lo cierto en que con su largo historial pistero la australiana rompe un poquito algunos moldes, ya sea el de esprínter o el de prologuista – aunque las jornadas contrarreloj en el calendario brillen últimamente por su ausencia – y sobre todo el estereotipo de que las pistards apenas suben un puente. Manly ha demostrado ser una corredora rápida, capaz de rematar, pero también fuerte en las subidas cortas e incluso se ha mostrado un nivel decente en ascensiones algo más largas como en el Tour o en La Vuelta.

«Este año he estado tratando de descubrirme a mí misma. Ya sabes, de hacer un poco de todo y tratar de descubrir qué me viene mejor». Al menos por ahora, no se ve como especialista contra el crono. «No estoy segura. No he hecho una en mucho tiempo. Si me enfocara en eso, quizás podría ser buena. Pero es difícil enfocarse en todo al mismo tiempo».

© ASO / Thomas Maheaux

Y lo cierto es que es una corredora que ya toca suficientes palos. Entre esos muchos ha estado correr la primera edición del Tour de France des Femmes avec Zwift. Una carrera sobre la que preguntamos si sueña con vestirse de amarillo alguna vez y la importancia o peso que va a tener para el ciclismo femenino.

«Eso sería genial. Es algo que probablemente no sucederá, al menos todavía, pero definitivamente sería un sueño.

Es algo muy especial que hayamos llegado a tener el Tour. Es algo que no pensé que pudiera suceder en mi carrera. Y ahora que se va a disputar y voy a estar en el equipo – la entrevista se realizó en vísperas del Tour –… es asombroso.

Incluso este año tuve dudas. No estaba segura de cómo iría mi transición a la carretera, después de estar completamente volcada en la pista estos últimos dos años. A comienzos de temporada solo quería ser escogida para el equipo del Tour.

Ese fue como el primer objetivo. Pensaba que realmente no podía aspirar a mucho más que eso. A parte, me gusta centrarme en cada paso o escalón que recorrer. Me gusta dar pequeños pasos, no quiero subir varios escalones de golpe. Quiero trepar por la escalera gradualmente.

Claro que para mí sería algo increíble vestir el maillot amarillo. Pero tal vez este año no. Tampoco sé cuáles son los roles y las expectativas del equipo. Imagino que apenas acaban de decidir quienes vamos a participar. Pero me encantaría gozar de algunas oportunidades. Aunque no creo que sea una líder del equipo».

A pesar de estar habituada a las concentraciones con el equipo de pista para preparar las distintas competiciones, su selección para el Tour ha supuesto cambios en su preparación y entrenamientos.

«Esta es la primera vez que he realizado una concentración altura, siendo honesta. Así que es una nueva experiencia para mí. Aún no había tenido tiempo en mis temporadas anteriores para probar esto.

Solo llevo unos días entrenando en altura, así que aún no me he notado mucho cambio. Imagino que después de tres semanas concentrada debería sentirme bien. Sigo los entrenamientos de Andrew Smith, que es mi preparador de BikeExchange».

2022 no estaba marcado en la carretera solo por el Tour, sino que también ha sido el año de la disputa de los Juegos de la Commonwealth, en cuyo equipo Alex fue seleccionada. En los anteriores Juegos de la Commonwealth Manly se colgó la medalla de oro en la prueba de persecución por equipos.

«Espero que sea divertido. Me emociona estar seleccionada en el combinado australiano. Creo que será una carrera difícil. Pero creo que las australianas podemos hacer un buen papel, aunque personalmente no tenga expectativas. Estoy feliz por ir. Daremos lo mejor de nosotras si tenemos la oportunidad.

Todavía no sé qué rol jugaré. Me enteraré las próximas semanas. Pero, estaré contenta sea cual sea mi papel. Me comprometeré al cien por cien y espero que alguien en el equipo pueda ganar una medalla de oro – finalmente su compañera y amiga Georgia Baker se hizo con el oro en la prueba en línea y Grace Brown en la prueba contrarreloj –. Obviamente tengo un gran recuerdo de mis últimos Juegos de la Commonwealth. Fueron muy especiales. En términos generales en Australia no se sigue mucho el ciclismo, pero los Juegos de la Commonwealth son un asunto importante».

Volviendo a centrarnos en la pista. Tal y como nos contaba nuestra protagonista, tras haber sido doble campeona del mundo junior (en persecución individual y por equipos en 2014) poco a poco sus prestaciones fueron mejorando y sus resultados llegaron también en la categoría élite.

Peldaño a peldaño, como a Manly le gusta plantearse los retos y su progresión, terminó por subirse al podio mundialista en Hong Kong 2017. Y por partida doble, plata en persecución por equipos y bronce junto a Amy Cure en la americana.

Una senda que continuaría en 2018 en los Juegos de la Commonwealth colgándose el oro con la cuarteta de persecución por equipos y que en 2019 aun mejoraría (en el regreso mundialista de Australia tras ausentarse de los mundiales de 2018) en Polonia proclamándose doble campeona del mundo, ahora ya como élite, en puntuación y persecución por equipos. ¿Pero fue todo un camino de rosas entonces?

«Polonia fue increíble. Ni siquiera pensaba que iba a poder llegar a los mundiales porque me rompí el hombro cinco meses antes y no podía ni levantar mi brazo en el aire, ya que lo tuve en cabestrillo por mucho tiempo. Simplemente estaba hecha pedazos antes de llegar a Polonia. Pero los entrenadores creyeron en mí.

Luego en la persecución por equipos ganamos la medalla de oro. Fue muy especial. Pero no pude disfrutarlo en la pista ya que no competí en la final. Mi sueño de ganar un campeonato mundial era estar en la pista, ganar el arcoíris en la pista. Ya que solo participe en la primera ronda – ni en la clasificatoria ni en la final por el oro –. Así que cuando gane la prueba de puntuación, sobre la pista, eso sí que fue realmente especial. Creo que proclamarme campeona del mundo no cambio mi vida, solo cambió el hecho de que creo más en mí misma, pero no cambió mi vida fuera del deporte».

Pero en el deporte como en la vida las cosas no son lineales y toda progresión cada cierto tiempo suele venir acompañada de un disgusto que nos despoje de todo júbilo y nos devuelva irremediablemente a la tierra, al peldaño de salida. Y así sucedió en 2020, cuando Manly recibió el – al menos entonces – mayor mazazo de su carrera: se quedaba fuera del equipo australiano de pista para Tokyo 2020.

El sueño olímpico, el gran objetivo de muchos deportistas, se escapaba delante de ella. Tras un ciclo olímpico donde había progresado peldaño a peldaño, a la hora de la verdad los responsables de la federación consideraban que no daba el nivel para ser una de las cinco elegidas.

Como reza el proverbio anglosajón, el mundo no es todo sonrisas y arcoíris, ni siquiera para una ciclista australiana de sonrisa casi perpetua acostumbrada a perseguir arcoíris. Posiblemente la mayor decepción que puede sobrevenir a cualquier deportista, que suele en ocasiones marcar el final de algunas trayectorias deportivas y en el mejor de los casos el replanteamiento de las mismas.

«Fue duro. No fueron buenos momentos. Aunque ya había tenido algunas conversaciones bastante duras antes de la disputa de los campeonatos del mundo – Berlín 2020 –. Desde ese momento ya sabía que no iba formar parte del equipo olímpico.

Aunque la selección no se anunciaría hasta un mes después yo ya sabía que no iba a formar parte del equipo olímpico, sabía que de ningún modo iba a ser seleccionada en ese momento. En ese momento me comencé a plantear qué quería hacer. Estaba digamos en un limbo, en tierra de nadie».

A veces suele cuestionarse la crudeza y el ostracismo con él se toman y comunican las decisiones sobre los ciclistas en los programas olímpicos en pista, en especial en los años de Simon Jones al frente del australiano. Por la dificultad de sobrellevarlos preguntamos a la australiana.

“¿Si me resulta o ha resultado difícil? Sí, mentalmente, a veces lo es. Depende de cómo sea el programa en el que estes. Pero bueno, en el programa en el que yo estaba era muy intenso. Sí, fue mentalmente difícil, este deporte es bastante feroz. No te miman, es exigente mentalmente.

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Era el 19 marzo de 2020 cuando se hizo oficial la selección australiana para el fondo femenino: Amy Cure, Annette Edmondson, Ashlee Ankudinoff, Georgia Baker y Maeve Plouffe. Lo que pasaría en días siguientes ya lo conocen, forma parte de nuestra historia.

«Luego, un par de días después del anuncio, los Juegos se pospusieron. Fue algo así como, “Bueno, ¿me centro ahora en la carretera? ¿o sigo intentando con la pista? ¿qué se supone que debería hacer?” Creo que necesitaba tomarme un tiempo para mí.

En esos momentos también supe que había gente que estaba pensando en dejarlo – conviene recordar al lector que algunas seleccionadas como Steph Morton o Amy Cure anunciaron su retirada a finales de 2020, antes de que se disputaran los Juegos pospuestos –, pero existía la duda, porque ya habían seleccionado al equipo para Tokyo 2020.

“¿Se podía cambiar? Si sigo entrenando duro durante un año y logro ser la mejor del programa de pista, ¿podré ir? O como ya se ha anunciado el equipo, me quedaré de todos modos fuera”. Así que en ese momento me encontraba lidiando con el fracaso de no haber sido seleccionada.

Fue un momento en el que tienes que gestionar todos esos pensamientos negativos, que te hacen dudar de tu propia valía. Piensas, “quizás no soy lo suficiente buena, tal vez no pueda hacerlo”.

Ese ha sido otro punto de inflexión en mi carrera. Decidí no que aún no era el momento de rendirme, que no estaría satisfecha conmigo misma si no lo volviera a internar. Ya que si hubiera vuelto a fracasar al menos lo habría intentado, no habría sido alguien que hubiera dado su brazo a torcer tan fácilmente. Simplemente no estaría muy feliz conmigo misma si me hubiera rendido entonces».

En el caso del programa de pista australiano estamos acostumbrados a que no se trate con la misma indiferencia los éxitos y los fracasos. Y cuando estos segundos han llegado, en el especial en la pasada década, no se haya titubeado al tomar drásticas decisiones, despidiendo empleados y cortando ciclistas de los programas nacionales y provinciales sin mayores miramientos.

«Entonces sucedieron muchas cosas, de hecho, despidieron a mucha gente – entre ellos al entrenador de la cuarteta de persecución femenina Jason Bartram y desvincularon a Tim Decker del fondo femenino –. En aquel momento, yo estaba en un limbo, no sabía si estaba en el programa o no.

Contrataron a un nuevo entrenador – Glenn O’Shea – que pudo ver lo que estaba sucediendo en nuestro programa y pudo ver que había gente en el programa que estaba a punto de retirarse así que me llamó y me preguntó que tenía pensado hacer.

Me dijo: “¿Vas a seguir haciendo pista o no? Yo creo que deberías”. Y yo estaba como… Bueno, si él piensa que debería continuar, entonces tal vez debería seguir. Así fue como volví a meter la cabeza en la pista, en el programa olímpico. Supongo que el vio cierto potencial en mí, que confió en donde podía estar al cabo de un año».

Casualidades de la vida, esa pandemia que tanto nos quitó también dinamizó los sueños de unos pocos. Un año después de la desilusión, llegó el júbilo de ver como el sueño olímpico se vería realizado en 2021 para la ciclista del BikeExchange – Jayco. Le preguntamos cómo conoció la noticia.

«Creo que estaba en la pista por alguna razón. Glen me mando que me sentara. No había mucha gente a mi alrededor y me dio un abrazo. Creo que Georgia estaba allí realizando algunas pruebas aerodinámicas.

Después todos estaban muy felices. Era la única persona del entorno que no había sido seleccionada en el equipo anteriormente, pero creo que mucha gente respetaba el hecho de que hubiera permanecido allí, que no me hubiera dado por vencida. Creo que estaban felices por mí. Siento que todo el equipo femenino quería que estuviera allí. Fue muy agradable».

En Tokyo 2020 Alexandra Manly vio realizado su sueño olímpico, pero solo una parte. Como nos decía anteriormente aún no ha cumplido sus grandes ambiciones y objetivos y se niega a renunciar a ellos sin pelearlo: «Me gustaría ser campeona mundial de madison y también me gustaría conseguir una medalla olímpica en la madison».

Escrito por Diego Martín

Foto de portada: Getty Images

Incluido en el nº9 de High Cycling

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