Entrevistas

Entrevista a Axel Merckx

La típica historia de un gran ciclista aplastado por su apellido. No fue exactamente así con Axel, que sabía de antemano que alcanzar los registros de su padre iba a ser misión imposible. Un parentesco que le abrió muchas puertas, es indudable, pero que no le impidió corroborar que detrás del hijo del ‘caníbal’ había madera de ciclista, como atestigua su palmarés. Un hombre que ha militado en varios de los equipos más poderosos del panorama, lo que en ocasiones también le ha llevado a encabezar las esperanzas belgas, ansiosas por encontrar un relevo al viejo Eddy, más aún si es su hijo el que estaba en liza. Esa presión quizá le hizo pasar poco desapercibido y disfrutar un tanto menos de una bonita carrera con éxitos y grandes amistades. Un corredor infravalorado con muchas aptitudes para la media montaña y las clásicas.

Pregunta: aunque tu padre fuese un mito del ciclismo, tenías preferencia por el fútbol. ¿Por qué?

Axel Merckx: Mi padre me apuntó al equipo del Anderlecht cuando tenía seis años porque quería que hiciese deporte y él siempre había sido un gran fan del fútbol. El deporte ha sido siempre una parte muy importante de nuestra familia.

P: ¿Cuándo fueron tus comienzos entonces encima de la bicicleta?

AM: Empecé a competir cuando tenía casi dieciséis años, pero por diversión se puede decir que todo dio comienzo con doce, cuando daba vueltas con la bicicleta en grupo.

P: ¿Sentiste algún tipo de presión por ser hijo del gran Eddy?

AM: Toda mi carrera he sentido algún tipo de presión por ese motivo, lo cual es entendible. Por supuesto, en mis primeras carreras siempre había alguien que me comparaba con mi padre. Cuando te fijas únicamente en el deporte, mi padre ha sido siempre el hombre a batir, de un modo u otro, para muchos ciclistas.

P: Fuiste décimo en tu primer Tour de Francia. ¿Qué nos puedes contar sobre ello?

AM: Sólo terminé décimo porque fue un Tour muy especial. Todos los equipos españoles se marcharon a casa como protesta (caso Festina) y algunos corredores también lo hicieron de forma individual. Si tenemos esto en cuenta, quizá debería haber terminado entre el quince y el veinte de aquel Tour de Francia. Dependiendo de las circunstancias que se hubiesen dado.

P: ¿Existe demasiada presión sobre los ciclistas belgas en las Grandes Vueltas?

AM: No creo que haya demasiada presión. Si eres un buen ciclista, eres bueno en la escalada y te desenvuelves bien en la contrarreloj, es normal que seas considerado un candidato a las grandes vueltas. La gran diferencia es que en Bélgica no hemos tenido un ciclista así en mucho tiempo.

P: ¿Era Lieja-Bastogne-Lieja tu prueba favorita?

AM: Sí, era mi carrera favorita. En ella se incluyen mis rutas de entrenamiento, así que en mi época de amateur me encantaba perderme por esas zonas durante varios días.

P: ¿Qué corredor te ha impresionado más?

AM: Sin ninguna duda, Miguel Indurain. Me dejó la mejor impresión que se puede dejar como corredor. Cuando estaba en el pelotón, enseguida te dabas cuenta de su presencia. Era un campeón dentro y fuera de la competición.

P: ¿Con qué victoria o éxito tuyo te quedarías?

AM: Los Juegos Olímpicos (fue bronce en 2004) son el evento más reconocido a nivel internacional. Pero, para mí, mi victoria favorita ha sido la etapa que conseguí en la Dauphiné de 2005.

P: ¿Cuál ha sido tu mejor día sobre la bicicleta? ¿Y el peor?

AM: Para mí, sin duda el peor fue el hecho de terminar fuera de control en 2003. Físicamente y mentalmente me encontraba muy bajo. Mejores tuve muchos, no me podría quedar con uno.

P: ¿Qué te parece esta nueva generación de campeones: Van Aert, Van der Poel, Pogacar, Evenepoel…?

AM: Todos ellos son grandes campeones del ciclismo y cada uno de ellos es buenísimo para nuestro deporte. Van Aert y Van der Poel son impresionantes y mantienen un nivel muy alto a lo largo del año. Evenepoel tiene un motor enorme. Sólo necesita encontrar la forma de posicionarse mejor sin desperdiciar tanta energía. Pero es, sin duda, un supertalento.

P: ¿Qué opinión te merece el Tour en el que Cavendish estaba intentando batir el récord de tu padre?

AM: Desde mi punto de vista, Mark ha sido el mejor sprinter que haya existido. Es un auténtico caballero encima de la bicicleta y fuera de ella. Cuando Moser batió su récord de la hora, mi padre me dijo que los registros estaban para ser batidos. Así que bien por Cavendish si finalmente lo consigue. No se puede comparar a mi padre con él porque son dos deportistas muy diferentes. De hecho, mi padre tiene aún muchos otros récords en su palmarés.

P: ¿Te gusta la forma en la que el ciclismo está organizado? ¿Hay algo que cambiarías?

AM: Siempre hay algo que mejorar, no cabe duda. Pero hay que fijarse en que incluso a través del Covid el ciclismo ha sido uno de los pocos que han sabido adaptarse. Creo honestamente que podríamos estar bastante peor. Creo también que hay cosas que reformar, entre otras dar más poder y que decir a los propios ciclistas. Pasará.

P: Actualmente diriges un equipo desde el coche. ¿Cuál es el mejor consejo que les das?

AM: Buena pregunta. Tal vez uno de los mejores consejos entre los muchos que les doy es que son ciclistas sólo por un tiempo determinado, por un número de años. Después queda una vida muy larga delante de ti. Por eso, les digo que mientras sean profesionales lo hagan dando el 110% con toda la convicción posible y sin ningún tipo de arrepentimiento o mirada atrás. De ese modo, cuando el día de su retirada llegue dentro de muchos años, no tendrán nada que reprocharse.

Hablamos de un ciclista que tuvo facilidad para copar los titulares de la prensa belga con esa primera participación en el Tour de Francia. Ya en 1996 completó una notable Vuelta a España, seguido por un cuarto puesto en el Mundial, donde su compatriota Museeuw se alzó con la victoria. En 1998 su décimo puesto dio mucho que hablar, más aún en un equipo como el Polti en el que un belga como él se encontraba fuera de ser el hombre de mayor confianza para los directores. En Italia precisamente consiguió una de sus mejores victorias, como fue la etapa lograda en el Giro de Italia del año 2000, en Prato, donde resolvió una magnífica escapada como si de una clásica se tratase. Media montaña y mucha dureza en una jornada donde los cuentakilómetros marcaron más de 250. Ello da idea de la clase que atesoraba en estos terrenos.

En el Campeonato Belga disputado ese mismo año no tuvo rival. Había muchos buenos nombres en la disputa, como prueba el podio final, con el desaparecido Frank Vandenbroucke y Rik Verbrugghe en segunda y tercera posición respectivamente. Otro de sus grandes éxitos fue el tercer puesto, medalla de bronce, en los Juegos Olímpicos de Atenas, lo cual le permitió una bonita foto junto a otros dos grandes ciclistas luciendo la mítica corona de laurel. Bettini fue el más fuerte, con Sergio Paulinho sin mucho que hacer ante el poderío del italiano. Pero Merckx fue de los mejores ese día y obtuvo quizá su mejor resultado, pese a no ser un triunfo en sí. Axel fue un gran coequipier, casi siempre en los equipos de primerísima fila del panorama internacional. Apareció en el profesionalismo gracias al Deustche Telekom, en 1994, aunque pronto cambiaría sus colores por los del mítico Motorola.

El mencionado Polti fue su siguiente destino, seguido por Mapei, donde quizá vivió su mejores años. Domo fue el siguiente escalón y primer equipo puramente belga. Lotto el segundo y último, en sus diferentes denominaciones, como Davitamon o simplemente Lotto. Todo antes de su paso por Phonak, donde vivió el apasionante y decepcionante a partes iguales Tour de Floyd Landis, o de su regreso a tierras alemanas, con un fichaje por el T-Mobile que supuso el colofón final a su carrera deportiva. Quince grandes vueltas en el zurrón, al menos por haber tomado la salida en ellas. Su padre ganó once. Axel terminó doce. Pero las comparaciones son odiosas.

Escrito por: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Sirotti

Incluido en el Nº6 de HC

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