Entrevistas HC

Entrevista a Chris Froome (Israel-Premier Tech)

Chris no contaba con estar en España durante el mes de septiembre del año 2011. Los brits del Sky estaban ya cavilando quién ocuparía su plaza la temporada siguiente, con su contrato a punto de expirar y los resultados bien lejos de ser un motivo para dar marcha atrás a esa decisión. De pronto, una baja de última hora en el nueve de la Vuelta le abre la puerta a debutar en ella. Eran años de Wiggins, de patillas mod y barbillas lisas. Los tatuajes todavía inéditos en el cuerpo visible del entonces futuro ganador del Tour. Benidorm, nada más guiri para comenzar, supondría el pistoletazo de salida para un vuelo frenético entre el cielo y el suelo que llevó a Froome a ser el mejor ciclista del mundo durante más de un lustro. Las tres grandes vueltas bajo su cinturón y un amplio ramillete de victorias en su haber han hecho de él uno de los ciclistas más buscados. Su simpatía y cercanía con todos los que han rodeado el circo del ciclismo profesional en todo momento hacen de Froomey una de las personas más queridas del pelotón.

La huella que deja en España, en cuya Vuelta emergió el gran Chris, es alargada. La ronda española debe
al ciclista nacido en Nairobi una gran parte de su crecimiento de los últimos años. Su amor por la carrera que le vio nacer de una forma más que metafórica ha marcado su trayectoria. No tantos corredores han sido capaces de alzar la copa de ganador en las tres grandes. Aún menos han podido hacerlo dos veces en una misma temporada como él logró en 2017, aunque algo ensombrecido por el presunto positivo del que fue sobreseído. Primer y único corredor que inscribió su nombre en el doblete Tour-Vuelta.

2020 fue un año complicado para Froome. El arrastre de las consecuencias de su caída del junio anterior y su grave lesión de cadera añadieron al desorden y alteración lógica que supuso la llegada de la pandemia. Esta vez sí, tocaba un cambio de aires e Israel era la opción por la que Chris iba a apostar:
«Tengo muy buenos recuerdos del Giro de Italia que gané en 2018. También del inicio en Israel, que es donde conocí a Sylvan (Adams). Es irónico que dos años más tarde estuviéramos con bolígrafo y papel. Me siento muy afortunado de regresar a Israel en nuestra concentración de entrenamiento del pasado noviembre y experimentar así todavía más lo que este país ofrece».

Chris Froome en el Tour de Francia 2022 © Noa Arnon

Froome se refiere a su único triunfo en el Giro, con el que completó la triple corona y en la que sufrió de lo lindo para conquistar la maglia rosa. Su estado de forma no fue el ideal en una cita que suscitó cierta polémica además de por el lejano inicio en Jerusalem, por la cantidad que Sky y Froome percibieron de la organización del Giro. Se hablaba de 2M de euros, directos de la inversión que el país hebreo ponía encima de la mesa para traer una carrera de primer nivel como el Giro a suelo israelí. El famoso intento
del doblete Giro – Tour, tan temido por los ciclistas en disputa de ambas, tenía que suceder. No se resolvió mal, pese a que esa falta de frescura en julio y el superlativo estado de forma de su compañero Geraint Thomas iban a alejar de Froome el sueño del quinto Tour de Francia. La renuncia parcial a entrar en esa leyenda le hizo entrar en otra, la de Finestre y su cabalgada imposible sobre 80 solitarios kilómetros para darle la vuelta al Giro y enfundarse así la maglia rosa definitiva: «Hablé con Nicolas Portal, en paz descanse, sobre esa etapa. Yo quería atacar en el Finestre, idea que cualquier director deportivo hubiese tirado a la basura de primeras. Nico no hizo eso, sino que me ayudó a construirla. Tuvo toda la fe en mí y motivó a todo el equipo para lograrlo. Estaba todo el tiempo en mi oreja actualizándome la información, las diferencias… Cuando alguien me pregunta por ese día y cómo de duro fue estar pedaleando solo durante tanto tiempo, les recuerdo que Nico estuve conmigo. Sin él y la fe que depositó en mí, aquello jamás hubiese tenido lugar».

Curiosamente, tres años más tarde llegaría a las filas de un equipo que presentaba unos cimientos sólidos y fue progresando poco a poco, sin prisa y sin pausa. Proyecto en el que ser un líder ya no sólo en la carretera, que también, sino del que ser un embajador, un emblema. Quién mejor que un ganador de cuatro ediciones del Tour de Francia para llevar el nombre de Israel por los cinco continentes. «Israel-Premier Tech es un proyecto fantástico. La progresión que ha tenido en los últimos siete años ha sido fenomenal y ha sido evidente en el Tour de Francia de este año. No sólo conseguimos nuestra primera victoria en el Tour, sino dos. Todavía nos queda mucho por hacer y Sylvan (Adams) tiene mucha ambición, pero esa es precisamente la parte de este equipo que me supuso más atractiva. Es muy gratificante ser parte de la construcción de este equipo y tener un rol en ello. Queremos ser uno de los mejores equipos
del mundo».

Chris Froome ataca en Finestre para ganar el Giro de Italia © 2018/LaPresse Luca Bettini/BettiniPhoto

Un objetivo que se ve dificultado por el más que posible descenso de la máxima categoría, aunque con estos mimbres será fácil que Israel-Premier Tech acabe siendo invitado a las principales carreras del calendario. Será extraño ver a ciclistas de tanto prestigio fuera del World Tour como el canadiense Michael Woods, el danés Jakob Fuglsang o el belga Dylan Teuns, recién llegado a la disciplina israelí. El sello y garantía que da Froome puede ser clave a la hora de que las estrellas quieran permanecer en el
conjunto a pesar de no pertenecer presumiblemente a la máxima categoría. Un Froome que, sin embargo,
lleva sin levantar los brazos desde la mencionada victoria en el Giro de Italia. Cuatro temporadas completas donde los resultados han vuelto a un estadio anterior a 2011, cuando irrumpió como un dominador de vueltas por etapas: «En el Tour de Francia de este año ha sido la primera vez desde la caída en que he sentido que podía dejar atrás mis lesiones y problemas de salud. Creo que a partir de aquí puedo construir de nuevo un buen estado de forma. Había síntomas muy buenos antes de contagiarme con Covid, así que sé que pese a que algunos aspectos no han ido como yo esperaba, soy capaz de regresar al nivel que tuve hace algunos años. Mi esperanza es llegar a ese nivel más temprano en la temporada próxima (2023) y comenzar a contruir desde ahí».

Casi cincuenta victorias en un palmarés que no incluye ninguna de las grandes clásicas. «Las clásicas
nunca se han adaptado a mis condiciones. Aún me gustaría ponerme como objetivo la Clásica de San Sebastián un año de estos. Creo que cualquier ciclista profesional estaría encantado con tener por lo menos alguna victoria en este tipo de carreras».
Pese a ello, y si recupera la forma que lució antaño,
seguro que el británico intenta ser competitivo a lo largo de todo el año como lo era en su momento. Un
ciclista que consideraba competitiva toda carrera en la que se colgaba un dorsal, algo que hizo ganarse
el respeto de muchos aficionados acostumbrados a que las grandes figuras del Tour luciesen su talento
únicamente en el entorno del mes de julio. Froome, al igual que otras estrellas como Alberto Contador o
Vincenzo Nibali, cambiaron esa tendencia y dieron atención mediática y prestigio al ciclismo de primavera en cuanto a vueltas cortas se refiere. Dauphiné era un coto habitual, así como Romandía, Andalucía o el extinto Critérium Internacional, conseguido en su mágico año 2013.

Con un momento tan crucial en la renovación de las viejas glorias con el fin a las carreras de Alejandro Valverde, Philippe Gilbert y Vincenzo Nibali, Chris Froome lo tiene claro: «Todavía no me voy a ninguna parte. Considero que todavía tengo mucho que aportar tanto al deporte (al ciclismo) como a mi equipo. Creo que la edad todavía no me está afectando y sigo estando tan motivado para continuar como siempre», afirma el campeón nacido en 1985 y que en el momento de la entrevista ya ha superado los 37 años de edad.

Hinault coloca a Froome como líder por primera vez en el Tour en el año 2013 © Sirotti

Galardonado con la Vélo d’Or en tres ocasiones, aún le quedan metas por cumplir. Bien es cierto que entrar en el club de los cinco que componen Anquetil, Induráin, Hinault y Merckx parece complicado. Pero no todo en el ciclismo deben ser las grandes vueltas ni aumentar el palmarés: «Todavía tengo muchos sueños por cumplir en el ciclismo. Si alguna vez sucediese eso, tal vez sería un buen momento
para colgar la bicicleta, pero no es el caso. Los sueños son los que me hacen levantarme cada día y montar en bicicleta».
Tanto el equipo como el propio Froomey confían en regresar al viaje entre el gusano de seda y la mariposa que sufrió en 2011. Con la edad todo es más complicado, si bien no es un ciclista excesivamente castigado por un exceso de carga de calendario y el desgaste que produce el paso de los años lo tendrá algo más desacelerado que en otros casos. En todo caso no parece que un regreso a la élite sea nada fácil con el nivel que está mostrando todo el elenco de ciclistas jóvenes que ahora está dominando el calendario. La historia deportiva de Froome parece que por los antecedentes vividos en el propio ciclismo no regresará al mismo punto en el que estaba.

Sin embargo, como cuando otros grandes campeones perdieron su mejor nivel, la clase y la categoría
del corredor acaba saliendo aunque sea de forma esporádica. Eso que se conoce como ‘la clase’. Ese diferencial entre estos campeones y el resto de los mortales que necesitan un pico de forma estratosférico para destacar. Un campeón de cuatro ediciones del Tour, dos de la Vuelta (siendo el único campeón ganando una grande desde el hospital, coincidiendo su convalecencia por la dura caída de Dauphiné con la desposesión de Juanjo Cobo de la victoria en la Vuelta de 2011, la que propició su salto a la fama) y una del Giro, se trata sin duda del mejor ciclista de grandes vueltas de los últimos tiempos, tal vez desde que Indurain abandonase el ciclismo allá por el año 1996. Esos despegues ‘froomicos’ del Mont Ventoux, de la Pierre de Saint Martin, esa imagen del keniata en plena maratón Ventoux arriba vestido de amarillo… Chris es parte de la historia del ciclismo.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / Pauline Ballet

Incluido en el nº9 de la revista High Cycling


High Cycling magazine – nº9

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *