¿Cómo empezaste en el mundo de la bici?
Mis dos hermanos mayores eran ciclistas, así que fue algo natural, por seguir sus pasos.
Comencé en el Club Ciclista Aralar, en mi valle, Sakana, a los siete años.
¿Qué me puedes contar de Óscar Guerrero?
Además de ser un gran amigo en lo personal, es una persona muy importante en mi carrera, porque fue el que más creyó y apostó por mí en categoría sub23. En su momento, por el estrés y los estudios, estuve a punto de colgar la bicicleta, y él fue quien se empeñó y me animó a seguir.
¿Cómo recuerdas aquellos años en el equipo sub23 de Caja Rural?
Yo estudiaba Economía en la Universidad. Siempre he sido buen estudiante y los primeros tres años decidí priorizar los estudios a la bicicleta. Era un nivel de vida muy exigente. Entre estudiar y entrenar, siempre estaba cansado, así que era complicado rendir a buen nivel.
El último año de carrera lo dividí en dos años para poder compaginar mejor con la bicicleta. En el momento que rebajé el nivel de exigencia en los estudios me empezaron a salir mucho mejor las cosas en la carretera y conseguí buenos resultados, ganando la Vuelta a León, segundo en la Vuelta a Navarra… Así logré pasar a profesionales con Euskaltel Euskadi el mismo año que acabé la carrera.
¿Cómo se fraguó tu fichaje por Euskaltel?
Siendo navarro, las opciones naturales eran iBanesto.com o Euskaltel. Con los buenos resultados en el último año sub23, conseguí hacerme un hueco en Euskaltel y aproveché la oportunidad.
En 2003 te conviertes en el tercer navarro, tras Miguel Indurain e Iker Flores, en ganar el Tour del Porvenir.
En 2002 fui décimo, y el año siguiente logré llevarme la general. Fue mi inicio en el ciclismo profesional con una victoria muy importante. Ganar una carrera como esa suele generar unas expectativas muy grandes de resultados, de cara al Tour de Francia y otras grandes carreras. Yo no me confirmé como ese tipo de corredor de generales, pero lo que disfruté con aquella victoria no me lo quita nadie.
¿Notaste mucha presión después de esa victoria?
La verdad que sí. Creo que, de hecho, en parte, ha afectado mi carrera. Pienso que quizás tenía un físico para lograr más cosas, pero a nivel mental visto con perspectiva podía haber sido un poco más fuerte. Para ser uno de los elegidos hay que tener una combinación de ambos factores. A mí esa victoria me generó presión y en ocasiones eso no es fácil de soportar. Cuando me generaba esas grandes expectativas, tenía más tendencia a fallar; en cambio, cuando me relajaba un poco más respecto a esa presión, era cuando venían mis mejores momentos en carrera.
Con los años entendí cuál era mi espacio en el ciclismo y que podía ser un corredor importante para mi equipo en las labores de gregario, ayudando a otros para que ganaran.
¿Cómo se vivía dentro del equipo la euforia alrededor de ese Euskaltel de los Mayo, Zubeldia y compañía?
Fueron años muy buenos, con resultados en las mejores carreras a nivel mundial. Laiseka abrió las puertas con la victoria en Luz Ardiden, sumándose los grandes rendimientos de Mayo y Haimar brillando en las carreras donde más presencia teníamos, como Itzulia, Vuelta a España o el propio Tour.
Eran años que invitaban a todos a buscar resultados, y el equipo corría siempre muy motivado.
El año siguiente al Tour del Porvenir, debutas en el Tour de Francia y haces tercero en una etapa en la que ibas en la fuga con Flecha y Moncoutié y que dio bastante que hablar. ¿Qué recuerdas de ese día?
Simplemente nos escapamos los tres y ganó Moncoutie. Se creó una historia entre aficionados y medios sobre que Flecha y yo no nos entendimos, pero la única verdad es que Moncoutie aquel día fue superior a nosotros. Yo no me quedé controlando a Flecha, si no que no podía seguir al francés, que iba muy fuerte. Además, era de los que donde ponía el ojo, ponía la bala.
¿Cómo viviste ese Tour de 2004? Llegabais ya con Haimar e Iban en las listas de favoritos. Mayo incluso venía de poner en problemas a Armstrong en Dauphiné.
Llegamos con mucha ilusión, ambición y responsabilidad. Como tantas veces pasa en el ciclismo, no salió como esperábamos. Pero tiene mucho mérito que un equipo de las características y presupuesto de Euskaltel pudiera llegar con la ilusión de disputar una carrera de la entidad del Tour de Francia.
¿Por qué decides marcharte a Discovery?
Sencillamente, porque me llamaron y me ofrecieron un buen contrato. Hablé con Miguel Madariaga y le dije que era una oportunidad que me gustaría probar, y él lo entendió perfectamente.
¿Cómo es trabajar con Johan Bruyneel? Además, en un equipo con corredores de la talla de Popovych o Contador.
Para mí fue una de las mejores cosas que me han pasado en el ciclismo. Era una maravilla estar con Bruyneel y la gente de Discovery Channel. Era una manera de disfrutar del deporte y del ciclismo que guardaré para siempre.
En Discovery logras tu única victoria en Vuelta a España, en Burgos. ¿Cómo se gestó aquella victoria?
Era una Vuelta en la que me habían dado libertad para buscar escapadas y, de tantas que he cogido a lo largo de mi carrera, creo que era ese día en el que el destino me tenía guardado el premio. Quizás he tenido mejores ocasiones para ganar, por ejemplo, en el Tour de Francia, pero creo que ese factor mental del que hablaba antes me lo impedía. En cambio, ese día, que fue muy duro, con granizada y muchos kilómetros escapado en solitario, salió todo a pedir de boca.
Esa edición, sin ser yo un escalador, me llevé la general de la montaña a base de meterme en escapadas e ir sacando puntos en los puertos. Así conseguí llevarme esa clasificación en muchas carreras: Romandía, Dauphiné, País Vasco, segundo en la del Tour…
En 2007 ganáis el Tour con Alberto Contador. ¿Qué se siente al llegar con el amarillo en tu equipo a París?
Llegar a París siempre es especial. El Tour es tan exigente a nivel físico y mental, que cuando ves el Arco del Triunfo te sientes siempre satisfecho de lo que has conseguido. Tengo la suerte de haber vivido esa experiencia de terminar la carrera en nueve ocasiones consecutivas.
Si a eso le sumas entrar como equipo vencedor, con mis padres y mi mujer allí; el equipo tirando del pelotón en los Campos Elíseos, la fiesta de después… Un gran recuerdo.
En 2008 vuelves a Euskaltel. ¿Por qué el regreso al equipo de Madariaga?
Al desaparecer Discovery me llegó una oferta de Euskaltel. Yo sabía que Bruyneel quería continuar en el ciclismo, pero yo estaba en un momento en que no me podía permitir parar, porque creía que me quedaba ciclismo en mis piernas. La relación con Euskaltel siempre había sido muy buena, así que aproveché la oportunidad para volver a casa.
En tu retorno al equipo naranja no te van mal las cosas, y en 2008 coges una buena fuga en Pirineos y te vistes de líder en la Vuelta a España hasta el Angliru. De hecho, si no fuera por los siete minutos que pierdes en la etapa asturiana, habrías terminado en el pódium.
Exacto, al final volvemos a lo mismo que comentaba antes, mi cabeza me volvió a jugar una mala pasada. Por eso admiro tanto a los grandes deportistas que son capaces de crecerse ante la presión. Es una virtud que a mí me faltaba.
El día del Angliru, aunque yo estaba de líder, nuestra baza seguía siendo Igor Antón, así que yo estaba cómodo libre de presión. Pero Igor se cayó, y sentí como caía todo el peso sobre mis hombros y no lo supe gestionar. Creo que, por piernas, y por cómo estaba de forma, en esa etapa podría haber salvado tres o cuatro minutos, pero me cayeron siete por no gestionar bien el peso del liderato. Esa etapa es un reflejo de lo que creo que me ha pasado muchas veces en mi carrera, en la que lo mental ha sido más un factor limitante que multiplicador en mi rendimiento.
¿Cómo recuerdas la caída de Igor Antón siendo líder en la Vuelta de 2010, cuando ibais camino de Peña Cabarga?
Ese día también tuve que abandonar porque nos caímos los dos juntos. Yo iba detrás de Antón y él pilló un socavón muy grande. Íbamos cuesta abajo por una de tres carriles, así que estaríamos cerca de los 80 Km/h. Le pilló de improviso y se le fueron las manos, así que se dio un buen trompazo, y yo con él. Acabamos los dos caminos del hospital y diciendo adiós a la carrera.
Tuvo que ser un momento duro para el equipo, porque todos pensábamos que ese año Igor Antón estaba para pelear la Vuelta.
Sin duda. Igor estaba en estado de gracia en esa edición. Compartíamos habitación y tengo recuerdos geniales de aquella Vuelta. Él me decía todo el tiempo que se encontraba muy bien y se sorprendía de lo bien qué recuperaba, que se veía para ganar la Vuelta. Creo que se merecía ganar. Una lástima que la mala suerte se haya cebado con nosotros. Ese año Igor Antón volaba.
Aunque tomaste la salida en muchos Tours y Vueltas, solo participas en el Giro en tu último año profesional, en 2013. ¿Por qué tan tarde?
Simplemente por una cuestión de calendario. Yo siempre hacía País Vasco, Tour y Vuelta, así que el Giro se quedaba siempre fuera.
Cuando ya vi que la retirada estaba cerca, el ciclo Tour, Vuelta empezaba a pesar mucho, porque hay poco tiempo de recuperación entre las dos grandes. Psicológicamente, cuando te vas haciendo mayor y teniendo familia, se te hace muy cuesta arriba. Además, quería conocer el Giro antes de colgar la bicicleta, así que pedí al equipo participar.
Tu retirada coincide con el final de Euskaltel. ¿Influyó eso en tu decisión de colgar la bicicleta?
Podría haber corrido algún año más, de hecho, por aquel entonces estaba muy bien. Fui al mundial de Florencia con la selección española, que llevaba un equipazo, lo cual indica que estaba en un buen momento.
Pero a veces las circunstancias mandan. Yo tenía un muy buen contrato con Euskaltel y era difícil encontrar un equipo que mantuviera esas condiciones.
En su momento la retirada me resultó una decisión muy dura, pero visto en perspectiva estoy muy contento de haber dado ese paso. He podido disfrutar y ver crecer a mis hijos. No volvería atrás para correr dos Tours más o tener más dinero en el banco.
¿Cuál es la carrera que más te ha impresionado en tu trayectoria como ciclista?
El Tour de Francia, porque es especial en todo. Desde que llegas a la presentación de la carrera, ves el impacto mediático que tiene, cómo están las carreteras, los aficionados, lo que te respeta todo el mundo… Está un peldaño por encima de todas las demás pruebas.
Y en cuanto a corredores, rivales y compañeros ¿quién te ha impresionado más?
Te diría antes uno con el que no he coincidido en carrera: Miguel Indurain. Es mi debilidad. He podido conocerle después y es increíble su sencillez y saber estar con lo que ha sido en este deporte.
De en los que hemos compartido carretera, podría decirte muchos. Pero por decirte un momento concreto, me quedo con la presentación de mi primer Tour de Francia, cuando vi a Jan Ullrich vestido con el maillot de Telekom. Yo tenía el recuerdo de verlo pasado de peso en la televisión, pero cuando me lo encontré allí, estaba finísimo. Cuando lo vi con esas piernas y ese poderío, me quedé impresionado.
¿Crees que, pese a haber hecho tantas cosas, a Euskaltel le faltó algo para llegar aún más lejos?
Creo que era más bien al contrario. Euskaltel es el ejemplo de cómo sacar el máximo provecho a lo que había. A base de trabajo, pasión e ilusión de todos (masajistas, mecánicos, directores, corredores, afición…), se logró exprimir hasta la última gota de la naranja.
¿Qué suponía llevar ese maillot y sentir a la llamada “marea naranja” tan cerca?
Algo espectacular. Recuerdo en mi primer Tour en 2004, la etapa que subía Aspin con final en Tourmalet en La Mongie, aún se me pone la piel de gallina. Nos llevaban en volandas entre gritos, camisetas naranjas e ikurriñas.
¿Cuáles dirías que han sido tu mejor y peor momentos como ciclista?
El mejor, siendo líder de la Vuelta a España en Sabiñánigo, cerca de casa, que me lleva mi mujer a mi hijo de un mes.
El peor, no sabría decirte uno concreto, pero quizás el hecho de no haber sabido gestionar bien mis emociones y liberarme mejor de la presión para disfrutar más de mi carrera. Aunque parezca tan bonito, el deporte profesional es muy estresante y difícil. Hay gente que sabe llevarlo muy bien, trabajando duro y aceptando por igual las victorias y las derrotas.
¿Qué victoria te habría gustado lograr?
Clarísimamente una victoria de etapa en el Tour de Francia. Es algo con lo que sueño incluso hoy en día. Lo tuve cerca en varias ocasiones, sobre todo una.
Un puerto que te haya impresionado.
Me queda la espina de haber subido los grandes puertos del Giro, como el Stelvio o la Marmolada. La única vez que corrí allí, nevó muchísimo y se suspendieron los dos etapones dolomíticos. Solo subí las Tre Cime di Lavaredo.
De ese “ciclismo de las paredes” que empezó cuando yo acababa mi carrera, solo he subido Angliru. Aunque yo soy de esos que piensa que es más dura la velocidad de la bala, que la bala en sí misma. Para corredores de mi perfil, sufríamos más en puertos como el Tourmalet, que en un Angliru o un Zoncolan, donde sabías que no podías seguir el ritmo y podías poner tu desarrollo y desentenderte algo de la batalla. En puertos de paso largos como Tourmalet o Madeleine, tenías que apretar para estar cerca de tu líder y sufrías mucho más. Así que es en ese tipo de subidas donde recuerdo haber sufrido más.
¿Cómo ves el regreso de Euskaltel al pelotón y su futura participación en la Vuelta a España?
Con mucha ilusión, como creo que toda la afición vasca.
Es un momento en el ciclismo en el que será mucho más difícil llegar arriba, porque todo se ha encarecido mucho con el WorldTour. En mi opinión, en mi época con presupuestos más modestos las distancias con las grandes estructuras eran menores. Hoy en día, competir con equipos con los medios que tienen INEOS o Jumbo, es muy complicado.
Aun así, es una gran salida para los corredores vascos de cantera; y una gran noticia para el ciclismo español en general, porque están volviendo a crecer los equipos Continentales y ProContinentales, que son fundamentales para volver a ver generaciones de corredores de máximo nivel.
¿A qué se dedica actualmente Egoi Martínez?
Además de dedicarme a mis hijos, trabajo con Ángel Edo en una empresa de representación de corredores que se llama Kec Pro Sport. Creo que mi experiencia sirve para ayudar a los jóvenes a aprender a gestionar el éxito pero también el fracaso, que al final es clave para un deportista.
Entrevista y transcripción: Jorge Matesanz / Víctor Díaz Gavito
Foto: Sirotti