Entrevistas

Entrevista a Iban Mayo

Nacido en 1977, el ciclista vizcaíno fue una de las estrellas del ciclismo durante los primeros compases del siglo XXI, años en los que Lance Armstrong y su US Postal tiranizaron Tour de Francia y aledaños. En Euskaltel, equipo de ensueño vasco que era llevado en volandas en las etapas de montaña por su entusiasta afición, regaló momentos de auténtico frenesí enfrentándose y derrotando a los más poderosos enemigos. Un escalador de inspiración, de esos que regalaban jornadas de buen ciclismo y otros días de sombra y polémica. Un corredor que sin duda no dejaba indiferente y del que el mundillo ciclista aún recuerda por sus arrancadas y por ser parte de la historia de Alpe d’Huez, como así reza en la curva nº20, junto a un mito del ciclismo como Joop Zoetemelk

¿Cómo empiezas en el mundo de la bici?

IM: La verdad es que de pequeño era muy travieso. Para evitarlo, mi padre me comentó que debía ocupar el tiempo libre haciendo algo de deporte. Probé muchos, como pelota, kárate, fútbol… y llegué al ciclismo porque unos amigos se apuntaron. No se me daba bien. Pero me gustó, empecé a entrenar, a andar mejor y así, por casualidad, fue como empecé. 

Antes de pasar a Euskaltel estuviste en Banesto. 

IM: Corrí en juveniles de Arratia, participé en carreras y fiché por Banesto. Estuve dos años y puedo decir que mirando fotos del equipo te das cuenta de que pasamos todos a profesionales a excepción de dos: Mancebo, Lastras, Sastre, Latasa, Zandio… Quizá me deje alguno. Lejarreta, Unai Osa…

Después pasaste con Euskaltel previo paso por Cafés Baqué.

IM: Iba a dar el salto con Banesto, pero un accidente de tráfico tiró todo por tierra. Pasé del todo a nada. De pasar a profesionales a decirme que no contaban conmigo. En Baqué se acordaron de mí y fue todo muy bien. 

¿Cómo surgió la opción de firmar por Euskaltel? 

IM: Solían incorporar gente de Olarra, que sería una especie de filial. Tardó en llegar la llamada, era incomprensible que uno de los mejores ciclistas del panorama élite español, más aún siendo vasco no tuviese hueco en un equipo de primer nivel como Euskaltel. La prensa también presionó y al final todo se pudo hacer, aunque ya no me lo esperaba.

¿Qué te impresionó ese primer año? 

IM: Cambia todo, la velocidad, el ritmo… ver a tus ídolos por televisión y ahora compartir grupo con ellos y verlos en directo. Sobre todo eso, al final te acabas adaptando a la forma de correr. 

En 2001 surge la primera invitación al Tour de Francia y, aunque no participas, sí que haces un gran año. 

IM: Gané la Midi Libre, la etapa reina de Dauphiné con Moureau y Tonkov, la Clásica de los Alpes, sí. Al Tour no me llevaron, donde al final se ganó aquella etapa de Luz Ardiden, pero sí a la Vuelta. 

¿2002 fue el punto de inflexión a nivel grandes vueltas?

IM: Sí, ganar solo gana uno y te va ayudando a definir un poco tu lugar en el pelotón. No es fácil ubicarse. En estos primeros años creo que es fundamental buscar cuáles son tus cualidades y si vales para ser ese tipo de corredor. Hice 5º en la Vuelta. Venía de una lesión de rodilla y eso me hizo pasarlo mal al principio. 

Aquel año debutó Valverde en la Vuelta. 

IM: Y todos los años. Lleva algunos años ahí, parece que este es el último. 

¿Qué cambió en 2003? 

IM: La temporada 2002 me dio mucha moral, hice buena base de entrenamiento después. Empezamos la temporada muy bien, disputando todas las carreras en las que salí. Y noté un salto. Gané País Vasco, segundo en Lieja, disputé Dauphiné, etc. Fue un año bastante redondo. 

¿Qué sentiste al ganar en casa? 

IM: Imagínate. En un equipo vasco y ganar la vuelta de casa fue increíble. No lo pensaba, pero es lo máximo que me podía pasar. 

En Dauphiné fuiste la oposición a Armstrong, nada menos. 

IM: Y aún así me ganó. Gané dos etapas, la montaña, etc, pero en la general me ganó él. Llegué muy bien, pero no hubo manera de ganarle. Y lo intenté…

Ese Tour 2003 lo recordamos todos. 

IM: Aquello fue increíble. Sabía que llegaba en forma al Tour y ya en aquella etapa de Alpe d’Huez no es fácil ganar. Intentamos subir al podio y aunque estuvimos ahí, había muchísimo nivel. Era difícil, éramos el equipo con menos presupuesto del Tour. Fuimos paso a paso. 

¿Te pudo limitar la presencia de Haimar Zubeldia en esos puestos cabeceros? ¿Crees que podíais haber seguido alguna táctica más ofensiva como equipo?

IM: Visto ahora está claro, todo es más fácil. Éramos “nuevos” en el Tour, como aspirantes. Eran esfuerzos y responsabilidades a los que no estábamos acostumbrados. Yo por mi parte sí que lo intenté y fui agresivo, aunque quizá sí que en alguna etapa como la de Luz Ardiden sí que pudimos aprovechar que se descolgase Vinokourov en el Tourmalet, que después sería tercero. Pero bueno, aquello fue más cosa del director, que fue quien tomó las riendas. 

¿Cómo cambió tu vida aquel mes de julio? 

IM: Cambió mucho. No me imaginaba la dimensión que tendría ganar en el Tour. Salir a entrenar y que te conozca todo el mundo, es una pasada. Cuando estás en carrera vives en una burbuja, pero después sí que te das cuenta. 

Además, mucha presión, porque ya no eras Iban Mayo, sino un candidato a ganar el Tour.

 IM: Me acuerdo de que tenía muchos compromisos, llegaba muy tarde a casa, era una pasada. Era un poco agobiante, salía a entrenar y tenía medios de comunicación a la puerta. Muchas llamadas también para hacer entrevistas… 

Después de aquella Dauphiné en la que derrotaste de forma aplastante a Armstrong la ilusión en torno a ti se disparó, ¿no?

IM: Todos los medios a nivel internacional tenían interés en mí. Fue algo increíble. Recuerdo que por aquel entonces tenia cinco móviles y no dejaban de sonar. 

Sin embargo, no se comenta apenas tu victoria en la Vuelta Asturias. 

IM: Aquella fue buena. Yo era el más fuerte de la carrera sin discusión, pero Cárdenas cogió una escapada y se dieron así las circunstancias. Ataqué al paso por Cudillero, no había nada que perder, era la última etapa. Me marché, solté a todos y hasta meta. Quizá de los mejores días que me he encontrado sobre la bicicleta. 

¿Qué pasó en el Tour 2004?

IM: Venía de aquella Dauphiné y aspirábamos a todo. En la quinta etapa, antes del pavés, tuve una caída muy dura. Íbamos como locos, sin querer me tiraron y el golpe en la cadera y el codo fue muy importante. No fue eso solo. Me encontré mal de la garganta y una mononucleosis me tuvo bastante mal un tiempo. Estuve año y medio para recuperarme. Tampoco me fue bien los dos años siguientes influidos por esto mismo. Lo pasé mal con el tema porque no fui capaz de recuperar el nivel. 

Tras esos aciagos 2005 y 2006 te marchas a Saunier Duval. ¿Por qué?

IM: Quería cambiar de aires. Correr en casa es bueno y malo, porque todo el mundo te conoce y llega un punto donde quería un cambio, y no me arrepiento, me fue bien. Es como en el resto de aspectos de la vida, salir de tu entorno te hace crecer como persona. Y es lo que me pasó a mí. 

Recuperaste sensaciones.

IM: De salud me sentía mejor y pude ganar aquella etapa en el Giro, sí. Volví a tener buen nivel en el Tour. 

Fue el Tour de tu positivo. ¿Cómo lo viviste?

IM: Un mal trago. Me dijeron que era positivo, el contranálisis dio negativo, hicieron un segundo contranálisis que sí dio positivo… Me sentí un poco engañado, la verdad. No me pareció justo. 

¿Te sentiste solo?

IM: Me sentí solo, ahí nadie te apoya. La gente de tu entorno sí, pero ni equipo ni nadie te apoya. Así hasta hoy. 

¿El ciclismo ha cambiado? 

IM: Durante un tiempo dejé el ciclismo un poco de lado. Después me reenganché y ahora es un ciclismo muy diferente, con más atención a los vatios, que nunca me gustaba a mí el concepto de los datos. Los jóvenes triunfan muy pronto, es completamente diferente. En España no hay una base que se vea venir. En aquellos Tours que yo disputé, España por detrás de Francia era el país que más corredores aportaba. Ahora somos de los últimos en ese ranking. Es un dato preocupante. A nivel equipos también, pero más en la base. Al menos no la que había. Mi hijo sabe que yo he sido ciclista, y tiene bicicleta. Pero prefiere el fútbol. Al igual que en su entorno no veo a nadie interesado. No veo esa actitud de ir a los colegios a ofrecer el ciclismo como una alternativa como igual sí se hacía antes. 

¿Nunca te planteaste volver tras la sanción?

IM: Monté mi empresa y me volqué en ello, dejé el ciclismo de lado. Los años pasaron rápido y me metí en otro mundo que me cambió la mente. Pensándolo con perspectiva, fue lo mejor que pude hacer. 

Otra cosa que ha cambiado han sido los recorridos. Por tu forma de correr, ¿qué piensas de esa evolución?

IM: Es verdad que cuando corría Indurain yo me tragaba las etapas de salida. Es cierto que había movimientos y se arrancaba, era espectacular. A día de hoy eso no pasa. Se espera mucho al último puerto y todo se resume en eso. Nunca se sabe si una etapa larga o corta va a ser más decisiva. Depende de los corredores y de la forma de correr, de la actitud. Está todo más controlado en tema de vatios, pulsómetros, etc. En mi época las contrarrelojes eran horribles. Cuando me doblaban y quedaban cincuenta a meta se me venía el mundo encima. Para un contrarrelojista sería perfecto, claro. Me hubiese cambiado la película si en vez de perder cinco minutos, hubiese perdido mucho menos y hubiese estado en el podio del Tour seguro aquel año. Al final da igual y siempre gana el mejor. 

¿Crees que tu forma de correr era comprendida por directores y compañeros? 

IM: Mi forma de correr era mi personalidad misma. Si me encontraba bien, iba a ir al ataque. Mis compañeros además pueden decir, como Iker Camaño, que si me encontraba bien, lo decía y ganaba. Me he equivocado pocas veces. Cuando no estaba seguro no les hacía trabajar. 

¿Algo que cambiarías de tu trayectoria deportiva?

IM: Igual cambiaría algunas cosas como no las cambiaría porque sino no sería yo. He sido siempre una persona muy directa, no he evitado el conflicto, lo que pensaba lo decía. Ya desde pequeño. Como ciclista era un poco igual, daba la cara y atacaba. A posteriori piensas que quizá ha habido momentos donde hubiese sido mejor contar hasta tres, para lo bueno y para lo malo. También cambiaría el no haberlo disfrutado mucho más. Me tomaba todo muy en serio y tal vez podía haberlo hecho de otra manera. Tampoco era sencillo por una serie de circunstancias, como correr en Euskaltel y toda la presión alrededor. Pero tampoco me voy a quejar, que todo fue fantástico como fue. 

¿Y el haber disputado un Giro en condiciones?

IM: Sí, por recorrido era la grande que mejor me iba. El Tour era lo que más vendía y el mayor escaparate y al equipo era lo que más le interesaba. Es lo que daba y te quitaba todo. Era la prioridad. De hecho, en el Giro 2007 no llegué en forma y gané una etapa, así que imagínate… 

¿Cómo viviste el final de Euskaltel? 

IM: Me dio pena. Fue el equipo de referencia en casa que dio oportunidad a muchos corredores, como es mi caso. La base también se desmotiva sabiendo que no había esa catapulta al profesionalismo y que por mucho que andes al final no hay equipos que te recojan. Para la afición fue otro palo, claro. 

Llegó a coincidir tu marcha del equipo con la explosión de Samuel Sánchez. 

IM: Fue poco a poco y comenzó a destacar un poco más tarde, de una forma de correr muy diferente a la mía, pero agazapado para intentar ganar. Evolucionó muchísimo y después con los años fue muy competitivo, a un gran nivel.

¿Qué te pareció coincidir con Laiseka?

IM: Cuando yo llegué, él estaba ganando en las grandes. Ganó en Luz Ardiden y se convirtió en un mito. Una forma de ser peculiar, pero sus resultados ahí están. Solo ganaba en ocasiones especiales. Una pena ese Giro donde se cayó, porque según cuenta iba para ganar etapa. 

¿Qué tal tu relación con Haimar Zubeldia? Hicisteis buen dúo. 

IM: Es un corredor muy diferente, mucho más conservador, más regular. No ganador, pero sí de aguantar, de estar ahí, de gran fondo. Sí, hicimos buena dupla, cada uno en su estilo. Él iba a lo suyo y yo a lo mío, nunca nos estorbamos.

¿Y con Simoni? 

IM: Muy bien. Pensaba que yo estaba “zumbao”, pero descubrí a alguien que lo estaba bastante más. Coincidí con él un año y tuvo una forma de correr y ser muy diferente. Ahí sí que me di cuenta de que cada uno iba a lo suyo. Era muy buen tío, pero muy peculiar. Me sorprendió porque vive en su mundo y va a lo suyo, pero me reí un montón con él. Entrenando y eso, muy profesional. 

Otro escalador buenísimo fue Igor Antón…

IM: Coincidí con él los últimos años. Cuando gané en Urkiola ya hizo tercero y se le veía que venía pisando fuerte. El tiempo demostró que subía de los que más. Era estilo Laiseka, muy irregular, pero que en sus días buenos podía ganar perfectamente. 

Tradición de escaladores como Marino Lejarreta. 

IM: Me tocó un poco más lejos. Coincido mucho con él en bici, se conserva muy bien. Yo era muy de Marino en su día, por ser escalador y tener esa forma de correr. Le tengo muy cercano y además está muy en forma, para darte un susto si te le encuentras en la ruta. 

Con Beloki no llegaste a coincidir en el equipo. 

IM: Sí coincidimos en el Tour, como aquel año que se rompió el fémur y demás, el Tour 2003. Me sorprendió porque nunca hubiese esperado ese rendimiento. Está muy metido en las redes, en el mundillo y es un gran tipo. Tuvo unos años muy buenos. Recuerdo aquella Vuelta en la que perdió el liderato en Andorra, que llevaba una llorera impresionante. En el equipo no he llegado nunca a coincidir. Pasó a Euskaltel, pero nos cruzamos. Cuando llegué, se marchó a Festina y después a la ONCE. 

¿De Madariaga qué me puedes decir?

IM: Te puedo decir lo bueno y lo malo. Creó muchas oportunidades para el ciclismo base. Es verdad que era un poco de estar con él o contra él. Como yo llegué de Cafés Baqué y no de Olarra se creó un poco de polémica en su día. Hubo conflicto con eso porque quien no subiera desde el considerado filial, no era bien visto y aquello se hizo al final con calzador. Como todo en la vida, partes buenas y partes malas. Hizo mucho por el ciclismo vasco, hay que reconocerlo. 

¿Y de Ullrich? 

IM: El que más me ha impresionado. Como físico, como portento. Al final coincidió con Armstrong y siempre le ganaba. Creo que tenía más cualidades que él. 

¿Y Lance? ¿Cómo era?

IM: Él vivía en su burbuja. Tenía el mejor equipo, iba con su seguridad privada a las salidas. Iba a lo suyo, no hacía amistad con nadie. Tenía dinero, el mejor equipo y en ese momento era el que más andaba, poco más que decir. 

¿Cómo viste que le quitasen los siete Tours? 

IM: Al final creo que fueron a por él, sus compañeros de equipo también le vendieron y al final no quedaba otra salida. 

¿Cómo ves el ciclismo de Pogacar, van der Poel, etc? 

IM: Esta generación de jóvenes está demostrando el cambio que está existiendo en el ciclismo. Ahora ves las clasificaciones y te das cuenta de que no es un caso ni dos, que hay muchos corredores muy jóvenes triunfando. Eso sorprende, es un cambio del concepto en el ciclismo. El nivel alto es muy alto, pero a mi parecer falta nivel medio. En mi época sí existía ese escalón intermedio, había mucha calidad ahí. Ves los primeros puestos del Tour justo después del podio y piensas que quizá falten esos ciclistas, esa categoría intermedia entre las grandes estrellas y los demás. Es una sensación. 

¿Qué es ahora de Iban Mayo? 

IM: Hasta hace poco he estado con la empresa que monté, como comentaba. Hace poco he vuelto a andar en bici y me hace ilusión que la gente me siga conociendo. Me apunto a marchas y eventos, he vuelto en ese sentido al ciclismo. Por lo demás, una vida muy tranquila y disfrutando de lo que se puede, que al final estamos aquí de paso. 

Entrevista y transcripción Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Sirotti

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