Entrevistas

Entrevista a Juan Gutiérrez, periodista del Diario As

Hoy 14 de abril de 2021, el periodista Juan Gutiérrez celebra sus 30 años en la redacción del Diario As. Muy ligado al ciclismo en las últimas décadas, ha sido uno de las columnas de opinión más destacadas del periodismo español en el ámbito polideportivo. Actualmente, como subdirector de As, sigue demostrando su pasión y vocación por su oficio.

¿Desde cuándo te gusta el ciclismo?

Desde muy joven me ha gustado el ciclismo, pero yo creo que especialmente en las temporadas 82 y 83, cuando comienzan a televisar la Vuelta a España en directo y unos programas que se hacían por la tarde de resúmenes y reportajes de la carrera. Las ediciones en que descalifican a Ángel Arroyo y le dan la victoria a Marino, o cuando Hinault le gana la Vuelta a Gorospe. El primer Tour con Reynolds, que le gana Fignon… esos son mis primeros grandes recuerdos del ciclismo de competición.

A partir de ahí me enganché al ciclismo totalmente. Jugando a las chapas me tocaba siempre ser el Kelme, con Pepe Recio y Vicente Belda, quién me lo iba a decir.

¿Por qué periodista?

Antes del instituto ya quería tener una idea clara de a lo que me quería dedicar. Me gustaba el deporte, la música, escribir, por las noches escuchaba siempre a José María García, mi padre compraba el Diario As todos los días. Todo apuntaba al periodismo deportivo. Cuando me preguntaron en el instituto a qué me quería dedicar, lo tuve clarísimo. Al final, el destino me llevó a cumplir mis expectativas y además en el diario que se leía en mi casa.

¿Estuviste en algún medio antes del As o entraste directamente en el diario deportivo?

En tiempos de la Universidad hice algunas cosas en algunas revistas, pero realmente mi primera gran experiencia fue al entrar en As, un 14 de abril de 1991, hace 30 años. Y hasta hoy.

Como aficionado al ciclismo de los años 80, ¿cómo viviste el boom de Perico?

El “periquismo” en los años 80 fue un auténtico bombazo. Actualmente el deporte español nos ha acostumbrado a ganar en todo, pero por aquel entonces no ganábamos en casi nada.

El fenómeno de Perico, con ese carácter tan español del escalador que tan pronto revienta la carrera como se hunde, al estilo de los Bahamontes o el Tarangu, nos enganchó a todos.

Hacíamos pellas para ver la Vuelta, y el mes de julio era fecha obligada para el Tour.

Después de Perico, llega Indurain y ya revienta todos los récords. Además, la explosión de Miguel coincide con tus inicios en As. ¿Qué recuerdos tienes de esa época?

Recuerdo que, llevando poco tiempo en el As, tuve que editar una entrevista del periodista Carlos Payá, que se ocupaba por aquel entonces del ciclismo, a Miguel Indurain. La titulaba “en principio, voy a por la victoria en el Tour”. Cuando la vio el jefe de ciclismo de entonces, Simón Rufo, no se creía que Indurain pudiera haber dicho eso. Nos parecía imposible que un corredor tan grande pudiera ganar el Tour, pero vaya si lo ganó.

Vivirlo dentro de la redacción fue un gran momento. Y en 1992 ya fui al Tour como corresponsal, así que pude estar en los otros cuatro que ganó y en el que perdió ante Rijs en 1996.

Ese Tour del 1996 fue duro para todos.

Cuando te acostumbras a ver ganar a alguien como Induráin, parece que ya es invencible. Aunque es cierto que ya habíamos visto en el Giro de 1994, en el que también estuve, que era humano. De hecho, con el tiempo te das cuenta de que una de las grandes gestas que han quedado en la memoria, es la de aquel día del Mortirolo con Pantani y Cacaíto y la pájara de después. Curiosamente, uno de los días que no ganó es uno de los que más se recuerda.

Vivir aquel Tour de 1996 en Francia fue duro e impactante, sobre todo el día que llegábamos a Pamplona, con el zafarrancho que se montó allí y el hundimiento de Indurain. Si quitas al periodista, desde mi parte de aficionado fue uno de los días más duros que he vivido en lo deportivo.

Actualmente, después de aquellos años de absoluta euforia alrededor del ciclismo, en España estamos en otra situación. No es que no guste el ciclismo, pero el nivel de atracción ha caído mucho. ¿Cómo crees que hemos llegado hasta aquí?

Creo que es un cúmulo de razones, pero considero que hay dos cuestiones principales.

La primera, el dopaje. Creo que reaccionamos más tarde que el resto de los países y eso al final nos condenó. Cuando estalló el caso Festina en el 98, en muchos países se empezaron a elaborar leyes y a tomar medidas penales, y aquí no. A la larga todo eso nos hizo mucho daño.

La segunda, que transcurrió de manera paralela, fue el éxito del deporte español en tantas otras disciplinas. Eso hizo que otros deportes empezaran a comerle el terreno al ciclismo. Nosotros crecimos con Perico o Induráin, pero los jóvenes de finales del s.XX y principios del s.XXI crecieron viendo a España ganar mundiales de baloncesto y fútbol, a Gasol, Fernando Alonso, Rafa Nadal… La confluencia de ambas cosas, más la crisis económica que afectó especialmente al ciclismo, nos ha llevado a la situación actual.

¿Crees que después de la era Armstrong y toda la crisis de credibilidad, pérdida de patrocinadores, etc. el ciclismo ha aprendido de ello o volveremos a caer en un bucle autodestructivo?

Yo siempre he sido optimista, o quizás ingenuo e idealista, y quiero pensar que sí se ha aprendido. Cuando leo mis crónicas del 99, Armstrong era la esperanza del ciclismo, que venía a librarnos de los horrores y decepciones del 98. Así que de aquella también estaba seguro del cambio y de que habíamos aprendido, pero el tiempo me dijo lo contrario. Mismos médicos, mismas tramas, mismos reincidentes.

Ahora creo que, con los controles y el pasaporte biológico, es más complicado hacer las cosas que se hacían entonces. Pero, sobre todo, lo que más esperanza me da, es que ahora hay muchos corredores que señalan rápidamente al infractor, algo que antes no ocurría nunca. En el Tour del 98, nadie se atrevió a señalar a nadie (a excepción de unos pocos como Christophe Bassons).

¿Qué opinas de toda la revisión de la historia ciclista que supuso esa época de escándalos de dopaje?

Donde creo que el ciclismo debería haber puesto una raya que marcara un antes y un después, fue en el 98. Porque si nos paramos en lo que se tomaba o hacía antes, acabaremos borrando toda la historia del deporte. Pero para mí 1998 fue un escándalo que debería ser el punto de no retorno.

Sin embargo, se optó por la hipocresía y el mirar para otro lado, y eso terminó por favorecer todo lo que vino después. Los Armstrong, Landis… El ciclismo se quedó sin credibilidad. La Vuelta a España estuvo más cerca de desaparecer que nunca en la primera década de los 2000.

¿Cómo ves el ciclismo moderno, al que algunos llaman “ciclismo de pancarta”?

No me gusta, pero creo que con los sistemas de medición y entrenamiento y preparación actuales, es la evolución natural. Ya no se fichan ciclistas, se fichan vatios. Antes de empezar una carrera, ya se sabe cuál va a ser el rendimiento de cada uno, y eso condiciona mucho la manera de correr.

Con los recorridos actuales, donde se priman kilometrajes más cortos, se pueden asegurar una última hora de carrera más vibrante, pero no se hacen diferencias y se pierde la capacidad de desgaste. Si el ciclismo es un deporte de fondo, es porque a la última semana de las grandes vueltas tienes que llegar reventado y se ven hundimientos. Sin embargo, eso se ha perdido y vemos un ciclismo más centrado en la televisión.

Foto: DLC

¿Crees que la Vuelta a España se ha sabido adaptar mejor a ese cambio de paradigma?

Creo que sí, pero sobre todo porque ha tenido que reinventarse para su propia supervivencia. Javier Guillén ha apostado por imprimir una personalidad propia a la Vuelta y lo ha conseguido. Desde temas más simbólicos como el cambio al maillot rojo, a otros más deportivos como el tema de los recorridos.

Antes se asumía desde la organización que en España no había puertos, y se repetían siempre los mismos diseños. Guillén está demostrando que tenemos terrenos y puertos para elegir, estrenando cada año nuevas subidas para todos los gustos.

¿Qué te parece el recorrido de la Vuelta a España 2021?

Me gusta que haya nuevos puertos y que mantenga sus señas de identidad. Creo que está más equilibrado, aunque me falta una contrarreloj más larga, seguramente en la primera semana. Y luego, en algo que me distancio de los más puristas, no me gusta que haya tantas etapas al sprint, sinceramente. Me he comido Tours y Vueltas en los que un velocista se podía llevar siete u ocho etapas. Entiendo que quieren tener sus oportunidades, pero no más que otros.

Algo que creo que es muy loable, como apuntaba antes, es que se siga apostando por incluir nuevos puertos y asumir retos como el del Gamoniteiro en esta edición, o los sueños de Veleta o Teide, que, aunque muy difíciles, siempre están ahí. Actualmente desde la Vuelta se escucha al cicloturista, cuando antes no se le hacía ni caso, y eso demuestra muy buena disposición por parte de Guillén y su equipo.

¿Cómo ves el estado de salud de la Vuelta a España en la actualidad y en el futuro próximo?

Cuando se cambió la fecha de la Vuelta en el 95 de abril a septiembre, se hizo famosa la frase de Echávarri de “aprobar la asignatura en septiembre”. Al final eso se ha hecho realidad, porque la Vuelta es la última oportunidad de los que no ganan o se caen en el Tour. Junto a los que hacen el Giro, te asegura una buena participación.

Creo, además, que el ciclista de hoy valora más los triunfos de todas las carreras. Y también se compite durante todo el año y ya no se seleccionan las carreras como antes. Ahora, los que vienen a la Vuelta vienen a ganar, no a cumplir expediente.

¿Qué te parece esta nueva generación de corredores que está dominando en todos los terrenos y luchando por grandes vueltas a edades tan tempranas?

Me parece que es el reflejo de un cambio brutal en el ciclismo. Ver a corredores de veinte años con un rendimiento tan alto, era inconcebible hace años. Imagino que tiene que ver con las nuevas formas de preparación, parece que no existe ya esa necesidad de maduración con los años que había en épocas anteriores. La única duda que me queda es si los ciclistas de ahora tendrán la mecha más corta. Veo casos como Sagan o Quintana, que parece que ya no andan tanto, y me pregunto si lo que se gana por juventud, no se acortará después de los 30.

El otro nuevo concepto del ciclismo actual que me impresiona es el de los Van Aert o van der Poel, el ciclista total. Esprintan, suben, contrarrelojean, ganan en carretera, en ciclocrós, en mountain bike… Es brutal.

¿Cómo ves la situación del ciclismo femenino?

En mi opinión el ciclismo está siguiendo el reflejo de lo que pasa en la sociedad, tomando conciencia de la necesidad de apostar también por el deporte femenino. Es un paso que había que dar, tanto a nivel de organizaciones, equipos o marcas.

Sigue quedando mucho camino por hacer, porque al final se recoge lo que se genera y no se genera igual, pero se está abriendo el camino. Aún queda para llegar a la situación de otros deportes, donde está más equiparado, como en el tenis o el atletismo, o incluso por encima, como en el esquí. El ciclismo femenino ha estado muy por detrás y necesitará tiempo.

¿Cuál es tu carrera favorita?

El Tour. Me dan igual los debates de si el Giro, la Vuelta o las clásicas son mejores o más divertidas. Me encanta el Giro, porque pegas una patada y te salen cinco montañas seguidas; me encanta la Vuelta porque es la de casa y conoces mucho más; me encantan las clásicas porque es espectáculo concentrado en un día… Pero es que el Tour tiene una grandeza especial. A parte de su Historia, que en cada puerto tienes leyendas que recordar, es una carrera en la que confluyen los mejores en su mejor momento de forma del año. Además, me he criado viendo el Tour y he pasado doce años de mi vida allí.

¿Hay algo que te gustaría que pasara en el ciclismo en los próximos años?

No me lo he planteado y como aficionado español he tenido la suerte de ver a los Perico, Indurain, Contador, Freire… Quizás ver a un Van Aert o un Tom Boonen español pegándose con los grandes en los adoquines, como lo hacía Flecha, pero a lo grande.

Desde un punto de vista más filosófico, me encantaría que el ciclismo recobrara su esencia de aventura, locuras, épica y ataques lejanos. Salir de ese ciclismo conservador de los últimos tiempos.

Entrevista y transcripción: Jorge Matesanz / Víctor Díaz Gavito

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