Italia ha sido siempre cuna de talento y valor en lo estético. Vivir a oleadas, intensamente, el sabor más mediterráneo que se pueda encontrar. Si las holandesas (ahora neerlandesas) encontraron un filón en las Van y Vos, ahora es turno de las italianas en el contexto del ciclismo femenino. La generación es obvia, con ciclistas que han osado a plantar cara a la extraterrestre del momento. Cavalli pagó el pecado de retar a Vleuten en el Tour y acabó cerrando la temporada a causa de una caída terrorífica que nos heló la sangre a todos. Balsamo, Longo-Borghini, Persico y un sinfín de talentos que pedalada tras pedalada van comiendo terreno a las vecinas del norte.
Como si de un Da Vinci se tratara, la multidisciplinariedad se ha impuesto, con un toque afrancesado de amor por la pintura clásica de París y un halo más renacentista que barroco. Una mentalidad mucho más chiclosa, adaptable al contexto, a las bicis tan molonas que hoy día se fabrican en lugar de las clásicas y rígidas versiones victorianas. Martina no es una excepción. Se añade a la generación que poco a poco va enseñando italiano al pelotón, con múltiples talentos y una capacidad impresionante para rematar las faenas. La pista le ha enseñado a rodar, a darse cuenta de que el ciclismo es pedalada tras pedalada y en realidad no hay mucho más secreto.
Nacida en Lombardía en noviembre de 1999, mientras se presentaba el Giro de Italia del año 2000 y aún se hablaba del primer Tour de Armstrong. «Soy una chica sencilla que vive en la provincia de Bergamo. Practico ciclismo desde que tengo 6 años, y en cuanto al carácter soy reflexiva, testaruda y carismática»,
comienza describiéndose. En casa se ha respirado ciclismo y eso se tenía que dejar sentir tarde o temprano. «Comencé de pequeña siguiendo el camino de mi hermana, que también corría (Arianna Fidanza, actual ciclista de BikeExchange). También mi padre (Giovanni Fidanza) y mi madre (Nadia Baldi) fueron ciclistas, por lo que siempre hemos sentido muy cerca este deporte». Esa relación tan estrecha con el mundo de la bicicleta le ha llevado a comprender el ciclismo desde el equipo: «Mis ídolos siempre han sido las personas cercanas a mí, como mi padre y mi hermana, tanto a nivel ciclístico como personal». La transalpina del Ceratizit y perteneciente también al Fiamme Oro (el equipo de los cuerpos de seguridad del estado) es una recién llegada a uno de los equipos de élite. Procedente del Eurotarget, no se olvida de sus orígenes: «El Eurotarget me ha visto crecer. Es el equipo que me ha acompañado desde los 7 hasta los 21 años. Todo deportista tiene esa primera escuadra en la que ha estado y en la que le han visto evolucionar personal y deportivamente, y para mi eso es el Eurotarget, al que estaré siempre agradecida».

Eso sí, tocó firmar por su actual equipo, un paso más en su prometedora trayectoria. «Sí, fue realmente
bonito. El contacto surgió durante el Giro de Italia del año pasado entre mi padre y Dirk Baldinger (director del Ceratizit). Dirk buscaba alguna corredora joven italiana que fuera rápida para hacerla crecer en el equipo y yo fui la elegida». Pese a que en el mundo de la carretera le comienza a ir muy bien, ella prefiere «La pista» Y no es de extrañar, porque en esa modalidad no le va nada mal. «Cuando gané el campeonato del mundo sentí una grandísima alegría. Había estado en los Juegos Olímpicos, pero solo como reserva. Lograr esa victoria personal en el mundial fue una gran revancha para mí».
Sin embargo, debutó en el Giro con la camiseta de su nuevo equipo, si bien ya conocía la corsa rosa: «Sí, ha sido verdaderamente un Giro muy bonito. Además, es la primera vez que me enfrentaba a un Giro con el objetivo de terminarlo y en el que, a pesar de varios problemas, he podido prepararme y conseguirlo». Sus ambiciones y sueños van mucho más allá: «Mi sueño es alzar los brazos en una etapa (del Giro)». El mundo de la pista modela la fisonomía para adaptarla al buen rodar, al pedaleo redondo, a darle importancia a la cadencia sobre todas las cosas. Y a la posición, a la eficiencia en el esfuerzo. Nada que ver con las escaladoras por inspiración que dejan a la improvisación cualquier detalle. Las etapas llanas son las preferidas por Martina: «Prefiero las etapas para velocistas, porque se me adaptan mejor a mis características».
Características que hacen de Martina una ciclista en competición con grandes talentos italianos de la actualidad. Antiguamente Bronzini tenía mucha menos rivalidad, al menos en cuanto a compatriotas se refería. La competencia es alta. «Sin ninguna duda. Se puede decir que en Italia las generaciones del 97,
98, 99 y 2000 rebosan talento y son muy ilusionantes para el futuro». A la del 99, como comentábamos,
pertenece y a sus 23 años todavía le queda mucho ciclismo por vivir. Los avances del ciclismo femenino son evidentes. La dimensión y difusión de sus hazañas está cobrando cada vez dimensiones más elevadas, con una auténtica fiebre de organizadores de pruebas masculinas que están creando la versión femenina de las mismas. Salvo unas pocas entre las que se encuentran Milán-San Remo y Giro de Lombardía: «Por supuesto, ojalá todas las clásicas masculinas tuviesen también versión femenina».

Fidanza tuvo un problema cardiaco que le obligó a una operación bastante importante. Una intervención
de la que afortunadamente parece recuperada, aunque aún es tiempo para la cautela y las revisiones. Si
todo va bien, puede ser un problema que se quede en el olvido: «Sí, no he tenido más problemas, pero
durante dos o tres años debo tener un loop recorder para registrar y monitorizar mi pulso cardíaco. Después de ese período sin incidencias, podré considerarme completamente recuperada». El color de los maillots es un tema que tiene interés en su caso, ya que combina las indumentarias de dos conjuntos, el Ceratizit y la Fiamme Oro. Otra piel es la azzurra de la Selección Nacional: «Tengo muchos colores de maillot. El equipo Ceratizit tiene azul y rojo; el carmesí de Fiamme Oro y el azzurro de la selección nacional. Todos ellos tienen un gran valor para mí y son parte importante en mi carrera, así que no tengo
preferencias».
La bergamasca es una sensación en las redes sociales. Su carácter alegre y sonriente hace que sea una ciclista muy seguida en redes como Instagram. Herramientas a cada paso más y más importantes: «Son importantes, pero solo hasta un cierto punto. Nos aportan mucho, porque nos permiten darnos a conocer a la gente, pero también dan tanto como quitan. Soy consciente de que aquello que se muestra no es siempre la realidad, pero detrás de las publicaciones hay personas reales con su propia historia de vida. El perfil no siempre corresponde con la realidad».
Una persona joven, pero con la cabeza en su sitio y que le ha traído hasta donde está, que es en el camino a la cima de su deporte. Para ello trabaja día tras día con una clara inspiración: «Mi familia. Ha
sido y es mi mayor fuerza desde siempre». Una oportunidad de poder desarrollarse en la profesión de sus sueños y al mismo tiempo poder cumplir con otros quehaceres de su edad, como el viajar y disfrutar de ello: «Me encanta viajar y me encantaría correr en ruta en América, aunque también hay muchísimos lugares que querría visitar».
Seguro que si el ciclismo femenino sigue evolucionando a la velocidad que lo está haciendo y si la joven italiana continúa dando tantos pasos firmes hacia convertirse en una más en esta generación tan exitosa que se viene, conseguirá inevitablemente trepar peldaño a peldaño la escalera de sueños que en la actualidad está atravesando.
Escrito por Víctor Díaz Gavito & Jorge Matesanz
Fotos: cedidas por Martina Fidanza / Portada: Bettini