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Entrevista a Michael Rasmussen: «Quería medirme con los mejores del mundo» (1/2)

Desde que preparé la entrevista con Michael Rasmussen ya supe que iba a disfrutar al transcribirla. Al leer a mi amigo Frankie la forma que tiene de interpretarlas y proyectarlas en un artículo, valoré tan maravillosa opción. En crudo la entrevista cuenta tanto que no merece la pena incluir intermediarios, pero los contextos y las aclaraciones sobre algunas alusiones que el protagonista realiza pueden resultar interesantes para comprender algún aspecto por parte de personas que no hayan vivido live la carrera de este ex ciclista.

Para los más jóvenes, este danés nacido en 1974 fue quien protagonizó un duelo estelar con Alberto Contador en el Tour de 2007. Ha llovido, aún así se recuerda toda la historia del equipo expulsando al maillot amarillo y virtual ganador. Una lástima porque ha podido ser el duelo más espectacular que viviese el mes de julio hasta el aterrizaje de Pogačar y Vingegaard, también danés y sobre el que se hablará en alguna de las preguntas. Sin más preámbulos, Michael Rasmussen con ustedes. Disfruten.

«En la actualidad me dedico a la enseñanza», empieza a relatar uno de los escaladores más llamativos de la primera década de los 2000. Alguien que empezó sus días a lomos de una bicicleta MTB. «Cuando era un adolescente era relativamente pequeño y no era excesivamente bueno en la carrera. Así que empecé a competir con la mountain bike y era brillante. Me proclamé campeón de Dinamarca junior y conquisté el bronce en el Campeonato del Mundo, así que inmediatamente después me convertí en ciclista profesional».

Cuando el danés explotó en carretera algunos corredores evitaban descender los puertos a su rueda. Por todos es sabido que las habilidades de una modalidad y otra son distintas y la gente procedente de la bicicleta de montaña frena y traza diferente al ciclista más habituado a la carretera.

«El interés por la bicicleta de carretera no llegaría hasta el año 2000. Decidí realizar el cambio a la ruta porque quería competir ante los mejores ciclistas del planeta. Quería medirme, ver cuáles eran mis límites». Entonces firmó por el CSC de Bjarne Riis, también danés y en aquel momento único campeón de dicho país en el Tour de Francia.

Un auténtico referente como ciclista que lo iba a ser aún más si cabe como director, si bien la relación con el ciclista no iba a ser todo lo buena que hubiese sido deseable. «Fui campeón del mundo en MTB en 1999, pero mi idea era medirme con Jan Ullrich y Lance Armstrong, que en ese momento eran los mejores. Y si quería competir contra los mejores tendría que ser en el Tour de Francia, porque ahí es donde se dan cita».

«Fue un largo camino llegar hasta allí, tuve que empezar desde abajo del todo para ir mejorando. Fue todo muy rápido y después de un año ya estaba corriendo a las órdenes de Bjarne». Un equipo capitaneado por Laurent Jalabert al que poco después llegaría Carlos Sastre. «Llegué a finales de 2001 al equipo. Esa temporada anduve en carretera y en MTB. A dos kilómetros de la meta pinché y no me pude coronar otra vez como campeón del mundo. En ese punto sabía que era la última vez que me subiría a una bicicleta de montaña».

«Tres semanas más tarde estaba compitiendo en el Mundial de carretera» en una edición que ganó Óscar Freire, en Lisboa. «Fue un buen encuentro y pude terminar en el primer grupo, en el mismo tiempo del ganador». Pronto degustaría la primera temporada en el pelotón y probaría la dureza del Giro en sus carnes. «Me ofrecieron correr el Giro y después el Tour, pero lo rechacé. Iba a ser demasiado correr en dos grandes seguidas. Fue una buena decisión, aunque para alguien tan joven como yo fue difícil decir que no al sueño de correr el Tour. Hice un buen final de temporada y pude correr mucho con Jalabert.

La Klasika de San Sebastián o la Copa Agostoni entre ellas, donde él ganó brillantemente. Poder correr a su lado fue maravilloso». No iba a ser eso, sin embargo, lo que más le impactaría del francés. «Recuerdo que en la cena le preguntaron por qué victoria había sido la más importante en su carrera. Yo esperaba que dijese la Vuelta, el Mundial de contrarreloj… Y, de repente, dice que la mejor victoria de su carrera es la siguiente. Aquello fue algo que me llegó bien adentro. No importa lo que hayas conseguido, siempre tienes que mirar al frente y seguir adelante». Ciertamente interesante, desde luego.

Una de las revelaciones más interesantes de la entrevista llega ahora, y es que Michael Ramussen, según afirma el propio corredor danés, estuvo cerca de firmar un contrato con la ONCE de Manolo Saiz. «Desde agosto recibí ofertas de varios equipos, entre las que estaba la de Rabobank, también un interés muy importante por parte de Manolo Saiz y la ONCE. Pero llegó un poco tarde, porque fue durante la Vuelta, si recuerdo bien. La solicitud se había atascado en Madrid de alguna forma y me llegó una hora más tarde de haber firmado con Rabobank».

La renovación por CSC nunca estuvo encima de la mesa. «Bjarne y yo no nos llevábamos bien, no hubo una gran comunicación. No fue una decisión difícil porque quería oportunidades para ser líder y brillar, y en CSC iba a estar complicado. En Rabobank me encontraría en otra posición, en otro rol. En la montaña no tenía rival por el liderato, era el único escalador». Una decisión de la que a día de hoy sigue estando orgulloso: «No me arrepiento de aquello ni por un segundo. Más tarde fueron firmando corredores como Denis Menchov, pero aún así no éramos muchos escaladores en el equipo».

Uno de los mitos que circularon en torno al escalador danés fue su obsesión por reducir el peso de su bicicleta. ¿Qué hubo de cierto? «Sí, era muy consciente de lo que después otros como el Team Sky llamó marginal gains. Para mí era sencillamente sentido común. Por ejemplo, siempre me he llevado mi propia almohada para evitar dormir en las de los hoteles, que son siempre diferentes. Tampoco es física cuántica, ¿verdad? Son factores importantes».

Ya desde la primera concentración con Rabobank el tema fue tratado a conciencia. «Me dieron una preciosa Colnago. La levanté y le encontré demasiado pesada. Eran ocho kilos. No podía competir contra Roberto Heras y Lance Armstrong si no estaba en las mismas condiciones de salida. Teníamos que hacer algo».

Aún así, fue algo que le llevó tiempo conseguir. «Fui séptimo en la Vuelta a España, gané la etapa reina en Cauterets tras pasar por el Aubisque. Hasta ese día no se atendieron mis palabras. Lo que decía era que teníamos que optimizar aquí y allí, nada más». La persuasión llegó a convencer a Colnago para diseñar una bicicleta más ligera.

«En 2004 tuvimos bicicletas que pesaban 6,8 kilogramos. Todo porque había estado presionando mucho para ello. Aquello casi me cuesta mi puesto en el equipo. Sí, puedes decir que estaba obsesionado con el peso de mi bicicleta, pero creo que era importante para competir. Fui también de los primeros en usar rodamientos de cerámica (ceramic speedings). Después Rabobank compró otro set para la bicicleta de Denis Menchov. Éramos los únicos en llevarlos en el Tour de 2005. Ahora es de sentido común para todos».

«Viniendo del MTB estaba acostumbrado a buscarme la vida en solitario, organizando los viajes y haciendo que fuesen lo más suaves posible», justifica en la búsqueda de esa búsqueda constante de pequeños granos que hacían una montaña de arena no sólo en la bici, sino en todo lo referente al ciclismo. Cabe también preguntarse por qué algunos grandes escaladores como Rasmussen acudían fieles a su cita con el Tour y nunca a una carrera más adaptada para ellos como el Giro de Italia.

«Yo era mucho mejor con calor y el Giro se disputa demasiado pronto en la temporada. Nunca disfruté del frío en exceso». Pero no sólo era una cuestión de temperatura: «Recuerdo un año en el que anduve bien en Vuelta al País Vasco, también las Ardenas. Otro me fue bien en Setmana Catalana, pero después
me rompí la clavícula… siempre me pasaba algo, por eso terminé por centrarme en las carreras que sabía que me iban a ir bien en verano y Rabobank me lo permitía. Me dejaban ir al Giro también si era como entrenamiento. Para ellos el Tour era el evento más importante con diferencia»
.

Sobre Rabobank sigue hablando: «el equipo acabó en segundo lugar en el ranking mundial, a pocos puntos del Telekom. Freire ganó el Mundial en 2004, Boogerd fue segundo en Amstel y Lieja, Dekker se hizo con París-Tours, ganamos etapas en todos lados, pero en el Tour no ganamos nada. Los managers del equipo estaba hablando de aquella temporada como una temporada mediocre. Todo por no ganar o rendir como se esperaba en el Tour de Francia. Yo fui 14º en la general final, por cierto».

Percepciones que no fueron similares a las tenidas en 2005: «en términos generales, la temporada no fue tan bien, pero gané la montaña y una etapa, con posibilidad hasta el último momento de terminar en el podio de París. Menchov eventualmente ganó la Vuelta al final de aquel año y fue proclamada como una de las mejores temporadas en la historia del equipo. El Tour lo era todo para ellos y por eso me daban tanta libertad para hacer lo que quisiera con la única condición de estar en forma en el mes de julio».

Aún así, él quería estar en el Tour para cumplir su objetivo. «La mejor definición del Tour es que los mejores corredores están en sus mejores estados de forma en una misma carrera. Yo quería competir contra los mejores para medirme. Todo lo que consigues en Giro y Vuelta lo tienes que multiplicar por diez en el Tour». Un Tour que ha perdido ciertamente sus rasgos distintivos en su recorrido, materia en la que el danés siempre ha sido muy activo en redes sociales.

«Me parece que las etapas cortas pueden estar bien de vez en cuando, pero cuando todas las etapas de montaña tienen 120-140 kilómetros no es bueno. A veces me gustaría ver etapas de siete horas que destruyen a todo el mundo. También eso es ciclismo. Todo el mundo se sigue acordando de las escapadas de Coppi o de Chiapucci en solitario».

«Creo que no debería ser una cosa o la otra, ambos modelos pueden convivir junto al otro. También pienso que estaría también bien que se siguiesen haciendo contrarrelojes de 50 kilómetros. El organizador quiere mantener la clasificación apretada y hay muchos factores que hacen que no sea un simple ‘sí’ o ‘no’».

Sobre la moda de las pendientes extremas, Michael también ofrece su punto de vista: «Para mí la dura-
ción del esfuerzo es también importante e incluiría etapas con más de un puerto y que no necesariamente el más importante fuese al final. Los favoritos no quieren arriesgar antes. Muchos ciclistas son muy fuertes en una subida, pero cuando el esfuerzo es más prolongado, es bien diferente. Prácticamente nadie es capaz hoy de hacer tres subidas a tope. Es ahí donde se hace la mayor diferencia. Ahí también puedes ver la valentía del corredor, como la de Pogačar en los últimos años o el Jumbo en el Galibier»
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Pequeña crítica a los recorridos de hoy día en un ciclismo que «es muy diferente. Los equipos son mucho más profesionales ahora que hace 15 años. Ahora todos se han visto obligados a explorar todo lo posible esas mejoras de marginal gains que puso de moda el Team Sky. También en términos de aerodinámica, cambiando la posición sobre el manillar».

Cuestión también del material: «ya no sólo lo mejor está en manos de los capitanes de equipo y eso se nota en todos los equipos. Los salarios son más altos, el dinero está ahí para mejorar todos estos aspectos. Nutricionistas, especialistas en cada materia… No hay nada que no haya sido pensado antes, cada detalle, todo se mide. Es obvio que algunos equipos están por delante, como el Jumbo, por ejemplo, que es el punto de referencia en estos momentos».

Rasmussen se toma como propio un poco de ese efecto que influyó en Rabobank, de quien Jumbo es ya un lejano heredero. «Algo del honor que representa ser una de las influencias más notables en esta materia. Algunas de las personas de mi época siguen y lo reconocen abiertamente. Tal vez sin intención de hacerlo».

Hablar de Jumbo Visma y no hacerlo de algunos de sus integrantes como Wout Van Aert «es una estrella del rock en el ciclismo, tiene hasta sponsor de casco, lo cual es extremadamente difícil de ver en ciclismo profesional. Aunque esté Jonas (Vingegaard) en el equipo, es la estrella del Jumbo». Sobre la gestión de su rol dentro del equipo y la comparación con su archirrival Van der Poel tiene una opinión clara:

«Alpecin es otro equipo, totalmente diferente. En Jumbo están Kuss, Kruijswijk, que ha sido podio en un Tour. Es un equipo también muy diferente a Ineos. No creo que Van Aert disfrute de más apoyo fuera porque es ya el número uno del equipo en las carreras de un día»

También opina sobre Pogačar y su ambición: «No hay que olvidarse de que en el Tour de 2022 terminó segundo. Nos ha dado tanto durante toda la temporada que es normal. Compite en cada carrera, es increíble. Es el mejor ciclista que jamás se haya visto en por lo menos cuarenta años».

Continuará…

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: archivo 20 Minutos // Interiores: RTVE / Sirotti / Wikimedia Commons

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