HC Opinión

¿Es el ciclismo un deporte de equipo?

Hay deportes que se disputan de forma individual. Véase el tenis o el golf, aunque ambas tengan competiciones cuyos resultados se computan en favor de, sobre todo, un equipo nacional. El fútbol celebra los éxitos de los clubes, al igual que el baloncesto, donde los premios secundarios son individuales. Estamos todos cansados de escuchar que el ciclismo es un deporte de equipo, pero… ¿qué tiene de cierto? Sí, existen los equipos y hay una labor de conjunto para que uno de los ciclistas sea favorecido por ese trabajo y cuente con mayores opciones de alcanzar los objetivos. Pero realmente es un deporte de carácter clasificatorio individual, donde la competición principal no es por equipos, sino con nombres y apellidos.

Competición principal significa la mejor remunerada, la que percibe una prima por victoria mayor. Si las carreras ya disponen una cantidad más abultada para este logro es porque la orientación del ciclismo es a ordenar a los corredores más fuertes, con la correspondiente clasificación por equipos, que goza de una menor relevancia mediática y, por qué no decirlo, económica. Es un caso extraño, porque sí que los ciclistas sienten esa pertenencia a unos colores y realizan una labor fundamental para sus compañeros. Y eso es innegable. Desde proteger a un escalador en el llano a subir bidones y ahorrar esfuerzos al líder.

¿Se recuerda más el triunfo de algún equipo, por ejemplo en el Tour de Francia, por encima del equipo en que lo realiza? ¿En qué equipo corría LeMond cuando ganó en París? Por no preguntarse a quién apoyan los aficionados de una localización o de otra. El aficionado, por lo general, tiende a ser del ciclista, y lo va a apoyar esté en el equipo que esté. Si seguimos en los 80, cabe recordar que Pedro Delgado cambió el maillot del Reynolds por el del PDM holandés durante un par de temporadas. En una de ellas, consiguió ser segundo en el Tour de la mano de este conjunto. Me atrevería a decir que una mayoría aplastante de aficionados que le apoyaban en el PDM le apoyaban igualmente en Banesto. ¿O no?

Por todo ello, además de por otras consideraciones, rechina cuando Van Aert espera y regala la victoria en una clásica a su compañero de equipo, porque la victoria no es colectiva, sino individual. A veces fichar a ciertos ciclistas es simplemente comprar su voluntad de ejercer la posibilidad de ganar. Quitarse rivales para ganar aliados, vamos. Cansa escuchar el argumento de que en otros deportes sólo gana uno, como si en el ciclismo ganase el segundo. O como si ganase el equipo, que lo único que recibe es una enorme publicidad por patrocinar al ciclista que alcanza la meta en primer lugar.

El campeón de una competición recibe el dinero de forma individual, como decíamos. Después ese dinero se reparte entre todos los compañeros. Como es tradición, pero no obligación. El premio está dirigido al ciclista que consiga el objetivo, que después por cortesía dividirá las ganancias. Por tanto, pese a que es cierto que en el ciclismo profesional la competición parte desde un planteamiento grupal, acaba por ser individual. Se le podría considerar un deporte mixto en este aspecto. Los aficionados a un equipo concreto pueden vivir el apoyo a sus ciclistas por tener ese sentimiento de pertenencia que se vive en otros deportes de equipo.

Recuerdo los relevos fallidos de Miguel Induráin en Banesto. Abraham Olano respondía bastante a los cánones, aunque luego resultó no ser el heredero que se esperaba. Como la relación con el vasco no funcionó, el equipo español fichó a Alex Zulle para ser el líder del equipo. La propia prensa española, que al final es fiel reflejo de lo que el público demanda, dio un tanto de lado el protagonismo del suizo, por ejemplo, en el Tour de Francia, donde fue segundo clasificado, en favor de un trato preferencial a Fernando Escartín, que se clasificó un peldaño más abajo en el podio final de París.

Durante una década, tanto la prensa como el público español se había volcado por completo en apoyar a Banesto en tanto en cuanto era un proyecto encabezado por un ciclista español, tanto en época de Pedro Delgado como de Miguel Induráin, ganando entre los dos seis veces el Tour. El público habla de las hazañas de estos dos corredores y las siente como propias por compartir nacionalidad o por gustos personales. Marco Pantani levantaba y levanta mucha admiración fuera de las fronteras italianas, por poner un caso célebre. Y es que salvo casos concretos como el Euskaltel Euskadi, con gran arraigo en una tierra, el ciclismo es un deporte de carácter individual.

En realidad, sin querer repetir por milésima vez una obviedad, el ciclismo profesional ha evolucionado muchísimo desde su gestación entre los confines de los siglos XIX y el XX. Entonces era un deporte absolutamente individual, donde el pedalista se dedicaba únicamente a eso, a dar pedales y tratar de emplear el menor tiempo en llegar a la meta. Se inscribían por nacionalidades, sí. Pero la conciencia del deporte, más allá del compañerismo existente y reinante entre ciclistas, era individual. Ahora con las franquicias World Tour se nos vende otra realidad para insertar más patrocinios, que todo es cuestión de ingresos.

Pero como se puede ver en cualquier tabla de premios, el ciclismo continúa en su esencia. El equipo importa y mucho, pero al final quien gana es únicamente el ciclista. Así está organizado y así continuará estando organizado, al menos durante los próximos años, hasta que a los organismos que rigen les deje de resultar rentable. Entonces quién sabe lo que puede pasar.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / Demouveaux Resto de fotos: ASO / Demouveaux

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