HC Opinión

¿Es Froome realmente reconocido como uno de los mejores ciclistas de la historia?

Como todos sabemos, los considerados mejores ciclistas de la historia, si pensamos en una lista básica y fácil, serían los cuatro grandes campeones de cinco ediciones del Tour de Francia: Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin. Todo es matizable y opinable, ya que hay otros ciclistas que en las pruebas de un día merecerían un reconocimiento quizá diferenciado, pero al ser el Tour el cénit de la carrera de un ciclista, al estilo de lo que pudiera resultar un Wimbledon o Rolland Garros en el tenis, la prueba francesa es la que otorga y retira los carnés para entrar en ese club.

Hasta hace no tanto tiempo, había ganadores de tres ediciones que reposaban en un escalón inferior a la hora de ubicarles en la historia, pero es que Chris Froome ha logrado cuatro entorchados en París. Sin embargo, si algún aficionado al ciclismo le ubicase justo a la cola de estos gigantes, seguro saldría otro para corregirle o mostrar su discrepancia. Igual que se recibió con recelo a Lance Armstrong en ese selecto club cuando atravesó la frontera de las cinco victorias, al que se le ponían peros y asteriscos a la hora de incluirle, con el ciclista británico existe también esa resistencia aparente.

Sin ser un ciclista que haya despertado antipatía alguna por declaraciones fuera de lugar como pudiera ser el caso del estadounidense ni por las formas mostradas, hablamos de un ciclista que ha conquistado las tres grandes vueltas por etapas y que si bien hay que poner también asterisco en alguna de ellas, como las dos ediciones de la Vuelta que constan en su palmarés (el Giro no se quedó tampoco atrás), son victorias que hasta que se demuestre lo contrario, constan y cuentan. Por ello habría que preguntarse qué ha pasado para llegar a este nivel de desprecio por nuevos campeones. Nadie se imagina la exclusión de Hinault por no resistir la comparación con Merckx. Ni la de Merckx por haber dado positivo en un Giro.

Marsella recibe a Froome como campeón de su cuarto Tour © ASO / Alex Broadway

Quizá sea la propia situación contextual del ciclismo. Ya no existe esa atención mediática de antaño por múltiples motivos. Alguno de ellos es responsabilidad directa del dopaje y la constante sospecha que ensombrece las gestas que están por venir. Los cuatro grandes vivieron épocas donde el ciclismo era valorado como una auténtica heroicidad. Froome puede ser víctima de ello. La UCI tampoco ayuda en darle credibilidad, ya que las formas tan opacas de actuar que en ocasiones ha mostrado poco ha apoyado en una dirección correcta que mejore la credibilidad del ciclismo.

En el caso del positivo del ciclista en la Vuelta a España 2017, la única que ha ganado en la carretera, quedó una sombra enorme sobre aquella victoria. El sobreseimiento del mismo fue altamente extraño, más aún cuando le otorgaron otra victoria justo por la descalificación tardía de Juanjo Cobo por el análisis posterior de una muestra. ¿Por qué esa diferencia de criterio? Sucede lo de siempre, que huele a feria de intereses que desconocemos y de los que nunca sabremos. Como muchos aficionados estamos ya de vuelta con todos estos asuntos y fruncimos el ceño de extrañeza con estas cosas, tendemos a aceptar que es y va a ser así. Lo tomas o lo dejas, te subes o te bajas.

Las arrancadas del británico han sido tan inhumanas que han retraído a mucha gente en el optimismo. Aquella exhibición tan bestia en el Mont Ventoux, donde un ataque suyo hizo parecer juveniles a ciclistas tan reputados en alta montaña como, por ejemplo, Alberto Contador o Nairo Quintana. En el Ventoux corrió montaña arriba, algo ilegal y por lo que no recibió ningún tipo de sanción. Qué decir de aquella barbaridad de la Pierre de Saint Martin, donde incluso su mejor gregario adelantó al jefe de la oposición. Después ganó dos ediciones sin demasiado brillo y siendo el mejor a los puntos. Por no hablar de Finestre, el puerto artífice de que hoy tenga las tres grandes en su palmarés.

Froome celebra enérgicamente después de 80 kilómetros en solitario © Massimo Paolone – LaPresse

Para algunos, una exhibición que retraía a tiempos de Coppi. Para otros, un escándalo. Un líder que había mostrado debilidad en todas las subidas hasta la fecha, con excepción del Zoncolan, donde ganó la etapa. Incluso después de esa etapa continuó mostrando un nivel bastante mejorable en un ciclista de la nobleza. En la contrarreloj no dominó como solía en estas citas. Por tanto, no se esperaba que Froome encontrase en dos días un golpe de pedal que recordó a aquel del Mont Ventoux o La Pierre. Fue algo extraño también que todo el equipo Sky, que durante el Giro no encontró un buen golpe de pedal, lanzase la carrera en la hora acordada, como en los mejores tiempos.

Ese día las telemetrías se averiaron, casualmente, y no se hicieron públicas. En la subida final, tras 80 kilómetros en solitario, no sólo no se hunde, sino que conserva las diferencias y mantiene la frescura en el pedaleo. Incluso comentó el protagonista que había estado reservándose para la etapa del día siguiente y que la clave había estado en ubicar auxiliares por todo el recorrido (como si los demás no lo hiciesen) y un sillín especial. Cuando observas a Chiapucci entrar en Sestrieres o a Pantani en Deux Alpes hechos unos zorros y pasando la meta a duras penas y ves a Froome contestar tan fresco a los periodistas después de un esfuerzo tan bestia, es normal que la mosca ronde por detrás de la oreja.

Más aún cuando al día siguiente no fue capaz de plasmar esa superioridad atlética tan grande que había demostrado. Un ciclista capaz de llevar al terreno lo que en el papel sólo se había hecho hacía tantas décadas se supone en un estado de forma excepcional. George Bennett afirmó preguntaba en meta si Froome había hecho «un Landis», comentario que eliminó y por el que después pidió disculpas. En Cervinia, última cima del Giro, no consiguió marcharse del grupo de favoritos. Y lo intentó. Después está el rendimiento de sus gregarios, por supuesto. Poels acelerando por el interior de las curvas del Angliru, quedándose y recuperándose de repente para volver a entrar con los buenos…

Froome toca por primera vez la maglia rosa y con ella la triple corona en grandes vueltas © Massimo Paolone – LaPresse

Más aún en un corredor que anteriormente no había logrado resultados de interés y estaba en la rampa de salida de Sky antes de su excelente rendimiento en la Vuelta 2011. ¿Es justo sospechar sin ninguna prueba? Es justo recordar que el ciclismo ha vivido la descalificación de un ciclista que venía de superar un cáncer, de convertirse en un auténtico héroe por volver a la bicicleta y en otro mucho más grande por conquistar el Tour. Festina, Operación Puerto, Landis, etc. Hay que entender las dudas de quien las tenga. Por ello, hay que entender que no se cuestionen las gestas de Froome, pero sí que se actúe con cautela a la hora de lanzar las campanas al vuelo. Han sido muchos varapalos ya en el mundo del ciclismo profesional.

¿Es justo tener las dudas únicamente con él? ¿Se podría cuestionar el rendimiento de más ciclistas? Lo bueno y lo malo de este asunto es que queda a interpretación del consumidor, cada persona tendrá un criterio y un punto de vista. Lo que sí está claro es que la irrupción de Froome ha tenido lugar en un momento en el que la lupa y la sospecha están puestas sobre el ciclismo. Aún así, si vamos a los fríos datos, Induráin no consiguió ganar las tres grandes y Froome sí. Pero las sensaciones que han dejado ambos en el ciclismo han sido totalmente diferentes.

El dominio aplastante de Sky y la forma de correr de estos, con la medición de cada esfuerzo y pedalada, tampoco ha ayudado. Un equipo que firmó a los mejores gregarios del mundo y les puso a trabajar en favor de su líder, lo cual bloqueó en demasía las carreras. Esa ausencia de espectáculo en un Tour que además interpretó su lucha contra el tedio con recorridos mucho más dulcificados en lugar de buscar otras alternativas, terminó por dejar una sensación agridulce en sus victorias. Los rivales tampoco ayudaron, conformados ante la impotencia que suponía tener como rivales a ciclistas de poderosa cilindrada. Tampoco fueron los que en aquel momento se consideraban ciclistas top los que conformaron esa primera línea de resistencia.

Victoria en Logroño para encarrilar su victoria en la Vuelta a España 2017 © Unipublic / Photogomezsport

Y luego está la sombra alargada de Wiggins. Su Tour, en el que Froome tuvo un papel fundamental, fue recibido en Reino Unido como un hito en el deporte nacional, siendo aplaudido de forma unánime con todos los honores posibles. El ‘Sir’ le ganó el Tour a Chris, pero también la partida del reconocimiento. Wiggo arrasó en las cronos y sufrió en montaña, en un papel que podía generar sus sospechas, dudas y sombras, pero que podían entrar dentro de la lógica. Quedó como un Tour hecho a su medida y aprovechó la ocasión. Froome, aún habiendo ganado cuatro, nunca ha sido tan aceptado. ¿Tuvo que ver su lugar de nacimiento y el hecho de que se hubiese criado en Kenia? En Reino Unido esas cosas tienen su peso, no cabe duda.

También es lógico que después de tantos años se celebre con algarabía el triunfo de Bradley y que todo lo que viniese después fuese recibido como los chistes que ya te han contado y no te pillan por sorpresa. O como comerse una loncha de jamón serrano tras dos platos y el postre. En comparación con ingerirlo tras dos días de ayuno, el entusiasmo no puede ser el mismo. Pero no por ello deja de sorprender que exista tanta reticencia a considerar a Froome como uno de los inmediatos perseguidores de los cuatro grandes. Y es cierto que puede haber muchos más factores para explicarlo, además de los muchos mencionados, pero no por ello, como decía, deja de llamar la atención.

En algunos rankings aparece más abajo que el top-4, como sería normal, pero muy por encima de esos otros del escalón inferior. Coeficientes, números, victorias, prestigio de las mismas. ¿Que le ha faltado algo en las clásicas? Es un hecho, le ha faltado punta de velocidad. Tampoco las ha enfrentado con intención, algo a tener en cuenta y hecho que también le resta puntos en esas consideraciones. Aunque otros de esos grandes tampoco lo hicieron y siguen estando considerados por encima de Chris. ¿Por qué?

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / McBeard

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