Como diría Moby, “todos estamos hecho de estrellas“. Sin embargo, no todos somos capaces de alcanzar los mismos hitos. Ni siquiera de intentarlo. Las piedras son una parte del calendario ciclista que enamora, que engancha a la primera, que crea mitos en las partes de la geografía donde más se practica y se vive el ciclismo, es decir, Bélgica, Holanda y el norte de Francia. Tour de Flandes, París-Roubaix y un sinfín de pruebas menos conocidas y que despiertan cada vez más seguimiento y admiración internacional.
Las bicicletas habituales requieren de adaptaciones. El inflado de las ruedas es clave, la elección de los cuadros también. Así como dirigirse por zonas que eviten el conflicto extremo con la fricción. La suerte es otro factor esencial. Puedes controlar con dificultad lo que hagas tú, no lo que el ciclista de delante te obligue a hacer. O si éste se alinea con la gravedad para enviarte al suelo. Estas carreras resuelven por eliminación, y una de las formas de hacerlo es precisamente ésa, salvar caídas y problemas mecánicos ajenos.
Después, una vez en los grupos cabeceros y selectos cuenta la habilidad habitual del ciclista en la resolución de clásicas. Ubicación, inteligencia, fuerza, decisiones. Todos ellos factores que marcarán el devenir de la gloria o la rabia por la oportunidad perdida.
No todos los ciclistas tienen condición para pelear por estas carreras. El desarrollo de la musculatura es diferente con respecto a otros objetivos, por lo que pelear las victorias en las piedras obliga a realizar un esfuerzo de transformación para convertirse en otro tipo de ciclista para otros momentos de la temporada. La versatilidad es una herramienta que se está extendiendo en el pelotón, lo cual es de alabar. En cambio, pocos son capaces de ser competitivos en todos los terrenos.
Esa ganancia en potencia resta de otros lados. Por tanto, no todos están dispuestos a esos riesgos y sacrificios. Sus equipos, tampoco. Los ciclistas que eligen dedicar sus vidas a las piedras tienen un ámbito de acción limitado. En cambio, el reconocimiento y el aliento que reciben es más apasionado e intenso. También hay que valer. Muchos grandes talentos han probado a adaptarse y sin embargo no sólo no han podido, sino que después han tenido problemas en sus carreras y en la readaptación a otros terrenos.
Foto: Sirotti
Texto: Lucrecio Sánchez