Eran otros tiempos, apenas habíamos secado y guardado las copas de la vajilla del Libretón en el armario, que días antes habíamos regado de suculentos digestivos para celebrar el truco final, la culminación a una carrera, la presea que le faltaba a Don Alejandro Valverde, cuando la UCI anunció que, tras un lustro europeo, los campeonatos del mundo en carretera regresarían en 2022 al continente oceánico, a Australia (Wollongong sería la sede), que ya había acogido los mismos en el año 2010.
Cuatro años han pasado ya desde la última vez que nos creímos los reyes del mambo. Cuatro años «cosidos a retazos» en los que muchas cosas han cambiado.
Entonces el vocablo pandemia sonaba lejano y quimérico, era propio solo del vocabulario de científicos y conspiranoicos; más nos parecía únicamente propio de los países en vías de desarrollo.
Las cosas cambiaron, ya sabemos lo que sucedió. Y nos quedamos sin Australia en el calendario durante más de treinta y un meses. Ese país que con su Tour Down Under nos saca cada año del letargo invernal – en su verano – desde que en 2005 despertó nuestro júbilo en una edición para el recuerdo de los Luisle, Davis, Contador y Ramirez Abeja del Liberty Seguros.
Mas de dos años de ausencia australiana en el calendario internacional. Y también de ausencia para un número nada desdeñable de ciclistas oceánicos, que no han regresado a sus países natales como consecuencia de las restrictivas cuarentenas hoteleras impuestas para frenar la pandemia. Al fin volvimos a Australia… y que bueno que lo hicimos.
Como ya les hemos recordado en el párrafo inicial este mundial se otorgó en 2018 al comienzo del primer mandato de Lappartient como presidente de la UCI. Después de estos siete días de competición resulta evidente que el francés es ferviente admirador de José Luis Cuerda, a quien sin duda debió de encargar el guion de estos campeonatos.
Wollongong nos trajo lo esperado. En el ámbito masculino, las abejas refutaron eso de que «siempre atacan o muerden de dos en dos». Hace ya varios meses que los del Jumbo-Visma sumaron su primer amarillo final en París y ahora añaden una de esas pocas piedras piedras que se les resistían a los amarillos, el mundial contrarreloj. Por otro lado, en la prueba en línea Evenepoel culminó con su primer arcobaleno absoluto un mes de septiembre histórico y difícilmente no solo mejorable sino igualable. Nada inesperado.
En clave femenina, otra vez – la anterior fue en Ímola 2020 en las piernas de van der Breggen – pleno neerlandés. Países Bajos volvió a pasar el cepillo. Van Dijk primero y van Vleuten después culminaron sus temporadas de ensueño. Nada inesperado.
Si no vio ninguna de estas pruebas del mundial no hace falta que lo haga – ni tampoco necesita seguir leyendo -, ya se lo hemos contado, ya conoce el resultado del mundial anunciado, pero de guión «cuerdano».
Wollongong en clave masculina
A ver cómo se lo explico. Como el gran orador gallego – y forofo ciclista-, ese que ha inculcado numerosas tácticas ciclistas con su célebre «a veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y eso es también una decisión», hizo en su día, tiraré de primos para narrárselo.
Contrarreloj élite
Como mi primo el canario diría: «Fos Loco, se la mandó el abejorro, ¿sabes lo que te digo?». Y es que una de las abejas del Jumbo-Visma ganó la prueba contra el cronometro. Hasta ahí nada extraordinario o sorprende. Pero si tenemos en cuenta que no compitieron ni van Aert, ni Roglič, ni Vingegaard, ni Dennis, la cosa cambia. No fue ni el a, ni el be, ni el ce, fue… Tobias Foss.

El campeón noruego logró vencer por primera vez como profesional – al margen de los nacionales – en la cita culmen para todo especialista contrarreloj. No se puede achacar su victoria a mejores condiciones meteorológicas que sus rivales ya que Foss tomó la salida en la misma tanda final que el resto de medallistas y favoritos. Simplemente el noruego fue el mejor, tuvo su día D y lo supo aprovechar.
Seguramente nadie hubiera apostado, ni siquiera en su equipo, a que sería el primer arcoíris contrarreloj de la escuadra en la era Jumbo. Una escuadra a la que nos gustaría ver exprimir su potencial en la modalidad de contrarreloj por equipos en el Tour de France. Aunque ya sabemos que nuestro deseo dista mucho de lo que la mayoría o que los principales organizadores consideran ideal para sus modelos de negocio.
Sorpresa que también causó en Remco Evenepoel quien nos dejó otro de esos gags o sketches virales para la posteridad – como los del bueno de George Bennett – cuando tras cruzar la línea de meta le revelaron que había marcado el tercer mejor tiempo provisional – y definitivo, aunque aun quedaba por finalizar el vigente campeón mundial Filippo Ganna – nueve segundos por detrás de Tobias Foss.
En línea élite: el día de Remco
Pero Evenepoel no dejó lugar para la sorpresa en la prueba en ruta, donde tuvo su momento para el desquite. Esta vez en meta – siguiendo con mi primo – pareció expresar: «Fos, loco. Ahora sí me la mandé». Y vaya que si se la mandó. Qué jornada para el recuerdo nos deparó el bueno del belga que lleva un mes de septiembre que ni siquiera el Alzheimer podrá hacernos olvidar.
Pero recapitulemos. Llega el Monte Keira, la ascensión antes del circuito, con una escapada consentida de once corredores y los franceses se sienten inquietos, bandarras diría yo. Ponen un tempo alto, como más cómodo se siente Pavel Sivakov – ruso hasta que el tirano Putín decidió invadir Ucrania el pasado febrero, aunque nacido en Italia-, ese ciclista que asombra en cada test en subida pero que aun no ha visto plasmados sus datos en ninguna grande, quien estrenando maillot y jugando a grande provoca que se corte el pelotón en dos: los favoritos y outsiders de delante y los favoritos y outsiders que se quedaron detrás -entre ellos el vigente campeón mundial y el de La Vuelta -.
Llega el turno de chica y entonces aparece Alemania, que cómo a España juega a la contra. Es lo que hay, hace ya cuatro años de que nos sentimos los mejores, aun nos queda bregar y añorar tiempos pasados. Alemania tira y se juntan los dos pelotones de favoritos y no tan favoritos. Por delante la fuga de once y otros cinco – Sivakov, O’Connor, Plapp, Serry y Battistella – que en los prolegómenos del envite a menor supieron zafarse ir marchar para adelante para unirse después con cabeza de carrera.
Hablan pares, se reparten geles, barritas, comparten chascarrillos – que si van der Poel anocheció a lo Gonzalez Arrieta, a lo Bouhanni, o si fue más bien a lo Ruín Costa – hasta que llega el turno del envite.
Nuevo paso por el repecho del Monte Pleasant. Tiran Paises Bajos y Francia en paralelo. Faltan más de setenta kilómetros para meta, la distancia favorita de Remco.
Hace ya cuatro años de Austria 2018. Por aquel entonces, en el último año en que nos sentimos los mejores, Remco ya dejo su primer boceto mundialista. Falta de más de setenta kilómetros un despiste de un ciclista checo provocó una montonera en la cabeza del grupo que lideraba la prueba junior en línea de los mundiales.
Pasado al menos minuto y medio el belga pudo retomar su carrera. A partir de entonces, paso a paso, un esfuerzo similar al de una contrarreloj para primero cazar a la cabeza de carrera, con la tenue ayuda de algún compañero de selección, y después marcharse en solitario hacia la meta de Innsbruck.
Se mueve Quentin Pacher para Francia, estira el grupo y al final de la cota se rompe. Más de setenta para meta y en cabeza está el ganador de La Vuelta, el belga Remco Evenepoel. Junto a él Francia tiene a Bardet y por delante a Sivakov, pero no al vigente arcoíris, don Julian Alaphilippe.
Y a 35 kilómetros de meta Evenepoel confirmó que aunque a su nombre le falte una ka y una equis a su nombre, los millenials, la generación Z y la alfa (si es que estos saben lo que es el ciclismo) los que no nacimos en la era boomer ya tenemos un ejemplo vivido de lo que el todopoderoso, el padre Eddy, era capaz de hacer.
Chupate esa fútbol, nos has robado una atleta sin igual como Salma Paralluelo, pero nos la mandamos haciendo lo propio con Don Remco Evenepoel.
A falta de treinta y cinco kilómetros, Remco, en terreno de toboganes, buscó la treinta y una. Envío el belga y solo un kazajo fue lo suficiente osado para ver la apuesta, Alexey Lutsenko. No ha sido el año del kazajo Alexey Lutsenko, quien lleva prácticamente toda la temporada a contracorriente después de que una ráfaga en las cumbres de Tenerife en Montaña Blanca lo tirara de su cabra fracturándose la clavícula, que se aferró primero a la rueda del belga y después relevó en pos de un sueño que finalmente no pudo realizar.
Amanece que no es poco – ya saben el presi Lapartient es fan de Cuerda -, quedan veintisiete kilómetros a meta y, como diría mi querida abuela Anuncia, descanso unos segunditos la vista. Mientras mi boca se abre cual lobo frente a su «tacirupeca» me insisten y recuerdan que el aficionado australiano se ve similarmente obligado a trastornar sus horarios en cada una de las jornadas del calendario europeo.
Que sí, que yo también lo sé. Que estuve allí, pero yo ya no soy aquel pibito que arribó a Australia dispuesto a comerse el mundo y todo lo que hubiera por delante.
Casualidades de la vida, o deseos del tito Deivid, el mundial, esa prueba destinada a los verdaderos seguidores del ciclismo, esta vez en Australia nos ofrece, por el cambio horario, una dosis del fármaco del verdadero público objetivo del Tour y las grandes vueltas.
Vuelvo a pestañear, apenas han pasado cien metros y Evenepoel, sin cambiar de pose de divo sentando en el sillín, parece comenzar a abrir unos metros con el kazajo. Hace años que no sigo la Formula Uno. Hace ya bastante más de diez. Aun así me viene a la mente una frase, si pestañean se lo pueden perder, porque esto es… el show de Remco Evenepoel.
Tal cual, me fuerzo y esfuerzo. No veo síntomas de flaqueza en el belga, solo en mí. Aguanta y aumenta su ventaja. Por detrás, poco a poco, Lutsenko va cediendo ante el empuje de los escapados que aun cuentan con margen respecto al principal grupo perseguidor.
Lutsenko es alcanzado, parece que los escapados se jugaran las medallas, pero, como tantas veces pasa en el deporte, si dudas pierdes y así fue. Los escapados se dejaron coger por el grupo y allí se decidieron las medallas.

Una vez más, las abejas impusieron su amarillo en el esprín del grupo. Un sprint, y no solo eso, que vale en 2022 vale su peso en una renta vitalicia a tipo fijo en veinticuatro horas y sin comisiones, usted ya me entiende.
Pero para culminar la fiesta de los mundiales las abejas y el resto de los mortales permitieron, o no pudieron evitar, que el australiano Michel Matthews logrará su tercera medalla en la prueba en línea élite de los mundiales.
Bling, es el Valverde australiano. No cabe duda. Más aun si comparamos el autobús del equipo Movistar esta última campaña. Qué pelazo, te lo digo. Cumpliendo treinta y dos años exactamente hoy, Matthews tiene el mismo botín mundialista que le Bala a sus treinta y uno – cambiando una plata por un bronce -.
Wollongong avez les Femmes
Contra el cronometro
Primero Ellen van Dijk redondeó un año de ensueño contra los cronos. La neerlandesa se ha mostrado intratable en las contrarreloj que ha disputado en 2022, siendo únicamente superada por una corredora en una ocasión. La suiza Marlen Reusser, bronce el domingo en Wollongong, que reeditó su título de campeona continental ha sido la única de superar a van Dijk este año. Un año en el que van Dijk también afrontó exitosamente, el 23 de mayo, el asalto al Récord de la hora.
Van Dijk, última en salir como vigente campeona, apeó de la «silla caliente» a una Grace Brown que hizo soñar a sus compatriotas con un oro en sus mundiales y que, con su plata mundialista, cierra también una temporada en la que nada se puede reprochar – aunque en la prueba en línea se viera en problemas antes de lo esperado -.
Después de hacerse con su tercer arcobaleno van Dijk afirmaba haber tenido muchas dudas en las jornadas previas, lastrada principalmente por unos problemas o molestias en la espalda.
En línea élite: Jornada de documental, «el día menos pensado»
Van Vleuten culminó su gran año con un nuevo arcoíris en línea. Un año muy difícilmente mejorable en el que primero cerró una excelente temporada de clásicas, venciendo en algunas como en Lieja y subiéndose al podio de manera habitual, para después sobresalir en su objetivo de la temporada, el doblete Giro-Tour. Y todo ello imponiéndose en las otras dos vueltas por etapas que disputó, ambas en nuestro país, la Setmana y La Vuelta.
Hasta aquí nada sorprendente. Con El Monte Keira coronándose a 125 kilómetros de meta, cualquiera que no haya podido seguir los campeonatos esta pasada semana y haya sido únicamente conocedor de la victoria de la neerlandesa podría pensar que la neerlandesa volvió a hacer la machada.
Nada más lejos de la realidad, Annemiek está vez no venció a su estilo. No sucedió como en Yorkshire, como en el Tour, como en el Giro, como en tantas carreras… Ese estilo propio, atacando desde muy lejos, en un acto tan bizarro como bandarra al que solo unas pocas corredoras se han atrevido alguna vez en imitar a la neerlandesa. Pero esta vez no fue así.

Sí podríamos decir que Van Vleuten ganó esta vez a lo Nairo Quintana – aquí viene un comentario que puede herir sus sensibilidad, especialmente según en que latitud este usted leyendo esto; pariéndose el codo -. Pero donde dije digo, digo que diremos que ganó a lo zorra, a lo Vos.
En el día que Annemiek, encontrándose lastrada por su caída en el revelo mixto contrarreloj, debía trabajar y jugar la baza de su compatriota Marianne Vos, ganó al estilo de esta. Van Vleuten fue la más astuta del grupo reducido. Saltó por el córner, desde atrás, como en su día Freire, adelantándose al esprín del grupo que cuando quiso reaccionar fue simplemente un segundo demasiado tarde.
Van Vleuten iguala a Anna van der Breggen – dos victorias en 2018 y 2020 – con su segundo arcoíris en línea y se queda a las puertas de Vos – tres victorias en 2006, 2012 y 2013 – en el Olimpo mundialista de los Países Bajos; justo antes de su última temporada como ciclista profesional. Con casi toda seguridad nos quedan menos de cincuenta jornadas para disfrutar de van Vleuten, pero a buen seguro Annemiek hará que cada una de ellas merezca la pena.
No fue el día de Annemiek lastrada por su caída al comienzo del relevo contrarreloj por equipos. No se movió a 125 kilómetros de meta, no trató, no pudo, de imitar su machada en Yorkshire 2019.
Las más fuertes fueron, y lo demostraron primero a una vuelta del final y después en la vuelta final, Uttrup Ludwig, Longo Borghini, Niewiadoma, Moolman-Pasio y Lippert. Sin duda fue la alemana Liana Lippert la artista protagonista, aunque en esta ocasión su candidatura no recibió más premio – fue cuarta en meta – del recuerdo de los que vimos la carrera.
Las dos aguas de Wollongong sub-23
Se ve que el francés Lappartient no es solo de Cuerda sino también de de Lucía y le va eso de quedarse «entre dos aguas». Y es que Wollongong ha sido el primero de los mundiales de las dos aguas, de la desigualdad.
De repartirse arcoíris sub-23 en categorías masculina y femenina, pero en una con carrera independiente y en otra con un sin sentido por bandera. En el campo masculino, otro noruego fue el mejor contra el reloj, el noruego Søren Wærenskjold.

Mientras que en la prueba en ruta el premio se llevo el kazajo Yevgeniy Fedorov, que supo mantenerse y aguantar los últimos metros para cruzar en solitario la meta de Wollongong.
En categoria femenina las pruebas se disputaron dentro de la categoría élite como si de un maillot de la regularidad, de las jóvenes o de la combatividad se tratara. ChapUCI marca de Aigle. Y claro está las vencedores de los primeros arcoíris sub-23 fueron más que dignas, ciclistas sublimes.

Y mostraron su ilusión por un maillot que, ni pelearon porque ellas iban a por el brilli brilli, a por el todo, y que posiblemente no podrán lucir porque ya saben que Aigle todo pende de una «Cuerda», está todo hilado. La italiana Vittoria Guazzini, cuarta élite, fue la mejor sub-23 en la contrarreloj élite femenina.
La kiwi Niamh Fisher-Black hizo lo propio en la prueba en línea, donde volvió a demostrar su garra, a pesar de llegar un poco corta de forma tras fracturarse la clavícula en el Tour de Escandinavia. La neozelandesa, que fue una de las más críticas cuando se anuncio la chapUCI de la carrera sub-23 integrada en la prueba élite, se despide de una categoría sub-23, a quien dará el salto la británica Zoe Bäckstedt, quien lograba el doblete junior, como hace cinco y siete años lograban la italiana Elena Pirrona y la estadounidense Chloe Dygert.

El revelo contrarreloj por equipos y el año neerlandés en Wollongong
Todo comenzó con Bauke Mollema. Mollema es ese típico tío que cae bien a todo el mundo, que lleva impresionando y prometiendo desde que hace tres lustros se hiciera con la general del célebre Circuito Montañes y al que siempre le pasa algo cuando se encuentra en un estado sensacional de forma. Si no es una moto camino de Chalet-Reynard, son unas urracas o una gaviota en la costa oriental australiana, y sino la cadena de un grupo de dos mil euros.
Después, ya lo saben, a las pocas pedaladas de iniciar el relevo femenino Annemiek se fue contra las vallas. Aparentemente otra vez la cadena… Lo peor, la violencia del impacto y las lesiones de van Vleuten. Lo mejor, que el relevo de Riejane Markus y Ellen Van Dijk rozó la perfección, a pesar del sobresalto.
Los relevos suizos fueron los mejores parcial a parcial, aunque por mínimas diferencias respecto a los transalpinos. Chabey, Reusser, Koller, Küng, Schmid y Bissggerg fueron los mejores el intenso y exigente recorrido australiano, aventajando en apenas tres segundos a los italianos y en treinta y ocho a los anfitriones.
Wollongong, idilio neerlandés. Si faltaba aun mas chile para un mundial movido para una selección potente, pero parca, como la neerlandesa, la gota de picante final llegó en la víspera nocturna de la prueba en línea masculina.
Van der Poel se vio envuelto en una polémica en su hotel con dos adolescentes que aparentemente incomodaron su descanso y fueron golpeadas por el mismo, quien solo pudo descansar a partir de las cuatro de la mañana, previo paso por diligencias policiales, lo que le mermó de cara a la gran jornada y que encima le retiene en el país hasta esclarecer los hechos.
Menos mal que los mundiales se adjudicaron a Wollongong, en septiembre y no se otorgaron a Queensland en noviembre. Porque sino en vez de adolescentes hablaríamos de schoolies de por medio y tendríamos un culebrón mediático del tamaño del escándalo Lewinsky.
Yo tengo claro que esto nos lo dejó preparado y redactado Cuerda en su testamento antes de marchar. Y sino que me despierten de este sueño, pero por favor, que sea con el codo.
Escrito por Diego Martín
Fotos: UCI