Las comparaciones son odiosas, dicen. Mucho más cuando tratamos a dos ciclistas exitosos por sí mismos, e incluso distando por la forma en la que esa gloria se ha manifestado hacia uno y hacia otro. Hablamos de Fabiana Luperini y de Marco Pantani, dos mitos del ciclismo transalpino, femenino y masculino. La corredora habrá transitado por unos catorce equipos en sus más de veinte años de trayectoria, algo muy italiano. Marco fue más fiel a sus estructuras en ese sentido, conservando el mismo grupo de trabajo por muchos años. Se podría decir que sólo Carrera y Mercatone encuadraron bien al ‘Pirata’.
Luperini es una de las mejores corredoras de la historia. Sus cinco títulos en el Giro femenino la avalan, cuatro de ellas logradas de forma consecutiva. Estableció un récord que las holandesas, con mucha calidad y variedad de grandes nombres, no ha sido capaz de arrebatarle, precisamente por la competencia tan feroz que se establece entre ellas. Suman ocho victorias en la última década, repartidas entre tres corredoras: Vos, van der Breggen y van Vleuten. Ahí es nada. Esa división de los triunfos deja a Fabiana en cabeza con la tranquilidad de que ninguna alcance una barrera mítica en el ciclismo también masculino.
Marco llegó a ser una leyenda, sin duda. Una forma de ver este deporte, de sentirlo. Un motivo para estar pendiente cada tarde del televisor o acercarse a ver una etapa de montaña. Pero únicamente venció dos grandes vueltas, las que tuvo ocasión de acumular en 1998, un doblete histórico que nadie ha vuelto a ser capaz de lograr desde entonces. Menos de la forma tan espectacular que lo hizo. Las montañas eran terreno inabordable para los rivales, cuyas canillas temblaban cuando se levantaba sobre los pedales. “¿Cuándo comienza lo duro, Marco (Velo)?”, le espetó a su compañero en medio de la parte más dura de la Marmolada. Así era. Un genio intermitente que dejó huella en el éxito, pero también en la derrota, que también se hizo sentir intensa. La desgracia y la cuestionable gestión de los triunfos acabaron con un auténtico icono que aún hoy se reconoce como símbolo del ciclismo internacional.
Luperini no infligió el mismo miedo en sus rivales. Las tuvo muy buenas, como las lituanas o la española Joane Somarriba. En cambio, pese a ser la mejor escaladora, tuvo más competencia. Mérito increíble ganar cuatro veces la maglia rosa, regresar nada menos que diez años más tarde y conquistar una quinta. En ese intervalo no ha dejado de cosechar triunfos, acumulando más de ochenta, un número muy importante. Una constancia en la que no podía compararse a Marco. Eso sí, su facilidad para la escalada le hizo ganarse el apelativo de ‘Pantanina’, el cual no pudo quitarse hasta el final de sus días como ciclista profesional.
También triunfó en el Tour, donde comparte el registro de tres victorias, el máximo hasta la fecha, con otros mitos como la eterna Jeannie Longo, la mencionada Joane Somarriba o la holandesa van Moorsel. Esos tres amarillos, por si fuera poco, los conquistó junto al Giro esas mismas temporadas. Tres dobletes como los de Pantani. Una similitud importante.
Por desgracia, a su vez tienen en común la relación con la sospecha y la duda. El caso de Pantani es bien conocido. Así como las consecuencias y el desenlace. El de la ciclista por su parte también, habiendo dado positivo por nandrolona. Ella supo rehacerse, cumplir su sanción y volver a competir al máximo nivel. Marco…
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti