Austria lo ha vuelto a hacer. Felix Gall empieza a mostrar las uñas, sus capacidades en la alta montaña, en los puertos largos. Tierra de montañas durísimas, el país austríaco ha ido macerando a lo largo de las últimas dos décadas ciclistas potentes en las subidas, protagonistas de las mejores carreras. La lástima es que también ha habido muchos de ellos que han visto deslucidos sus logros por temas de dopaje. Véase Bernard Kohl, quien llegó a clasificarse tercero en un Tour, o Denifl, quien arrebató la victoria de etapa en Los Machucos a Alberto Contador, en la Vuelta a España de 2017.
El ciclista del AG2R parece un caso bien diferente, con una progresión que viene desde hace algunos años, paso a paso, escalón a escalón. Ya en 2022 fue mostrándose, con un buen Tour de los Alpes, pero aún lejos de los mejores. Su debut en el Giro fue discreto, cogiendo alguna escapada, en el papel que un ciclista participante en su primera gran vuelta debe desempeñar. Lo pudo terminar, que ya era importante hacerlo. A partir de ahí, todo era pensar en dejar que la naturaleza hiciera su trabajo y que el paso del tiempo mejorase sus aptitudes. Y ya en 2023 ha llegado la victoria, llegará el Tour de Francia y el sueño de conseguir algo grande en él.

El punto de inflexión no ha sido la Vuelta a Suiza como se podría pensar. El ciclista nacido en Nußdorf-Debant, al sur del país en 1998, compartido por varios ciclistas top del momento como Tadej Pogačar, tuvo una actuación excelente en el Mercan’Tour en el que se impuso Richard Carapaz. El austríaco fue segundo a escasa distancia del ecuatoriano, si bien es cierto que de haber durado algo más la ascensión final daba la sensación de haberle dado alcance. Esa remontada imponiéndose a hombres muy importantes con relativa facilidad fue impactante. Ello le ubica en una posición muy delantera en el Tour si conserva la forma.
En cambio, en Suiza ya no fue un ciclista del casi, sino que consiguió realizar una auténtica exhibición en la cuarta etapa, atacando desde lejos y con total determinación, llevándole ese esfuerzo a ser líder y a ganar la etapa. Una excelente forma de estrenar su palmarés. De haberse celebrado la carrera de forma rutinaria sin las suspensiones debido al triste fallecimiento de Gino Mäder, quién sabe cómo hubiese finalizado en la general. En todo caso, buenos síntomas para el mes de julio, cuando AG2R le hará debutar en el Tour de Francia a sus 25 años.

El equipo le tendrá como un hombre fuerte para apoyar al australiano Ben O’Connor, que también ha protagonizado una buena actuación en Dauphiné, siendo podio ante rivales con los que peleará por ello. El caso es que llegado el punto, quién apoyará a quién, porque Gall ha demostrado que va mucho en montaña y aunque sí que le falte mostrarnos continuidad, no tiene nada que envidiar al nivel mostrado por su teórico jefe de filas en el conjunto francés.
Sus capacidades en la escalada están más que demostradas. Ahora toca ver si es capaz de llevarlo a la máxima expresión en la carrera que da y quita estrellatos. El punto débil de este ciclista parece de momento la contrarreloj. Las pérdidas en Suiza fueron grandes y si quiere aspirar a generales, tiene que mejorar en una disciplina que si bien ya no es tan determinante, sí sigue marcando la diferencia.
Un ciclista que se ha desarrollado en el equipo de desarrollo del Sunweb, actual DSM, del que firmó por el equipo francés del AG2R en 2022. Los resultados de 2023 invitan al optimismo, con todavía muchos años por delante de ciclismo y de aventuras en alta montaña. De conseguir firmar un Tour a la altura que muestra, su caché bien se podría disparar, y aunque tenga dos años más de contrato, le empezarían a llover las propuestas. Un buen fichaje para cualquier equipo que se precie, si bien en su actual equipo tiene un buen lugar para seguir siendo el protagonista y no actor secundario en sus gestas.

Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: TdS / Sam Buchli // Última: AG2R / Getty Images
Un escalador clásico al cual se le atragantan las cronos. Pinta muy bien.