Felix Gall y AG2R han conseguido lo que tanto habían perseguido a lo largo del Tour. De Pirineos a Alpes pasando por el Macizo Central. El mal rendimiento de O’Connor en la general abría las puertas de par en par a otros ciclistas para intentar dar la batalla del día. Ya lo tuvieron cerca con el austríaco en el Marie Blanque, donde fue el más fuerte de la escapada con excepción de Jai Hindley, quien le abandonó en las pendientes del puerto pirenaico y enfiló la meta para conseguir el doble premio que consistía en lucir también el maillot amarillo.
Tras intentarlo constantemente con este corredor (y con otros), ha llegado el día en el que este espléndido escalador se doctora definitivamente. La alta montaña del Tour le ha regalado un día de gloria, la cercanía al podio final de París en forma de maillot a puntos de la montaña y además todo en una de esas jornadas que serán recordadas por los siglos de los siglos. Tortura de Jumbo Visma durante todo el día y todos los puertos, escapados bien ubicados en la clasificación general como Pello Bilbao y Simon Yates, más ciclistas en la fuga que en el pelotón…

Parecía que iba a ser el día para ver una reacción de Tadej Pogačar ante la marcianada de Vingegaard el día anterior. Se esperaba y con ese fin nos imaginamos todos que su equipo, el UAE, filtró a dos ciclistas de peso en la escapada como Marc Soler (etapón) y Rafal Majka. Pronto se vio que la guerra no iba a estar por el primer puesto y que los esfuerzos del equipo se iban a centrar en no perder lo ganado con el esloveno (sí, impensable verle sufrir tanto) y aferrarse al doble podio.
Vingegaard quería exhibición y sentenciar el Tour, algo normal tratándose del rival que todos conocemos y que si hubiese estado medio vivo le hubiese complicado seguro la existencia. Una moto chocó con unos aficionados en la subida a Loze y frenó de nuevo al danés. La tensión era máxima, con el foco en varios frentes. Carlos Rodríguez fue valiente y quemó las naves. También las suyas. Debe fiar la consecución del podio a que el líder del UAE renuncie a verse de nuevo en el segundo escalón. Porque Yates parece difícil de alcanzar.
Gall iba por delante, peleando contra las pendientes imposibles del Col de la Loze, demostrando que modus operandi en el ataque va a ser el molinillo tan característico de Froome. Nada que ver en la duración, ni mucho menos, ni en la intensidad. Se destacó después de un trabajo soberbio de su equipo y hasta la cima en solitario. Simon Yates le complicó la existencia y le metió presión de cara a la bajada, la cual no hizo tan mal como se esperaba del austríaco.

En la rampa final sufrió, pero confiado en pasar primero la línea de meta, como finalmente pudo lograr. Una victoria que le aúpa al selecto club de ganadores de etapa de este Tour y que le lanza definitivamente como uno de los mejores escaladores del momento. Una gran noticia para él y quizá una muy mala para AG2R, porque los equipos grandes le empezarán a echar el ojo primero y el lazo después. Si no es que los tuviesen echados ya de antes.
Si los franceses son capaces de retenerle y de mantener los pies en el suelo, un ciclista aún joven como este podría convertirse en una apuesta para llegar lo más lejos que pueda. Si no se puede hacer mucho, al menos siempre podría reconvertirse en este modo de gran escalador, capaz de poner al aficionado de pie durante días concretos. No sería la primera decepción si no funciona, pero tampoco la primera vez que haya que reconstruir un plan.
Gall tiene un futuro fantástico por delante. Ya tiene su gran victoria, un día grande que añadir a su currículum y ahora es cuestión de ir perdiendo lastres como la habilidad en el descenso, hasta ahora el gran punto débil que se le ha observado. Si ya en Suiza parecía uno de los mejores escaladores, en el Tour ha confirmado que lo es.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: ASO / Ballet