La edición 2022 de la Vuelta ha supuesto muchas confirmaciones. Muchos jóvenes han asomado por la cabeza del grupo para constituirse como grandes esperanzas del ciclismo internacional, véase Ayuso, Rodríguez y otros que también se han dejado ver, aunque a otro nivel. Pero la más importante ha sido la de Remco Evenepoel como gran líder de este ciclismo de hoy. Ya se le consideraba parte de este grupo de descarados ganadores que apenas miran hacia atrás cuando tienen el objetivo delante de ellos. Grandes fugas en solitario en clásicas y etapas de vueltas pequeñas le llevaban a tener mucho dentro para demostrar toda vez que el mal trago del Giro 2021 y la lesión que sufrió en el Giro de Lombardía unos meses antes iban a parecer olvidados.
Ese aumento de su caché tras ganar con autoridad la Vuelta hace de Evenepoel uno de los corredores más esperados en 2023. Ya no por ser el ganador de las tres semanas en España, sino porque gusta fantasear con duelos con los dos grandes del Tour o verle a dentellada limpia en los clásicos italianos. Aún por definir el calendario del belga, lo que sí parece previsible es que evite de nuevo el Tour en 2023. El Giro parece el destino más fácil, con posibilidad de probar a doblar en la Vuelta y disfrutar así del dorsal número uno. Una experiencia que el belga quiere repetir, ya que ha quedado a tenor de sus declaraciones a lo largo de la carrera encantado con la Vuelta.

Una vez se le considera entre los grandes de este deporte, lo cual añade ese punto de presión y responsabilidad por el resultado, llega la necesidad de rodearle decentemente y con ciclistas que además de dar la mejor versión de sí mismos en el momento adecuado sean capaces de estar en aquellos terrenos que el líder necesite. Para estar a una altura avanzada de una gran etapa de montaña con los mejores, no sólo hay que cuidar todos los aspectos para estar bien en ese momento junto a Remco: hay que tener mucha calidad. Por ello, y pese a que el ocho que le acompañó en la Vuelta se ha dejado la piel por el maillot rojo, Quick Step tiene la necesidad de reforzarse de forma importante para dar respuesta a las demandas que su plantilla va a adquirir a partir de ahora.
Sí, hasta la fecha, Quick Step ha sido considerado una de las mejores escuadras del pelotón por su enorme rendimiento en pruebas de un día. Pero no disponen de un bloque de grandes vueltas que garantice que mínimamente se responda por un líder de este calibre. Al menos si quieren llevarle al nivel al que parece que quieren elevarle. Estamos en época de súper equipos, donde Jumbo, Ineos o UAE no dejan de fichar talento no sólo para afrontar con líderes de garantías ciertas citas, sino también para acudir a las grandes vueltas con más de un líder para plantear una batalla táctica de la que sacar tajada. En este caso, como no parece que el Tour vaya a entrar a priori en los planes de Lefevere para su pupilo, puede esperar la operación Evenepoel. Aunque de inscribirle en el Giro, también va a necesitar mucha ayuda en la ronda transalpina, donde las montañas suelen tener un peso específico en la resolución de la carrera. Y precisamente no van a ser puertos sencillos los que se va a encontrar en ella.

La montaña parece el único terreno en el que poder abordar a un ciclista tan determinado. No porque no pueda con ella, sino porque carece de confianza y aún debe ir piano piano en ese terreno. En las cronos y subidas de corta duración ya ha demostrado que es un dominador, que poco le importa lo que hagan los demás, que él tiene clara su misión de machacar si le es posible. En cambio, en grandes jornadas que combinan varios puertos, como pudiera ser la etapa que corrió en Sierra Nevada en la pasada Vuelta, su rendimiento podría ser distinto. En esa jornada fue claro el momento de pausa y calma antes de explotar, objetivo número uno del bloque andaluz para el belga. Remco sabe que en una lucha a varios puertos debe tirar de su ventaja sobre los demás, que es la constancia y capacidad para mantener un ritmo alto durante más tiempo, acostumbrado a esas grandes galopadas en solitario para ganar. Igual las haría para defender.
Eso le hace un contrincante temible, que no debe arrojar la toalla hasta la línea de meta y que le va a regalar muchos éxitos en el futuro. Pero para ello no está de más tener a su lado hombres que en un momento dado puedan echarle un cable en esas situaciones. La adquisición del checo Jan Hirt es muy interesante en ese sentido. No es el corredor más regular y estable del pelotón, pero sí que garantiza buen rendimiento en esas jornadas maratonianas de fondo en las que precisamente el joven del Quick Step necesitase más ayuda.

Que Alaphilippe fuese el último hombre en el tiempo que duró en carrera es cuanto menos revelador. El francés se volcó con Remco e hizo una labor fundamental, pero no deja de ser escasa su capacidad para la alta montaña y puertos de gran desnivel. Es ahí donde el conjunto del Quick Step debe comenzar a revisar qué puede adquirir en el mercado toda vez se termine de configurar el futuro de los equipos en 2023. Hay algunos ciclistas muy golosos, como algún Movistar que termina contrato y apenas ha tenido oportunidades en este 2022 y que seguro aceptaría un rol importante dentro de la estructura belga como Óscar Rodríguez. O un todoterreno como Omar Fraile en una situación similar en Ineos-Grenadiers.
Hay otros corredores menos evidentes pero que pueden tener un gran futuro, como el kazajo Pronskiy, que hizo una muy consistente Vuelta. O el suizo Reichenbach, que aún no tiene clara su continuidad en Groupama. Opciones tienen por doquier, si bien también tienen que valorar sus finanzas y hueco en la plantilla. Van Wilder, Cavagna, Knox, Vansevenant, Bagioli, Cattaneo, Masnada, Schmid, Vervaeke… son buenos nombres. ¿Será capaz alguno de evolucionar hacia un ciclista de gran clase que acompañe a Remco en las montañas tan lejos como necesite? Bien es cierto que la joven estrella ha sido capaz de desenvolverse solo en situaciones límite y lo ha hecho muy bien.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Unipublic / Charly López / Sprint Cycling Agency