No hay que olvidarse de que Filippo Ganna llegó a UAE en el año 2017. Sí, en el UAE que ahora es de Tadej Pogačar y Joxean Fernández ‘Matxin’. Uno más que pasó por esas filas que poco a poco y paso a paso se han ido convirtiendo en uno de los mejores equipos del mundo. Esto fue antes, cuando aún estaban en transición de lo que había sido Lampre. Con los italianos comenzó el gigantón de Verbania como staggiare. Ese Lampre-Merida que en 2015 le acogió como staggiare y que ya era una de las referencias en cuanto a la caza del talento, algo que Filippo Ganna rebosaba por los cuatro costados. Recaló en el Emirates, eso sí, después de un paréntesis de una temporada, donde se llevó, entre otras joyas, la París-Roubaix Espoirs, ojo.
En categorías inferiores había demostrado mucho, pero también, y sobre todo, que le gusta el mambo, que le va la marcha. No solamente le gustaba la contrarreloj, la cual dominaba con gran destreza y en la que había destacado sobre todos los demás a lo largo de su trayectoria temprana. A lo largo de los años hizo sus pinitos en la pista. Hasta hoy, donde ha arrasado en el Récord de la Hora (subió el listón a un registro de 56.792 km, que es casi inalcanzable incluso para él mismo en un futuro).




Esa temporada del 2017 se estrena en el UAE por fin. Un año más tarde lo hace muy bien en la Vuelta a San Juan, mostrando grandes cualidades en todos los frentes, no sólo en la especialidad de la casa. Es segundo en la general, nada menos, en su estreno. No gana la crono aunque se impone a todos los favoritos, lo que entraba dentro de todos los pronósticos. Se viste de líder y amenaza con pelear el triunfo final. No lo consigue, pero sí se aúpa a la tercera plaza (segunda tras la descalificación del argentino Najar). Realiza enormes actuaciones formando parte de los primeros fuera del agua, como en el Alto del Colorado o en el Lago de Punta Negra, que era una llegada más para puncheurs o uphill finishers. Enseñaba esas semanas que tenía el potencial para ser mucho más que un mero contrarrelojista.
Con su marcha a Ineos en 2019 muchos pensamos que iban a darle más cancha en esa disciplina aunque el corredor no se quedase ahí y desease, como ha sido habitual en él, cambiar y desarrollarse en otras facetas. En 2020 se hizo con su primer arco iris en la crono. Así acabó un año que inició con la segunda posición en Argentina, por detrás de un aplastante Evenepoel que ya dejaba a las claras sus maneras e intenciones imperialistas en el ciclismo. A medio minuto del belga en una prueba que no era llana para nada. Muy buenos cimientos.
Ese año pandémico el Giro se celebró en octubre. Tras vestir el rosa en la jornada inicial, dio un recital en la quinta, de más de 220 kilómetros y con final en una montaña a la que se ascendía y también se bajaba. La carta de presentación de un ciclista que ese día enseñó que Filippo Ganna es mucho más que un simple rodador. Ganna ganó cuatro etapas sin ser un dominador o un sprinter. Con el paso de los años y después de ser dos veces campeón del mundo ha ido perdiendo algo de fuelle en la lucha contra el crono si cabe. 2022 es buena muestra de ello. Siendo devorado un poco por sus palabras sobre la longitud de las contrarrelojes, donde justificó que éstas fuesen perdiendo longitud. Ese gusto por la evolución de las cronos parecía más una excusa para justificar su bajada de rendimiento. Había demostrado que las cronos de corta duración le iban a las mil maravillas. No es necesaria tanta preparación y de ese modo puede centrarse en cubrir más escenarios. Y disponer de mayor cantidad de tiempo, por supuesto, para afrontar esos otros retos que siempre le han llamado.




París-Roubaix se la marcó en 2022 como uno de los objetivos a comienzo de año. Si no llega a ser debido a sus dos pinchazos, a saber qué hubiese sucedido en el ciclismo ficción. Finalizó trigésimo quinto y recordó el buen ciclista que también había en estas pruebas de un día por sus éxitos fuera de la categoría absoluta. Sin llegar a ser un Cancellara, tiene muchos kilates, muchos vatios, mucha capacidad para subir también, si la trabaja y la explota, claro. Sacrificó el Mundial por el Récord de la Hora y lo destrozó sin piedad. En los Mundiales de Pista también voló.
Un corredor que creo personalmente que aún tiene mucho que decirnos y no sólo en las etapas cronometradas. Pienso que lo que hemos visto este año es un cambio de actitud por parte del ciclista. Ha demostrado que le gusta mucho el ciclismo, que lee, que entiende, que ama este deporte. Un friki se podría decir. Con 26 años aún se puede depositar muchas esperanzas en él. Tiene sobre su espalda mucha trayectoria y tradición en las cronos, es cierto. Puede evolucionar hacia las vueltas de una semana, las carreras de un día que se le adapten mínimamente… Un gigante de 1,93 metros de altura y 83 kilos de peso que tiene mucho que decir en las grandes clásicas.
No creo que pase, pero si se plantease bajar peso, podría convertirse en un buen escalador, un buen rematador en fugas, etc. Es un tipo de culto, que gusta, que da mucho a nuestro deporte, al ciclismo. En este gremio de corredores que son multitarea de facto ha demostrado diferenciarse incluso de los ahora afamados y de moda Van Aert, Van der Poel, Pidcock, etc. Llega más allá y quiere llegar más allá de los territorios que domina. La pista, su otra pasión predilecta, es una de las zonas más clásicas del ciclismo. Ahí demuestra que quiere a este deporte y hace de él un corredor diferente. Este todoterrenismo le hace alejarse de la personalidad en carrera de otros. Ese gusto por cambiar le hace tener una esencia especial, un regusto diferente.
Escrito por Sergio Fernández Yustos
Foto de portada: RCS / LaPresse