Historia Tour

Flecha gana en el Tour de Francia (20 años)

El mejor día de Flecha. Sucedió un 17 de julio, en Toulouse. Corría el año 2003, una fuerte ola de calor invadía Europa en general y Francia en particular. Se llegaba al aeródromo de la ciudad, una recta amplia y eso, recta, que recibiría a un pelotón que no sabía bien el formato en el que iba a alcanzarla. La fuga, una vez pasados unos durísimos Alpes, era la posibilidad más plausible. También un sprint, dado el perfil de la jornada, carente de grandes dificultades orográficas. Una clásica etapa de transición a mitad de Tour, la decimoprimera para ser exactos, en el mismo ecuador de las tres semanas que conducen cada año a París.

Todavía se estaba masticando la durísima caída de Joseba Beloki, coleaba la victoria de Iban Mayo en Alpe d’Huez y al tiempo esperaba la contrarreloj más esperada de los últimos años y que tendría lugar un día más tarde en Cap Découverte. Ibanesto.com, denominación para el Banesto de toda la vida (hoy Movistar), disputaba la general con Paco Mancebo.

Paralelamente las victorias parciales eran un objetivo clásico en el que Chente García Acosta había sido abanderado en otras ediciones. Su filosofía después famosa de “la fuga de la fuga”, un concepto muy básico al tiempo que funcional y real, fue lo que hizo a Flecha campeón de una etapa del Tour de Francia. La edición de 2003 también vería triunfar a Pablo Lastras, otro de los clásicos del equipo y de la época. Cazadores de etapa que iban a sembrar de cara a la leyenda y a los que se iba a echar mucho de menos.

Juan Antonio, ese chico que procedía del Relax Fuenlabrada, catalán de adopción, argentino de origen y pedrusquero de corazón, iba a encontrar su día de gloria en uno de esos días de transición como el de la llegada a Toulouse. Pequeños huecos que dejan las estrellas para que otras más pequeñas se luzcan y encuentren su lugar. Escapada del día, resignación por parte de los equipos de los sprinters y una vez se llega a una distancia prudencial, la fuga de la fuga empieza a ser la opción deseada por todos aquellos a los que llegar en grupo no les supone ningún tipo de garantía.

Entre ellos estaría Flecha, quien aún no había destacado en las clásicas y estaba probándose en esto del primer plano. Fue su debut en el Tour, y fue tan bien que únicamente en 2012 se ausentó. Diez presencias que no fueron once debido a que el Sky estaba medido y recortado en específico para la victoria de Bradley Wiggins. Y un hombre de estas características no cuadraba con la pléyade de grandes gregarios que ostentaban los británicos en su alineación. Flecha aprovechó su ocasión cuando aún no era conocido para sacar su arco y dispararlo al cielo. Ya había degustado las mieles del triunfo en alguna que otra ronda de una semana, viviendo aún en la indefinición del joven ciclista.

Fue el más listo, rodó muy fuerte y decidido hacia la recta interminable y con sus rivales a la vista, lejanos por el calor que hacía de intermediario en la pista de despegue, su flecha aterrizó en el podio de la etapa. Un botín que ha supuesto su mejor victoria, no cabe duda. La más especial por suceder todavía en una época bastante temprana de su trayectoria, cuando aún no contaba ni siquiera con 26 años de edad. Una cifra que antaño indicaba que se estaba alcanzando la madurez. Y es que Flecha consiguió la mejor victoria, empezó la casa por el tejado, pero su trayectoria no hacía más que comenzar…

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: EFE

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