La temporada de 1984 tenía un gran y claro objetivo en el radar de Francesco Moser. El “Sheriff” (y media Italia, y el capo Vincenzo Torriani…) quería ganar a toda costa el Giro, en su eterno y vibrante duelo con su acérrimo enemigo Giuseppe Saronni.
El camino hacia la Corsa Rosa estaba marcado, con victoria en la Milán-San Remo. Un golpe de moral en la que sería su primera y única victoria en La Classicissima, y a la postre su último triunfo en un monumento.
Afrontaría la Vuelta a España como mejor camino para coger fondo y forma. Terminaría en una meritoria décima posición en la gran vuelta más ajustada de la historia. Eric Caritoux se llevaba la general por solo seis segundos ante Alberto Fernández.
Para el Giro de 1984 Vincenzo Torriani había diseñado un recorrido asequible. Algunas etapas de media montaña, muchos kilómetros contrarreloj y solo dos jornadas de alta montaña: la que incluía el Stelvio camino de Merano, y la etapa de Arabba en los Dolomitas.
La Corsa Rosa comenzaba con las previsibles victorias de Moser en el prólogo y de Renault en la contrarreloj por equipos. Fignon se vestía de rosa por segunda vez en su carrera (ya había sido líder en 1982 como gregario de Hinault).
La ventaja del francés era de cuatro segundos sobre Moser, pero subiría a los 35 tras la etapa de San Luca. El plan de Fignon estaba saliendo a la perfección hasta el momento, y la quinta jornada era dura, con el final en el Blockhaus.
Era una etapa óptima para que los escaladores españoles, como Marino Lejarreta o Alberto Fernández, pudieran ganar tiempo ante contrarrelojistas como Visentini, Saronni o Moser. También era una buena oportunidad para Fignon, pero en el Blockhaus sufrió su día malo, que quizás pudo ser la causa de su derrota final. “El Profesor” perdía 42 segundos (más quince de bonificación) con “El Sheriff”, que había atacado al notar las dificultades del líder. La victoria de etapa era para Moreno Argentin. Moser era el nuevo líder, seguido de Argentin, Visentini, Fignon (a 42 segundos) y Lejarreta.
Las cosas no cambiarían (a excepción de la victoria de Visentini en Lerici, en un día difícil para Moser) hasta la primera contrarreloj individual de 38 km. entre Certosia di Pavia y Milán. Se esperaba un gran duelo entre los dos primeros de la general, pero, aunque la crono de Visentini era buena (terminaría segundo a menos de un minuto), Moser vencía con facilidad, incluso con un pinchazo en el tramo final. Fignon se dejaba 1’28” y era cuatro en la general, perola montaña estaba por venir.
Para la etapa de Merano se anunciaba la cancelación del Stelvio en extrañas circunstancias, puesto que los fotógrafos mostraban que la ascensión estaba limpia. Se sustituían por Tonale y Plade, que no tenían la dureza suficiente para Fignon. El francés lograba descolgar a Moser en el Tonale, pero era neutralizado en el descenso. La etapa no provocó diferencias entre los primeros de la general.
Guimard y Fignon se quejaron al final de la etapa. Habían soñado con revivir Sondrio 1982, utilizando el Stelvio, pero Torriani había dado al traste con sus esperanzas. Visentini también se mostraba furioso, proclamando que Moser había sido empujado y ayudado por coches y motos de carrera. Quedaban dos etapas de montaña todavía.
La primera era ridícula, con una larga subida para una etapa excesivamente corta (solo 76 kilómetros). Pero no había tiempo para lamentarse. Fignon necesitaba recortar tiempo a Moser. El protagonista de la jornada fue el escalador español Marino Lejarreta, que ganaba la etapa con más de un minuto sobre Fignon y casi dos por delante de la maglia rosa. El francés conseguía reducir distancias pese a la mala suerte, pues un problema con la cadena le impedía ampliar beneficios. Peor iría la cosa para Visentini, que recibía insultos y amenazas de los espectadores tras sus palabras contra Moser, y perdía 13 minutos en meta tras haber estado cerca de la retirada.
Solo restaba un día en las montañas, de Selva di Val Gardena a Arabba, 169 kilómetros. Última oportunidad para los escaladores. Lejarreta, Fignon, Baronchelli, incluso van der Velde tenían una buena opción de descolgar a Moser. ¿Y por qué non Argentin? Estaba haciendo un gran Giro, así que quién sabe…. ¿Podría Moser mantener la maglia rosa?
Los ciclistas tendrían que afrontar un doble paso por Campolongo, el Pordoi (nueva Cima Coppi tras la cancelación del Stelvio), Sella y Gardena. Era momento de pelear para Fignon.
La etapa empezaba tranquila, sin sobresaltos hasta Campolongo, donde Zappi coronaba en primera posición con el pelotón muy cerca. Pero la tensión se notaba en el ambiente y en el Pordoi se aceleraba el paso. Por fin se producía el ataque de Fignon. Moser se cortaba fácilmente, y solo Beccia, Lejareta y van der Velde podían engancharse a rueda del francés.
Desgraciadamente para Fignon, Lejarreta no estaba en su mejor día tras el esfuerzo del día anterior en Selva di Val Gardena. Sin embargo, el galo y el neerlandés lideraban la prueba con una ventaja que iba en aumento. Fignon pasaba primero por la Cima Coppi, entrando en la historia del Giro, con van der Velde tras él. A 58” pasaba un grupo reducido, con Moser a la cabeza, donde iban también Argenin y Lejarreta. “El Sheriff” estaba perdiendo la maglia y aún quedaban 40 kilómetros.
Moser arriesgaba en el descenso y reducía el hueco, pero en cuanto comenzó la subida a Sella la distancia volvía a crecer. Fignon estaba dándolo todo para ganar el Giro, con Van de Velde a su rueda. El francés estaba demostrando que su victoria en el Tour de 1983 no había sido casualidad. Era un campeón y volvería a ser el favorito para el Tour de esa temporada. Estaba corriendo de forma agresiva, como había hecho Hinault en 1980 y 1982 para batir a los italianos. De ganar el Giro, se uniría a Anquetil e Hinault como los únicos galos en ganar la Corsa Rosa. Todo salía a pedir de boca para el equipo de Guimard.
“El Profesor” volvía a pasar primero por el Passo Sella, con una ventaja sobre el líder que se iba ya al 1’35”. Todo iba perfecto para Fignon. Con esa progresión la ventaja debería irse por encima de los tres minutos en meta. Pero Moser estaba siendo ayudado por los tiffosi, que lo llevaban a empujones (o al menos eso reclamaban desde el equipo Renault). Cuando Fignon y van der Velde cruzaban la cima de Gardena la ventaja estaba por debajo de 1’45”. Una buena distancia, pero no suficiente pensando en la contrarreloj final.
Así que en las primeras rampas de Campolongo Fignon aceleraba y dejaba a van der Velde. Necesitaba ampliar el margen y estaba dando lo mejor de sí para lograrlo. Merecía la victoria, y en la cima de Campolongo la ventaja sobre el neerlandés era de 20” y de 2’30” sobre Moser.
Fignon cruzaba la línea de meta en un gran día, tras 4h30’26” de esfuerzo. Moser terminaba en octava posición a 2’19” del ganador. El francés se colocaba líder, con Moser a 1’36”, Argentin a 2’06” y Lejarreta a 2’19”.
Solo quedaba una etapa decisiva para terminar, la contrarreloj que culminaba en la Arena de Verona. Fignon disfrutó el camino hasta Treviso, concentrado en defender el rosa. Moser sabía que todavía tenía posibilidades. Cuando “El Sheriff” comenzó la contrarreloj, la suerte estaba echada. Rodó de forma magistral y venció la crono con un tiempo de 49’26”, superando el mejor tiempo vigente en más de 2’30”. Cuando Fignon llegó a la Arena, marcaba el segundo mejor tiempo, pero había perdido 2’24” y, por tanto, también la general del Giro.
Tras la contrarreloj de Verona Fignon estaba realmente enfadado y decepcionado. Acusó al helicóptero de molestarle para romperle el ritmo y beneficiar a Moser.
Franceso Moser tenía su Giro. Por fin lo había conseguido. Años luchando contra Saronni e Hinault y finalmente había logrado imponerse a la nueva estrella emergente para convertirse en leyenda para los tiffosi.
Artículo cedido por Pedro García Redondo
Publicado originalmente en CyclingHistory
Foto: Sirotti