Cuentan los antiguos del lugar que no recordaban un Giro de Italia ni siquiera parecido, con tanta intención en los movimientos de los favoritos como en este de 2015. Alberto Contador ganó una auténtica batalla campal entre un formidable Astana capitaneado por un crecidísimo Fabio Aru y Alberto Contador, demostrando un arrojo y una determinación propias solo de los grandes campeones. El madrileño contó con un factor más en contra, y fue la coincidencia en el Astana de su gran rival, el italiano, y Mikel Landa, compatriota y mejor escalador de la carrera sin discusión alguna. Entre los dos ciclistas de azul celeste tendieron emboscada tras emboscada a un Contador que supo desarbolar una a una todas las trampas que le tendieron.
En San Remo, donde partía la 98ª edición del Giro de Italia, se dieron cita varios gallitos con muchas aspiraciones en el global del Giro. Richie Porte venía muy crecido por su multitud de éxitos en el Sky británico. Rigoberto Urán estaba esperando su oportunidad para intentar ganar. Hesjedal, penúltimo ganador de la maglia rosa, estrenaba candidatura sin llevar ya el dorsal 1 y toda la losa que ello supone. Simon Gerrans salió victorioso del primer día, una crono por equipos que el Green Edge australiano dominó, por delante del Tinkoff de Contador. Astana cedía seis segundos únicamente, así que se podría decir que era un empate técnico en los apenas veinte minutos de competición.

Viviani y Matthews se llevaron dos de las etapas más tranquilas de toda la edición. Camino de La Spezia, en una etapa de media montaña que ganaría Davide Formolo, se vio el primer destello de lo que sería el Giro. Astana lanzaba una primera abeja hacia delante en la última cota. Se trataba de Mikel Landa, que con aquel movimiento no logró recoger diferencia al finalizar la etapa. No era aún un eslabón peligroso, pero se veía que el equipo kazajo estaba midiendo distancias. Ese esfuerzo sería clave porque permitió a Contador limar algo menos de un minuto con el vasco en la general, ya que el escalador de Murguía se quedó del grupo de elegidos finalmente.
Aquel esfuerzo suicida le pasaría después factura. Al día siguiente llegaba el primer final en alto en el leve Abetone. Sus rampas eran sinónimo de selección, pero no de decisión. Y así fue. Pero hubo una sorpresa, ya que Alberto Contador había elegido ese día para poner los puntos sobre las íes. Un ataque durísimo del pinteño mantuvo a Richie Porte y Fabio Aru en esfuerzo extremo hasta que decidió remitir. Aún así, le cayeron unos segundos de nuevo al menos explosivo Mikel Landa, que todavía no era conocedor de la dimensión y el papel histórico que iba a jugar en este Giro.
Victorias de Greipel, de Ulissi y de Intxausti (en Campitello Matese) iban a preceder al primer movimiento en serio de Landa. Fue precisamente el día en que Beñat consiguió su victoria de etapa. Llegó segundo, aprovechando el marcaje entre Aru y Contador, que llegaron a escasos 15″. Alberto ya estaba al comando de la general desde Abetone, con escasa diferencia con Aru, su teórico gran rival. En la siguiente etapa triunfaría un Astana, amigo además del líder (Paolo Tiralongo) y el aspirante obtuvo un segundo de distancia en el sprint final de una etapa dura de media montaña con meta en San Giorgio del Sannio. Pequeños escarceos, sí. Pero bonito de ver cómo la tensión iba definiendo el desarrollo de la carrera.

Zakarin ganaría en Imola, lo que supondría la previa de la leve llegada en alto en Vincenza, en el Monte Berico. Contador demarró con fuerza y obtuvo más renta para continuar en el liderato. Bonificó y Aru perdió 11″ con el ganador, Gilbert, del que el rosa llegó a apenas dos segundos. Un buen botín, más psicológico que real, pero necesario de cara a la siguiente jornada importante, una contrarreloj de casi 60 kilómetros donde el español partía con ventaja y donde salir el último permitía muchas ventajas estratégicas. Aru consiguió el rosa en la etapa previa, una jornada llana y accidentada, con lluvia y caídas que cortó al líder. En la crono ganaría Kiryienka, que se proclamaría campeón del mundo ese mismo año. Contador acabaría tercero, detrás de un espectacular Luis León Sánchez (otro Astana).
Aru finalizaría a 3′ y Landa a 4′. La distancia ya era importante, y aquí iba a dar comienzo el show de Astana y el show, sobre todo, de don Alberto Contador para firmar uno de los mejores cuadros ciclistas del siglo. Al menos en lo que a grandes vueltas se refiere. Llegaba la primera etapa dura de verdad, con el Passo Daone y final en la mítica estación de Madonna di Campiglio, donde el alto hematocrito de Pantani fue testado. En la última subida se quedaron solos los tres más fuertes junto a Yuri Trofimov, un ruso del Katusha dando un rendimiento extraordinario. Ganaría Landa, al único al que Contador dejó marchar.
Y aquí viene una de las partes más interesantes de este Giro. Porque para el ojo lento, fue simplemente un gesto de un corredor español con otro español, de un colega a otro, habría cierta amistad por medio, o admiración, que Contador siempre fue muy mitómano. Sin embargo, la lectura del ojo rápido es otra, y es que ante la pareja de Astana, su opción de que no hicieran un 2 vs 1 de manual era poner nervioso a Aru con Landa. Es decir, utilizar a su compañero de equipo como un aliado involuntario para meterle presión e ir dirigiendo el duelo. Durante el Giro se iría viendo que el italiano preocupó absolutamente nada al madrileño. Sabía que lo único capaz de sacarle de su táctica eran las piernas descomunales de Landa.

Llegó la etapa de Aprica, con el mítico Mortirolo por el camino. En los kilómetros previos al coloso, un pinchazo dejó a Contador cortado junto con algún hombre de su equipo. El Astana aprovechó el infortunio para tirar a bloque y distanciar así al español. Los segundos iban subiendo entre ambos grupos, con los kazajos volcados en la ofensiva, totalmente lícita, pero que les iba a salir bastante más cara de lo que se pensaban. Pronto se quedaron los más fuertes en cabeza de carrera, con los Astana junto a Kruijswijk, el espigado escalador holandés. Landa iba retenido, esperando a su jefe de filas todavía indiscutible.
Avanzaba el puerto y poco a poco la maglia rosa iba recortando, saltando de grupo en grupo, de rueda en rueda en lo que era una cronoescalada para recuperar el mando del Giro. Lo logró, dando alcance a los Astana y sin ni siquiera tomarse un respiro, acelerando la marcha nada más dar alcance al grupo de los kazajos. Landa seguía sin problemas la rueda de Alberto, aunque pronto se vería frenado por un Aru que comenzaba a perder metros. El Mortirolo se estaba subiendo a fuego desde la base y estaba haciendo estragos, con los corredores yendo de más a menos o de menos a más. Finalmente se marcharon Contador y Landa, liberado de su trabajo y ejerciendo de freno.
Tras la bajada no hubo reagrupamiento y en el contrataque final en esta ocasión de Landa, se escapó en solitario y consiguió un triunfo y una ventaja que le metían de lleno en la lucha por el cajón de Milán al adelantar en la clasificación a su jefe de filas. Astana tenía una bomba metida en su seno e iba a preparar con ambas cartas su asalto al trono de Contador, que estaba ganando virtualmente su tercer Giro de Italia. Lo que no sabían era que el español tenía un plan, mucho más experto en estas lides que los dos ciclistas rivales.

La 18ª etapa conducía al pelotón a Verbania a través del durísimo Monte Ologno. Sus rampas iban a ser escenario de la vendetta de la maglia rosa. Una caída de Aru iba a ser aprovechada por el Tinkoff para devolver a Astana la moneda del Mortirolo. Llegó el líder con ventaja a la base del puerto y como en otra cronometrada, arrancó y asestó un golpe definitivo a sus competidores, a los que alejaba a más de 5 minutos. La venganza estaba en plato frío, cuando nadie lo esperaba.
Astana, lejos de darse por vencido, trató de buscar el dos para uno en la subida final a Cervinia de la 19ª etapa. Contador tenía mucho margen como para jugar con tranquilidad. La ascensión a esta estación de esquí no exigía mucho en la rampa, carretera ancha y preparada para rodar. El aspecto táctico volvió a contar, pero en realidad Astana estaba corriendo sin saberlo contra Astana, manipulados por la clarividencia de Contador. Aru atacó restando nueve kilómetros a la línea de meta. Alberto pensó que eran otros los que tenían que estar más preocupados, como, por ejemplo, Mikel Landa, que se soldó a la rueda del español.
Aru obtuvo un minuto largo de ventaja, ganando la etapa en solitario ante un Ryder Hesjedal formidable en esta última semana de Giro. El italiano ya era segundo de la general, adelantando a su compañero y ante una situación perfectamente controlada por el líder, que en ningún momento vio peligrar su posición. Cuestión diferente fue la 20ª etapa, aquella tan recordada con final en Sestrieres y con el temido Finestre por el camino. Una etapa que fue un Giro en sí. Y que vivió una batalla épica donde Contador ejerció de Induráin.

Alberto no tenía su día. El Astana iba a gastar su último cartucho en Finestre. Landa marchaba como un tiro y buscaría romper los esquemas de Contador en la parte alta, en el sterrato. El rosa tuvo que dejar marchar a Landa y Aru, que parecía sufrir, se rehacía, adelantaba al español y se lanzaba en busca de su compañero, que a su vez volaba hacia la cima del coloso. Dio alcance a Ilnur Zakarin, también implicado en la lucha por la victoria de etapa. Contador tenía una ventaja de cinco minutos con Landa. Así que mantenía el paso firme y la cabeza fría. Él y su coche sabían que no explotando era materialmente imposible que el vasco le tomase esa ventaja al pinteño.
Landa seguía con un ritmo endiablado, que recordaba a aquellas cabalgadas de Pantani en los puertos. Él y el ruso del Katusha, que se agarró a su rueda como pudo, coronaron Finestre en cabeza. La Cima Coppi. Landa sprintó por el premio y lo ganó, lo que su compañero de fuga consideró un gesto feo y por ello dejó de colaborar con el español. Landa, si conservaba alguna opción de aspirar a algo, lo había perdido en ese mismo instante. Aru iba en una posición intermedia, por lo que finalmente y ya en el más leve ascenso a Sestrieres, la dirección del equipo decidió que Mikel parase para ayudar a su jefe de filas. Dicen que entre alguna lágrima el corredor aceptó el encargo y se puso a trabajar para Fabio Aru, que arrancaría en la subida final y ganaría la etapa.
Contador llegaba a meta en solitario, a más de dos minutos con la tranquilidad de haber jugado con su renta y tirando de sangre fría. Esa inteligencia le hizo superar una de las etapas más difíciles de su carrera. Llegábamos a Milán con el de Tinkoff cosechando su segundo Giro oficial (tercero extraoficial), Aru en segunda posición y Landa en tercera. Una situación aquella la de Finestre que se volvería a dar en la Vuelta a España de aquel año, con Landa ganando la etapa andorrana entre instrucciones de parar para tirar de su líder, contando con la negativa del español, que ya para entonces sabía de su marcha al Team Sky.

Fueron tres semanas donde la intensidad existió desde el principio y donde hasta el último momento hubo batalla por ganar el Giro. Los Astana intentaron todo lo que estuvo en su mano por derrocar al rey, pero el rey iba a ser también el más listo, quien mejor leyese las situaciones sucesivas de carrera y quien a la postre coronaría un Giro considerado entre los mejores de todos los tiempos, junto a aquel duelo de Merckx con Fuente en 1974 o alguna que otra edición de los años 90 o primeros años 2000. Algo muy subjetivo, está claro, pero que tiene argumentos para sostener el argumento de que 2015 fue una edición incuestionablemente de sobresaliente.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti