– CICLODEPORTIVAS –
El espíritu inicial de las marchas ciclistas era el de hacer turismo de dos ruedas de una manera organizada y con una infraestructura de soporte como avituallamientos, coche escoba, mecánicos o servicios médicos, con la que no se contaba en una salida particular. Esa aproximación tenia sentido antes del siglo XXI, donde no había sistemas de posicionamiento o telefonía móvil individual, con la aparición de recursos de seguridad individual no hacía falta agruparse, ya que podíamos contar con ayuda o socorro de manera instantánea.
Independientemente, si uno conocía bien un recorrido, ¿por qué agruparse para hacerlo? ¿por qué someterse a unos horarios o un calendario que puede no convenir? La respuesta es clara: nos gusta compararnos con los demás.
Es precisamente esta comparación con los demás la que nos lleva a realizar recorridos que podríamos hacer tranquilamente solos a nuestra conveniencia.
Es cierto que, en un principio, sobre todo en el país que tenia un cicloturismo más desarrollado: Francia, no había clasificaciones, pero igualmente todo el mundo mirábamos el tiempo que habíamos hecho, y uníamos al reto de realizar un recorrido duro, el de hacerlo en el menor tiempo posible para nosotros, los ciclistas solemos ser competitivos y lo llevamos en los genes.
Con la mejora tecnológica pronto se hizo más fácil controlar el tiempo individual a una gran cantidad de personas, y empezaron las típicas clasificaciones oro, plata, bronce y así las marchas cicloturistas se convirtieron en ciclodeportivas, que no es más que decir una carrera con participación masiva (reconocer que en Francia en un principio existían pruebas de una y otra categoría totalmente diferenciadas) y de aquí a aparecer los “pros” de marchas ciclistas solo había un paso.
Las marchas ciclistas vienen a rellenar un espacio vacío existente entre la competición real, que necesita cada día más de una dedicación plena, y el de la salida con los amiguetes de la grupetta, donde los piques son la orden del día.
Debemos ser sinceros y dejarnos de hipocresías, el que no quiera mirar su tiempo es muy libre de no hacerlo, o incluso no participar en la prueba y hacerla por su cuenta en otro marco temporal (el tema de los “jetas” que la hacen el mismo día sin pagar es harina de otro costal) y el que quiera saber su tiempo también debe ser libre de hacerlo, sea en el recorrido completo o en sectores acotados y bien definidos.
No hay forma de realizar una marcha y que los ciclistas participantes no deseen hacerla en el menor tiempo posible, es inherente a nuestro deporte y nosotros competimos contra nosotros mismos diariamente, siempre hay un reto por mejorar.
Escrito por Xavier Palacios-Albacar (@xpalaciosalbaca)
– CICLOTURISTAS –
No tengo nada en contra de quien quiera competir o buscar sus propios resultados en comparación consigo mismo o con otros. Al final todos llevamos un pequeño ciclista profesional dentro cuando salimos en bicicleta y la competición nos da ese punto de ambición que nos motiva y nos hace mejorar nuestro rendimiento. Pero sí echo en falta ese espíritu cicloturista que cada vez conservan menos marchas. Marchas que son en algunos casos competiciones encubiertas.
Me gusta mucho que las haya tan importantes como la Quebrantahuesos y que ésta tenga lista de espera, sorteos por participar, etc. Creo que es importante que estas ocasiones sean vistas como un ‘mini-Tour de Francia’ al que dedicar una temporada completa. Aunque creo que llamarlo cicloturismo es inadecuado. Éste consiste en compartir con los demás, en sufrir en compañía del paisaje, las cuestas e incluso algún que otro cicloturista más. Parar a hacer fotos, a charlar, esos otros aspectos del ciclismo que llenan y marcan.
Por eso abogo por una vuelta al cicloturismo, a olvidarse de tiempos, de chips y buscar esa sensación de comunidad, de compañerismo y de menor silencio en los pedales. Cuando acudes a estas otras ‘marchas’ te das cuenta de la obsesión de algunos con la marca, con el llegar delante del otro, aunque sea en los puestos medios de la clasificación. Un planteamiento que no es mejor ni peor, sino diferente. Hoy en día hay pocas organizaciones que apuesten por este tipo de experiencia. Quizá los que organicen viajes de una semana a lomos de una bicicleta, que en realidad son más touroperadores sin una estructura de salida o meta.
Las prisas del mundo moderno, la competitividad exacerbada. Son valores que están muy presentes en nuestra sociedad. ¿Deben también estarlo siempre en el ciclismo? Creo que la bicicleta es un vehículo muy sano (quitando las agujetas de la vuelta a los pedales) y aprovechable para precisamente hacer de contrapeso ante esas urgencias del día a día. Si le añadimos ese tinte de presión por la competición, creo que la experiencia es muy diferente y dista en ocasiones de ser placentera para ser una herramienta más de estrés.
¿Pueden convivir ambos modelos? Por supuesto. Algunas organizaciones lo intentan, si bien se respira ese ambiente de silencio en muchas ocasiones, donde subidas intermedias o finales no escuchan una sola voz más allá del ánimo de algún aficionado o paisano o el ruido de algún vehículo. El resto es jadeo y mirada al fondo. Creo que el cicloturismo es más completo y contiene algunos otros valores que me gustaría que estuvieran más extendidos en el mundo del ciclismo que la mera obsesión por quitarle un segundo al reloj.
Escrito por: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Jorge Matesanz / HC