#GodSavetheGavia Opinión

#GodSavetheGavia: ¿Es mejor una París-Roubaix sin barro y agua?

– NO –

La Paris Roubaix es una carrera ciclista diferente, posiblemente la única que ha sabido conservar el espíritu de los primeros pioneros de las grandes distancias de finales del siglo XIX y principios del XX. No es una carrera la uso, es la Paris Roubaix, quien la ama, la ama con locura, y quien la odia, lo hace con la misma intensidad.

Entre sus detractores, posiblemente el más famoso, Bernard Hinault, quién consciente del prestigio que aporta París Roubaix a un palmarés ciclista, quiso ganarla al menos una vez.

Paris Roubaix se trata de épica, de echarle ovarios o cataplines, según aplique, y también por qué no decirlo, de habilidad con la bici y no menos necesaria, la suerte para ganarla.

¿Preferimos una carrera seca a una mojada? Efectivamente una seca es más una carrera ciclista al uso, más de los tiempos modernos, pero para eso también podríamos asfaltar los adoquines y ya está.

¿Si fuese fácil subir un 8.000 que mérito tendría el alpinista? Paris Roubaix en mojado es eso, ganar llegando a la extenuación dándolo todo. ¿Recordaremos especialmente la edición de hace tres años? No necesariamente la sabremos ubicar bien en el tiempo, en cambio la edición de este año no se nos va a olvidar, ¿por qué? Pues por las condiciones dantescas, por el espíritu pleno de la Paris Roubaix y el esfuerzo, fuera del alcance de la mayoría de atletas, que los corredores han demostrado.

Escrito por Xavier Palacios-Albacar (@xpalaciosalbaca)

– SÍ –

Es innegable la espectacularidad de la París-Roubaix que hemos visto. Sin embargo, sí creo que más que un espectáculo de ataques y ciclismo, ha sido un sálvese quien pueda más literal de lo deseable. El terreno estaba ahí para todos y las circunstancias también, por lo que tanto el vencedor como los protagonistas tienen todo el mérito, pero da la sensación de que ha seleccionado más el nivel de equilibrismo que las propias fuerzas o la estrategia. Ésa es la pena. Moscon había sido el más fuerte y el que mejor había jugado sus cartas hasta que un pinchazo y después la gestión de los nervios y el barro tiraron por tierra (nunca mejor dicho) sus opciones.

La París-Roubaix ya es espectacular sin todo esto. Es una prueba lo suficiente épica y de eliminación por sí misma. Precisamente los tramos adoquinados han sido más barro que pavé. Más que el clásico traqueteo era patinaje sobre hielo marrón. Ni las motos de televisión han sido capaces de sostenerse de pie. Los ciclistas se caían incluso en el asfalto, y algunos frenaban con las zapatillas.

Lógicamente la meteorología no se puede controlar y no queda más remedio que disputar esté como esté el terreno. Por preferir, mejor esas carreras donde está todo roto desde Arenberg y los favoritos van descolgándose de maduros en lugar de por pura gravedad. Es muy espectacular el BMX o el ciclocross. Llegado un punto, puestos a romper pelotones a cualquier costa, incluyamos tramos de escaleras. Será espectacular ver ataques subiéndolas. O rampas del 55%. Si es por producir el espectáculo a toda costa…

Entre la queja constante o la suspensión cuando caen cuatro gotas o dos copos de nieve y lo visto en Roubaix hay una gran distancia. No es por la integridad de los corredores en sí, sino más bien por la propia dignidad de un mito al que ya echábamos de menos. La París-Roubaix no necesita circos romanos…

Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)

Foto: ASO / Pauline Ballet

Y tú, ¿con la opinión de cual de nuestros expertos coincides?

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