Presentados los recorridos de la Corsa Rosa y la Vuelta a España, nuestros expertos debaten sobre cuál resulta, a priori, más atractiva. Y tú, ¿con cuál te quedas?
– VUELTA A ESPAÑA –
En los últimos tiempos el recorrido del Giro de Italia siempre me ha parecido superior al de las otras dos grandes vueltas, pero creo que en este 2021 la carrera italiana ha dado un paso atrás muy sustancial. Tiene grandes etapas de montaña, tiene colosos, pero cuenta con un exceso de finales de alto y una escasez de crono muy preocupante.
La Vuelta 2021, sin embargo, no se mueve de su marcada personalidad desde que Guillén se hizo cargo del barco: muchas llegadas en alto, poca crono y muy buenos diseños. Pero en este 2021 ha habido una sustancial mejora: hay una clara “invitación” a los sprinters, con varias llegadas en la primera semana para estos especialistas y la búsqueda del fáctor viento, cuya influencia en los últimos tiempos ha sido testimonial.
Hay varios diseños realmente extraordinarios, como el de la jornada de Velefique, con un gran puerto de paso a más de 50 kilómetros, una etapa que cualquiera ubicaría en el Giro, y muchas “trampas” en etapas como la de Valdepeñas, Córdoba, el Rincón de la Victoria y, sobre todo, con esa maquiavélica jornada del Pico Villuercas, con el paso hormigonado de las Acebadillas a muchos kilómetros de meta y seguido de un terreno rompepiernas. Por si fuera poco, la combinación es tan plena y tan acertada que al día siguiente se programa una etapa larga (casi 200 kilómetros) camino de El Barraco, en homenaje a muchos ciclistas que dieron brillo a la Vuelta, detalles que siempre veíamos en las otras dos grandes y no tanto en la Vuelta. Dos jornadas colosales en Asturias con un desnivel exagerado que el Giro ha programado en los últimos tiempos, y otras dos jornadas de pronóstico incierto en Galicia. Y, por si fuera poco, un gran cierre de Vuelta con una crono, de más de 30 kilómetros y quebrada, superior a la que hace el Giro 2021.
Del Giro siempre espero más y lo que veo es una copia del modelo Vuelta, con leves cambios (Montalcino, por ejemplo).
Entre la copia y el original siempre preferiré el original y, en este caso, la Vuelta, y más en esta mejorada cara de 2021.
Escrito por Marce Montero (@39x28web)
– GIRO D’ITALIA –
Siendo cierto que la Vuelta ha presentado un recorrido notable, con múltiples novedades y la mejor versión posible de sus etapas, el Giro sigue siendo mucho Giro. Pese a que la edición de 2021 supone mucha diferencia con respecto a una corsa rosa clásica, sigue constando una buena ración de alta montaña, con la etapa más dura en las tres grandes por desnivel acumulado y con un kilometraje de grande.
En cambio, la contrarreloj es parecida, lo que equilibra la balanza. La primera semana es más atractiva en el Giro, donde se incluye sterrato, media montaña, llegadas en alto, media montaña… es algo más completa que la de la Vuelta. Después llegan etapas un poco más duras en esa segunda semana, con la llegada a Bagno di Romana que es una tortura de principio a fin y, aunque no sea extremadamente dura, sí conforma una buena semana gracias a la repetición de la etapa de Montalcino. Todos recordamos la épica de aquella llegada de 2010 con Evans, Vinokourov y todos los favoritos repletos de barro.
El Zoncolan se sube por su cara más “accesible”, lo cual para mí es un acierto, ya que las rampas tan extremas cansan. Es un puerto más normal por esta vertiente y creo que veremos más espectáculo, si bien los tres mil metros finales son durísimos. Las etapas de los Alpe (que no los Alpes) y Sega di Ala tienen su gracia, con puertos anteriores que pueden poner al pelotón bien firme. Si se quiere, son colosos que pueden hacer daño. A poco que los artistas se lo tomen en serio, veremos espectáculo del bueno.
Por poner un debe, se echa en falta otra etapa reina, si bien San Bernardino, que es un puertazo, puede cumplir la función que otros años ha correspondido al Mortirolo, al Stelvio o a esas míticas subidas. Una auténtica oportunidad de ver ciclismo épico del de toda la vida.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Y a ti, ¿qué opinión te convence más?
Si comparamos ambos recorridos “a pelo”, me parecen bastante similares siguiendo un patrón parecido. La mayor dureza concentrada en la semana final (más habitual en el Giro, mucho menos en la Vuelta), esquema de cronos casi calcado, kilometraje contenido en la montaña (salvo Cortina y no es un maratón de los clásicos del Giro no hace tanto), buena media montaña en 1ª y 2ª semana, alguna trampa suelta y, sobre todo, abuso de finales en alto en ambas, más habitual en la Vuelta, menos en el Giro.
Ambas carreras estrenan puertos de cierta relevancia. En este aspecto destaca más la Vuelta dado su déficit histórico con la aparición de varios puertos de paso de bastante enjundia, como Venta Luisa, Acebadillas, Bedules o Centenera y, sobre todo, el monstruo Gamoniteiro como final. El Giro incorpora a su interminable fondo de armario pasos muy duros como San Valentino y San Bernardino, y 3 finales inéditos, dos de ellos normalitos (Mera y Motta) y el otro un coloso de 11 kms al 10% (Sega).
Sin embargo, si comparamos ambas carreras con sus respectivos contextos históricos, gana por bastante la Vuelta, aunque no deje de ser una comparación algo injusta, porque un recorrido es el que es independientemente de los precedentes. Aún así, parece claro que la Vuelta deja un “regusto” dulce, mientras que el Giro lo hace al contrario, porque pierde sus míticas señas de identidad: kilometrajes largos en montaña, 2-3 tappones por edición,…solo Cortina podría considerarse como tal, y no entraría ni en un hipotético Top-20 de etapas más duras de la carrera,…sus míticos colosos a 30-50 de meta o más como puertos decisivos, al altitud (Cima Coppi el Pordoi, una afrenta propia de los Giros mosser-saronianos dantescos de los 80) y un aspecto en el que había sido casi pionera en el último lustro, que es recuperar, en cierta medida, el protagonismo de las cronos y su importancia, con una ración de 60-70 kms de lucha individual bien distribuída, que este año se quedan en unos pírricos 37 y mal colocados (en esto empata con la Vuelta).
En lo positivo, que se recupera el sterrato y se saca del ostracismo a la Marmolada diez años después.
En definitiva, una Vuelta que, pese a sus defectos crónicos, deja un aire de mejora (veremos si se consolida o no en próximos años), mientras que la sensación que deja el Giro es de paso atrás, de recular (esperemos que solo sea una mala tarde…).