– SÍ –
Antes de defender una postura determinada, hay que situarse en el contexto por el cual se originó la pregunta. Explico. Ante el auge del ciclismo, de lo cual nos congratulamos, también surgen adláteres que quieren aprovechar el repunte, aunque no sepan muy bien de que hablan, nos centramos aquí en los periodistas deportivos, que provenientes de otras tierras pseudocirquenses, se ponen a comentar de la noche a la mañana una clásica con más de cien años de existencia.
En ese contexto, y viendo ciertos engendros en los comentarios realizados, nos surge la pregunta de si para saber, y especialmente comentar, ciclismo hace falta haberlo practicado, y ahí mi opinión es clara, salvo honrosas excepciones que confirman la regla, si hay que saber, además se trata de un si rotundo, nada de medianías.
Para empezar, nos vamos retrotraer a otros tiempos de auge del ciclismo nacional, en los años 80 y 90. Allí periodistas especializados en la polémica futbolera quisieron sacar tajada profesional y en algún caso, económica, entrando en un deporte en auge popular. Contribuyeron a su crecimiento, si, pero con parámetros totalmente ajenos a nuestro deporte y creando polémicas inexistentes al igual que hacían con el circo del balompié.
Cuando el ciclismo dejó de ser popular, ¡oh sorpresa!, desaparecieron del mapa y su presunta promoción del ciclismo se quedó en nada. Sólo sabían comentar las grandes vueltas, por que no sabían que había nada más en el mundo del ciclismo. Aquellos comentarios en los que viendo a un corredor decían, por burda imitación, que un corredor subía con un 19, cuando en su vida habían contado los mismos en una piñonera y un ciclista profesional dudaba al verlo a primera vista, y no olvidemos, con una definición de imagen muy inferior a la actual. O el caso de aquel comentarista que entrevistaba a Kelly y no sabia inglés y, descaradamente, se inventaba la traducción. No acabaría de citar casos que nos ponen la cara del color del maillot de líder de la Vuelta. Claramente tiempos para olvidar.
Vamos a hacer un viaje en el tiempo y vamos a la época actual. Ahora obtener documentación es muy, muy fácil, pero obtenerla e interpretarla no es lo mismo, uno puede tener decenas de textos jeroglíficos, pero solo puede enseñarlos, no traducirlos, si no tiene la base adecuada, eso sí, puede leer la traducción en algún lado y hacernos colar, si no sabemos, que el posee el conocimiento, y eso está pasando, nos encontramos con comentaristas que aplican los parámetros de retransmisión futbolera a las carreras ciclistas y nos pegan gritos que no aportan nada o quieren crear polémicas de fans y equipos, que en nuestro deporte no suelen existir, pero claro eso ellos no lo saben, porque no lo han practicado.
Si, podemos argumentar, que, para ser comentarista deportivo en general, no es suficiente el conocimiento, cierto, hay que saber hablar, entretener y tener un cierto carisma, pero el conocer que hablas es condición si ne qua non, por eso hay que promocionar comentaristas y periodistas que hayan practicado ciclismo, que sepan de que hablan y después, solo después, les pediremos otras cualidades.
Escrito por Xavier Palacios (@CyclingSsc)
– NO –
¿Se puede llegar a cura sin haber sido fraile? O, dicho de otra manera, ¿se puede ser comentarista de ciclismo y no haber montado en bicicleta?
Huelga decir que en cualquier ámbito de la vida, como pueda ser el deporte, la experiencia es una parte importante para llegar entenderlo y poder explicarlo. Sin embargo, estamos acostumbrados a escuchar y ver comentaristas deportivos que, aunque pueda no parecerlo, jamás han practicado el deporte que con mejor o peor acierto comentan desde su posición en la radio o la TV. También al contrario, quien más y quien menos, por poner un ejemplo de otro ámbito, ha recibido enseñanzas de ese profesor que, pese a sus décadas de experiencia, no atinaba a explicar ni la más fácil de las operaciones.
¿Es, pues, verdaderamente necesario practicar o haber practicado ciclismo -no ya en el ámbito profesional, sino simplemente en el amateur- para comentar carreras? En mi opinión se trata de un detalle importante, pero ni mucho menos imprescindible. Y es que tenemos ejemplos de grandes comentaristas deportivos -también en ciclismo- que llevan años narrando con gran acierto un deporte que no practican. Y, aunque pueda parecer extraño, también existe lo contrario: deportistas, algunos de gran éxito en su especialidad que, pese a ello, se acaban revelando como lamentables comentaristas deportivos.
A veces no se trata de saber o conocer datos -algo que un buen periodista, en cualquier caso, también puede y debe estudiarse o incluso consultar sobre la marcha-, ni si quiera de haber experimentado lo que se está narrando, sino de saber transmitirlo al público, de saber llegar a la audiencia… o simplemente: emocionar.
Los grandes maestros de la narración saben modular el tono de su voz, emplear las palabras adecuadas y el lenguaje adecuado en el momento adecuado, diversificar los temas cuando la retransmisión no pasa por su momento álgido, reconducirla cuando se llega al punto climático… Si a ello se le añade un mínimo de sustancia práctica, obviamente se nota y se agradece, aunque es un complemento que perfectamente puede aportar un exprofesional que apoye la narración, al modo de Perico o Contador. Pero cuando un amante del ciclismo está viendo una carrera, ¿realmente necesita tanto que le cuenten lo que ve y sabe, como que le aporten un extra, que le espabilen cuando la carrera está sosa, que le regalen alguna golosa primicia sobre su ciclista favorito hasta el punto de que cuando acabe la carrera quiera seguir escuchando comentarios sobre lo que acaban de retransmitir? Rotundamente no.
No quiero, por último, referirme en estas líneas a ningún locutor de la actualidad -aunque como todo aficionado tengo mis preferencias-, pero sí que quiero permitirme la licencia de recordar un ejemplo que muchos guardamos en la retina con cariño y que a nadie dejó indiferente, con sus defensores y detractores, un narrador que desgraciadamente no llegó a retransmitir nuestro deporte: ¿se acuerdan de Andrés Montes? ¡JUUUUGOOOOÓN! ¡RATATATATATATA!
Escrito por Martín Cerván (@mfcervangalvez)
Foto: Álvaro Campo (@acampophoto)