Izagirre es un apellido muy repetido en ciclismo. No es de extrañar, puesto que, pese a no contar con demasiada historia conocida en el ciclismo más allá del Campeón de España de ciclocross de mismo apellido -su padre-, los dos hermanos actualmente en el conjunto Astana son dos auténticos hiperactivos de la ruta, con notable presencia en todo lo que corren y posibilidad de disputar las victorias donde vayan. De los dos, el que más cartel tiene es Ion, que tras vencer etapa en las tres grandes vueltas y hacerse con títulos tan prestigiosos como la Itzulia, la carrera de casa, aparece en todas las quinielas desde febrero a octubre. Y con razón, puesto que las vueltas de una semana se le adaptan perfectamente.
Gorka ha vivido siempre a la sombra de su hermano menor. A sus victorias ha contestado con fidelidad en muchos momentos decisivos para él donde bien podía haber aprovechado sus oportunidades individuales. Como hasta la fecha han sido un pack indivisible, no han tenido ocasión de enfrentarse en competición. Mejor así, componen un tándem buenísimo. Gorka, además de ser un consumado contrarrelojista, destaca en la media montaña, donde su gran habilidad en los descensos le permite ser competitivo. Subiendo tampoco desentona, justo es reconocerlo.
Lo que no sabíamos hasta el pasado Giro es que sus prestaciones en alta montaña también eran interesantes, consagrándose sus habilidades en los grandes descensos. Le vimos trabajar muy duro para que su hermano completase el triplete en la Vuelta a España de 2020 camino de Formigal, la etapa que sustituyó a una de las reinas con meta en el Tourmalet. Ion aprovechó el trabajo de Gorka, que también levantó los brazos al pasar la línea de meta, un gesto que delata la conexión que disfrutan.
Si Ion ha tenido éxitos, el mayor de los hermanos no se ha quedado atrás. Campeón de España con los colores de Bahrain, también anexionó a su palmarés en tres ocasiones el GP de Ordizia, un hito que no tenía lugar desde los años 90, cuando Neil Stephens venció en tres ocasiones consecutivas en la prueba vasca. Izagirre también es garantía en grandes vueltas. Su 2020, donde compitió en las difíciles fechas en las que se celebraron y con todos los condicionantes que ha conllevado la pandemia en alteración de calendarios y picos de forma, fue muy interesante, terminando el Tour de Francia en 22ª posición y la Vuelta en la 19ª. Dos top-20 logrados tras trabajar para sus líderes de equipo y además filtrarse en escapadas que sí, le han hecho ganar tiempo, pero también han traído desgaste.
Gorka ya sabe lo que es ganar también en una grande. En el Giro de 2017, capitaneado por Dumoulin, se impuso en la meta de Pescichi ante dos corredores conocidos por él. Aún en las filas del Movistar, segundo fue el ex corredor telefónico, Visconti. Tercero fue Luis León Sánchez, a la postre compañero en el Astana. Aún en esa misma edición le daría tiempo a ser tercero en otra etapa, con llegada en la mítica Canazei. Pero Rui Costa y Pierre Rolland se le anticiparon en meta.
Como sigue activo en todas las carreras en las que se pone un dorsal, el de Ormaiztegui ha encontrado una colonia muy atractiva en el equipo kazajo, donde cumplen (él y su hermano) ya su tercera temporada y donde parece están bastante asentados, cada vez con más galones dentro del grupo. La colonia española del equipo hizo la adaptación muy sencilla, y ante la ausencia de grandes líderes, estando las figuras de la plantilla aún en formación, conserva mucha libertad, algo a valorar con el nivel de los equipos en el World Tour.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: Sirotti