Hay ciclistas que pasan desapercibidos y que quizás no vayan a dejar un gran recuerdo en las memorias de los aficionados, pero que completan una trayectoria deportiva con resultados notables, aunque nunca brillantes. Un hecho que se hace aún más evidente si esos corredores quedan al servicio de un jefe de filas de más nombre o consistencia. Una “irrelevancia” que puede considerarse injusta, pero que seguramente también tenga que ver con una manera de correr que no luce especialmente en televisión. Suelen ser corredores que se agarran a las generales a base de resistencia y sufrimiento. Siempre están ahí, cerca, con la mirada puesta en el dorsal del último corredor del grupo de favoritos, minimizando pérdidas, sabiendo retorcerse hasta el final. Para ello hay que ser duro física y mentalmente, como es el austríaco Hermann Pernsteiner.
El corredor de Bahrain-Victorious podría ser el favorito del añorado Luis García-Berlanga. Nacido en 1990 Oberwart, en la frontera de las dos naciones que dieron nombre al gran Imperio Austrohúngaro; un territorio ideal para la práctica del ciclismo, sin grandes montañas equiparables a la zona alpina, pero plagado de cotas perfectas para disfrutar de la bicicleta. Pernsteiner llegó relativamente tarde al profesionalismo, con 26 años de la mano del Amplatz-BMC, equipo de su país en el que coincidiría con su actual compañero, el esloveno Jan Tratnik. La razón para esa llegada tardía al ciclismo de carretera es simple, pues Hermann venía del mundo del MTB como tantos otros ciclistas que empezaron su carrera con las ruedas gordas (incluso ganadores del Tour de Francia como Cadel Evans o Egan Bernal).
En 2018 llegaría a las filas de Bahrain, logrando su primera victoria en carretera en el Gran Premio de Lugano. Cierto es que en su palmarés luce también un Tour de Azerbaijan del año anterior, logrado en diferido por dopaje del primer clasificado. En las filas del equipo WorldTour iría dejando clara su capacidad como fondista. En su primera gran vuelta, la Vuelta a España, se veía obligado a la retirada cuando ya saboreaba el top20 final. El año siguiente volvía a la ronda española para finalizar en 15º puesto y dando notas de su buen nivel escalador en etapas exigentes como Cortals d’Encamp o la Plataforma de Gredos.
Siempre de la misma forma, pequeñito, con el cuerpo muy pegado al cuadro, casi escondido detrás de las grandes vedettes. Cabeceando, boqueando, sufriendo para pegarse a la rueda del de delante, marcándose un ritmo propio, eficaz pero no efectivo para triunfar. Así llegaría también el top10 en su primer Giro de Italia, el de la extraña edición de 2020, donde se quedó con las mieles del triunfo de etapa en Madonna di Campiglio, superado sin paliativos por Ben O’Connor. Una gran prestación en la Corsa Rosa, más aún teniendo en cuenta su labor de acompañamiento y protección en la lucha de Pello Bilbao por un pódium que se escapó en las contrarrelojes.
Con estas credenciales llama la atención que Hermann Pernsteiner se haya quedado fuera de las grandes vueltas en 2021. La llegada de “Victorious” a la nomenclatura del conjunto bahreiní parece haber dado un salto de calidad epatante a la clase media del equipo. La temporada pasada muchos ciclistas dieron un paso adelante acumulando actuaciones apabullantes. Desde Mark Padun a Sonny Colbrelli, de Gino Mader a Dylan Teuns, de Damiano Caruso a Jack Haig. Difícil encontrar un hueco.
En plena madurez como ciclista y una vez garantizada la renovación para el 2022, Pernsteiner buscará recuperar su sitio en grandes vueltas, donde poder hacer gala de su fondo y resistencia. Quizás si se contagia del espíritu ofensivo de algunos de sus compañeros nos haga disfrutar más de su estilo agonístico. Si no, los líderes saben que tendrán un gregario fiable, de esos que siempre estará cerca en la montaña.
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Foto: @ACampoPhoto