Situada a escasos veinte kilómetros de Pamplona, la pequeña localidad de Monreal acoge una de las subidas más famosas de la comarca y más espectaculares de toda la Comunidad Foral. Sin duda, llamará la atención de todo aquel que transite por la carretera nacional que transcurre justo al lado. Una montaña prominente ascendida por múltiples herraduras y coronada por una visible antena. No hay lugar a equívocos, es la Higa de Monreal.
La comparación con el Angliru es relativa. Nadie se va a encontrar rampas por encima del 20% (aunque algún tramo lo roza), pero sí sufriremos en nuestras carnes un puerto progresivo en dureza, con unos últimos cuatro kilómetros terroríficos con una media cercana al 11%. En total son dieciocho las curvas de herradura que jalonan este temible ascenso, trazando zetas por toda la ladera y que ofrece unas vistas espectaculares sobre los alrededores. Un balcón privilegiado que sólo tiene un problema: el estado del asfalto.
Se puede ascender en bicicleta de carretera, si bien los constantes agujeros y el estado del piso nos hacen recomendar precaución para evitar pinchazos o ascender con ruedas gordas, donde el riesgo de sufrir avería es menor. En el descenso será importante haber localizado algún gran bache para evitarlo con eficacia, y también evitar a toda costa tomar mucha velocidad (cuidado con la gravilla). El estado del piso no permite alegrías. Merece la pena subir, eso sí. Pocos puertos hay en los alrededores con esta dureza y belleza.
No hay sombras durante la subida. Por ello, en los meses estivales conviene medir bien las horas de sol y evitar las horas de mayor exposición. El aspecto positivo de esto es que podremos disfrutar de las vistas durante todo el trazado, siendo éste muy entretenido por ascender muy deprisa y tener constantes referencias (por las curvas de herradura). Eso hará menos interminable un puerto absolutamente recomendable e imperdible.
Escrito por Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: Federico Iglesia