Es una clásica creada en la teoría para los hombres rápidos, pero en los últimos tiempos se ha vuelto muy imprevisible debido a la camada de ciclistas que estamos teniendo, con tanta valentía e inteligencia a la hora de moverse. Históricamente, ha sido en su primera época una carrera muy italiana, en contra de lo que es hoy: una de las pruebas de un día más valoradas y deseadas. Es una carrera que acostumbra buen tiempo, aunque en alguna ocasión los ciclistas han tenido nieve o lluvia. En 1910 el blanco elemento hizo que terminasen únicamente tres corredores, además con problemas de congelación. Girardengo venció en seis ediciones, Bartali con cuatro y Coppi con tres, marcaron esas primeras décadas de vida. Sería a partir de los años 50 cuando cambiaría la tendencia. Poblet vencería en el 57 y en el 59 en unas ediciones que se resolverían al sprint. Ediciones que eran normalmente decididas así y que provocaron que se incluyese en 1960, ganada por Poulidor, una colina que iba a quedarse para siempre como es el Poggio di San Remo.
En la década de los 60 se comenzaba a ver los pinitos de Merckx. El ciclista del Peugeot se impondría en el 66, su primer monumento. Diez años después iba a ser su último, por cierto, no sin polémica. Eddy y San Remo eran dos ideas que podían casar a la perfección. Acumuló siete, con un dominio absoluto pese a la cantidad de rivales rápidos y fuertes, pese a que no ha sido habitual acumular tantas victorias. En esa última victoria se despega del grupo en el Poggio y solo es capaz de seguirle Jean Luc Vandenbroucke, tío del desaparecido ciclista belga estrella de los 90. Se da una situación curiosa, ya que era su primera temporada como profesional y parece que le hace de lanzador al ‘Caníbal’. Sería descalificado por doping y esa segunda plaza pasaría a ser de Paniza.
No solo iba a ser Merckx quien se despidiese de los monumentos aquí. Su archirrival De Vlaeminck se hizo con el tercer entorchado en la Classicisima para cerrar ahí una gran trayectoria en las mejores pruebas de un día. Curiosamente, el ‘Gitano’ iba a ganar dos de esas ediciones a un joven Giuseppe Saronni. En el 79 queda tercero Knudsen y cuarto Moser, que después iban a ser grandes rivales en el Giro de aquella temporada.
Freddy Maertens parecía un ciclista hecho para San Remo, como le sucedía a Peter Sagan. Sin embargo, el belga no fue capaz de hacerse con ninguna edición, algo que no deja de ser curioso siendo tan voraz como era el recordado corredor de Flandria. De hecho, no ganó ningún monumento. El eslovaco lo intentó durante varios años, incluso buscando en 2017 ataques en el Poggio y quedando relegado en el sprint final en grupitos con Kwiatkowski o Alaphilippe. Volviendo a los 80, Moser ganaría en el 84 en su súper año, donde ganó un Giro y el récord de la hora, regresando desde México y llevaba una temporada algo distinta. Su ataque en el último descenso le dio la victoria. Saronni, su enemigo número uno, se impuso con el maillot arco iris.
Poco después, Laurent Fignon ganó dos ediciones consecutivas, algo al alcance de muy pocos ciclistas. Ni siquiera Bernard Hinault. Los italianos Bugno y Chiapucci y su rivalidad iban a permitir repartirse las ediciones de 1990, para el primero y con el ‘diablo’ triunfando tras una larga escapada en 1991. Bugno hizo terapia musical para perderle el miedo a los descensos y así coronarse en San Remo. Ese 1990 fue mágico para Gianni. Otro célebre italiano, Gimondi, en 1974 ganó como campeón del mundo, en solitario. También lo logró, aprovechando su inteligencia, Vincenzo Nibali, aunque sin el preciado maillot.
Atacar en la Cipressa es una locura, pese al triunfo de Claudio. El Poggio marca la carrera normalmente. Ha habido cambios de recorrido como la incorporación de La Manie en alguna edición. El cambio del Turchino en alguna ocasión. Pero un recorrido que suele ser bastante similar, sin mucha variación y que es auténtica tradición del ciclismo.
Siguiendo con grandes nombres, Sean Kelly y Moreno Argentin tuvieron especial protagonismo. Sus duelos fueron épicos. En 1994 la Gewiss-Ballan con Furlan, Berzin, Argentin, etc vieron al primero ganar con una exhibición del italiano, acompañado por la barbaridad que logró el equipo en Vía Roma. Erik Zabel se hizo con cuatro ediciones posteriormente, casi cinco, por levantar los brazos y perder la volata ante Óscar Freire, que se hizo con su primera (de tres) triunfos. Desde el cántabro, todos han sido ganadores de una única edición. Hemos visto grandes exhibiciones y acelerones, pero no ha repetido hasta la fecha el ganador. Muestra de la dificultad que tiene imponerse en el primer monumento de la temporada debido a la gran participación con la que suele contar.
Escrito por Pedro García Redondo
Foto: Sirotti