En tierra de molinos y viento, lo más similar a La Mancha de Don Quijote es un país encajonado entre las excentricidades de Bélgica y el poder del Rin-Ruhr. Un lugar donde se trata de hacerse fuerte o morir. Y morir nunca ha sido una opción teniendo tanto talento entre manos. El secreto debe estar en el queso de bola, o en los canales de Amsterdam. Quizá el fruto del buen trabajo. O el dinero bien empleado o recaudado. La cuestión es que Holanda, o lo que ahora acotan los snobs como Países Bajos, tiene una fábrica de talentos en el mundo de la bicicleta.
Algo tendrá que ver, sin duda, la apuesta por una movilidad saludable. Es un win-win de manual: menos contaminación, más ejercicio en el seno de su población. Redundancia en un servicio de salud menos colapsado en el largo plazo. La vista en lontananza siempre fue una virtud admirable, alejados del cortoplacismo que sufren otros lugares más al sur. Sobre la base de una cultura de pedales (de bicicleta, entiéndase), se ha dado la paradoja de ver a mujeres ganar en ciclismo las carreras que han anhelado durante tantos lustros ganar los hombres.
Si bien no todo comenzó, fue con Marianne Vos con quien emergió el rodillo neerlandés en forma de apisonadora. Imposible no rendirse ante una ‘caníbal’ de tal calibre. Calibre que también se puede relacionar a un revólver, a la revolución de la letra V. Vos dominó el calendario con solvencia, sin despeinarse, antes de observar nuevos horizontes que conquistar. Las lesiones acortaron la sumisión del resto de ciclistas, coincidiendo con el crecimiento repentino de Anna van der Breggen, que es y ha sido un relevo generacional que si bien ha cambiado de nombre y apellido, no ha permitido el cambio de bandera. La ciclista de Zwolle no sólo ha dado alcance a Vos, por ejemplo, en títulos en el Giro de Italia, sino que desde 2021 ha dejado atrás su marca al conseguir su cuarto entorchado rosa. Una lástima que tenga lugar su retirada y no intente el asalto a la quinta maglia, la cual elevaría su nombre a los altares de la ronda transalpina, la más importante del calendario a día de hoy, junto a la local Fabiana Luperini.
Anna ha amasado un palmarés excelso, repleto de medallas, clásicas y vueltas. Y tiene mucho mérito por haberlo hecho frente a rivales tan duras como van Vleuten, la tercera dominadora del ciclismo femenino en estos años. Sorpresa, también es holandesa. Annemiek era toda una estrella antes de su fichaje por Movistar, en una apuesta clara por darle la relevancia necesaria a su sección femenina. De hecho, fue van Vleuten la causante de que su compatriota van der Breggen no tenga ya los cinco Giros, derrotándola en la épica jornada que finalizaba en el famoso Passo di Gavia. La entonces ciclista del Mitchelton-Scott firmaba su segundo triunfo, dejando el marcador en el dos.
La última edición del Giro ha visto, además, el surgimiento de la nueva generación procedente de Holanda. Demi Vollering se ha sumado al podio y pone sobre aviso al ciclismo. Con estos antecedentes, quién se fía de su evolución. Lieja y La Course son buenas credenciales, así como el tercer puesto en la ronda italiana justo por detrás de la sudafricana Moolman-Pasio. Aún hoy alguna victoria de etapa ha recaído en… Marianne Vos, que ha aprovechado su punta de velocidad para seguir haciéndose notar. Los campeones siempre dejan su sello, a veces hacen ruido al entrar, pero, sobre todo, al salir. Es el caso de la ‘Merckx’ de las chicas.
El dominio de Holanda y la tiranía de sus ciclistas ha logrado que su selección sea una auténtica referencia, como lo fueron en su día las lituanas, las francesas o las italianas. Tal es la competencia por entrar en la selección para los grandes eventos que las estrellas de este ciclismo compiten con más ahínco si cabe en lograr la victoria para hacer méritos. Una competición sana, con admiración mutua entre todas estas campeonas que están escribiendo páginas de color dorado en el ciclismo neerlandés. Sin duda, dentro de algunos años podremos decir que hemos tenido la suerte de ver coincidir a tan buenas corredoras en un mismo momento, como si fuese la noche de San Lorenzo viendo las perseídas poblar los cielos de verano.
Escrito por: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: Luis Ángel Gómez / Photogomezsport / ASO