El corredor nacido en Zúrich fue el mayor exponente de una gran generación de ciclistas de bandera suiza que planeó sobre las grandes carreras a principios de los años 50. Destacado en la modalidad de persecución, en ciclismo en pista, la cual fue combinando con su desempeño en carretera, combinando los éxitos en ambas disciplinas. En pista formó una temible dupla junto a su compatriota y vecino Armin von Büren. Y como era de esperar, Koblet destacó en todos los terrenos, característica que le haría favorito a las carreras por etapas de la época.
Debutó en el profesionalismo con 21 años, y en esas primeras temporadas fue acumulando victorias de prestigio, todas en Suiza, en las ya existentes Vuelta a Suiza o Tour de Romandía. Esa progresiva escalada le llevó a debutar en su primera gran vuelta, en el año 1950. Se trataba del Giro de Italia, esa carrera que era coto de los italianos. Es más, ningún foráneo había sido capaz de batir a los transalpinos en casa, que se crecían ante su afición y, con soberanas excepciones, se prestaban ayuda ante rivales nacidos en otros países.
Dieciocho etapas separaban Milán de Roma, principio y final de aquella edición del Giro de Italia. Eran los años de Coppi y Bartali, el ‘campionissimo’ y el ‘Monje Volador’, dos de los mitos más reconocidos de la historia ciclista de Italia y del ciclismo internacional, se puede afirmar con claridad. Fiorenzo Magni, ganador en 1948, también sería de la partida, así como un compatriota de Zúrich para más señas, que iba a vivir en ese 1950 el mejor año de su carrera, aunque todavía a fecha 24 de mayo no era consciente de ello. Hablaremos de él más tarde.
Sin duda iba a ser el Giro de Suiza, porque ya en la segunda etapa se coronó con la maglia rosa Fritz Schaer, que venía de completar una temporada 1949 bastante interesante y con muchas victorias. No sería un espejismo este liderato, ya que lo resistió hasta la séptima etapa. Se lo arrebató el italiano que había triunfado el día que se la enfundó, Alfredo Martini, tercer clasificado final a la postre. Por el camino, Koblet ya se había llevado una etapa, la sexta con llegada, como no podía ser de otra manera, en territorio suizo, en Locarno. Acostumbrado a ganar exclusivamente en casa, se desquitó de ese sambenito en la octava etapa, en Vicenza.
Ahí tomó el rosa y ya no se despegaría de él hasta Roma. El día que estrenó la preciada prenda la carrera sufrió un terrible revés, con la baja de Coppi por una caída. Bartali pasaba a ser el máximo favorito, en espera de cómo saldría la aventura de este neófito suizo que estaba maravillando hasta la fecha en todo un Giro de Italia. El de Zúrich se haría un asiduo de la ronda italiana por encima del Tour. La novena etapa, esa donde Coppi dejó la corsa rosa, vio ganar a Bartali, pero con los suizos sin dejar margen.

La carrera se convirtió entonces en un quiero y no puedo, saliendo de ella Hugo Koblet con la maglia rosa, controlando muy bien la situación, y una distancia final de cinco minutos sobre el gran Gino, que cosecharía su último podio en una gran vuelta. Primer no italiano en ganar el Giro y un Koblet que sería elevado a los altares del ciclismo. Un ídolo en su país, pero tendría un problema, y es que el cuarto clasificado de aquella edición fue también suizo, Ferdinand Kübler. No dejaría pasar ni un mes para proclamarse campeón del Tour de Francia, siendo el primer suizo en lograrlo y dejando de lado el éxito de Hugo, que no participó en la carrera gala.
Un año 1951 que vendría después donde Kübler pasaría a ser más favorito que él en el Giro de Italia. Una edición que finaliza en sexta posición, aunque consigue ganar una de las etapas más importantes, terminada en suelo suizo, en Saint Moritz, a un día de terminar. Kübler fue tercero y consiguió eclipsar del todo a su compatriota, aunque habría ocasión para darle la vuelta a la historia. Italia se estaba acostumbrando a ver la bandera de la cruz blanca en el podio. Harían bien en hacerlo.
El Tour partía de Metz e iba a contar por primera vez en la línea de salida con Hugo Koblet. Kübler, el actual ganador, ni siquiera participó. Tras su podio en el Giro, logró proclamarse campeón del Campeonato de Suiza apenas tres días antes del comienzo del Tour. Como el año pasado que le vio conquistar París. Venía de ese podio en Italia, de ganar Romandía, Suiza, Lieja, Flecha Valona… y lo completaría con el Mundial. Nada menos. Pero en julio no quiso competir en Francia.
En Metz ganó otro suizo, Giovanni Rossi. En la segunda etapa Geminiani, uno de los favoritos, se anticipa a Bartali, con ganas de revancha, y Koblet. Lazaridès hizo lo propio un par de días durante esta primera semana, con una ventaja capital para después ser tercero en el podio. Llegó la crono de Angers, sobre 85 kilómetros, y Hugo ganó con autoridad sobre los demás favoritos como Coppi o Bobet. Geminiani recortó distancias en Clermont-Ferrand, pero Koblet estaba fuerte y dio rápida respuesta en Agen, ganando la etapa con más de tres minutos de ventaja.
Llegados los Pirineos, el suizo se vistió de líder en Luchon y hasta París fue una sucesión de batallas con gloria para ilustres como Bobet, Coppi, Magni o Bernardo Ruiz, todos ellos ganadores de etapa. Hubo tiempo para que Koblet ganase en Montpellier y en Ginebra (Suiza, qué raro) una crono de 98 kilómetros que terminó de sentenciar la carrera, si es que había algo que sentenciar a estas alturas. El de Zúrich ganó el Tour, devolvió la jugada a Kübler, volvió a ser el centro de atención por un verano y alcanzó la fama definitiva.

Fama que no debió ser muy fácil de asimilar, puesto que su carrera comenzó a convertirse en irregular hasta que desaparecieron sus coletazos de gran clase. 1952 fue un año complicado, donde fue 8º en el Giro, pero no participó en el Tour para defender su corona. Aún hubo un par de años buenos antes de comenzar esa cuesta abajo que tan cuesta arriba se le hizo a nuestro protagonista. El Giro de 1953 le tenía a él como gran alternativa a Coppi. Y así fue, ganó la contrarreloj de Follonica y se enfundó el rosa, que resistió hasta la etapa de Bormio, donde Coppi le dio una buena estacada. Hasta entonces se le llamaba el ‘Anti-Coppi’.
Cedió el liderato a un día del final por únicamente minuto y medio. Los culpables fueron el imperial ciclista italiano y la primera ascensión a un puerto que aún hoy causa estragos como el Stelvio. El suizo no pudo resistir la rueda del campeón transalpino, que ganó etapa y Giro de Italia, recuperando con margen los dos minutos que llevaba de desventaja en la salida. Era su quinta victoria, la que le igualaba a Alfredo Binda como ciclista más exitoso en el Giro. Sólo Merckx ha podido igualar ese registro con el paso de los años.
Curioso fue el Giro del año siguiente, el de 1954. Mientras en el Tour Koblet concatenaba dos abandonos, en el Giro parece que se iba encontrando mejor e iba encontrando la suerte que le faltó en Francia. Coppi se enfrentaba al reto de pasar a la historia (aún más) con su sexto título. Sin embargo, se iba a encontrar con Suiza. Y no, no fue Koblet el protagonista en esta ocasión, sino otro corredor de … ¿adivinan? ¡Sí, de Zúrich!
Carlo Clerici, que conquistó la etapa de L’Aquila con una ventaja superior a la media hora, fue administrando su ventaja hasta conquistar su primera y única grande. Koblet fue segundo, ganando de nuevo la crono individual en Riva del Garda y una penúltima etapa en … ¿adivinan? ¡Sí, Suiza! En Saint Moritz, una estación que ya le vio levantar los brazos algún año antes.
En 1955 Koblet vivió un buen año, decepcionando en el Giro, donde fue 9º y ganó la etapa final de Milán, proclamándose por primera y única vez campeón nacional de su país y por segunda vez la Vuelta a Suiza. Un buen año que fue el principio del fin. Ganó una etapa de la Vuelta en 1956 (Barcelona) y poco más. Siguió obteniendo buenos resultados en las pruebas suizas, como un tercer puesto en la genera de Romandía, pero sus grandes días habían acabado.
En 1964 falleció en las proximidades de su ciudad natal en un accidente de tráfico contra un árbol que supuso bastantes hipótesis y mucho misterio. En todo caso, un círculo que se cerró en su Zúrich natal a los 39 años y que fue el ascenso y descenso de uno de los mejores ciclistas suizos de todos los tiempos. Competencia ha tenido, sobre todo en la época que le ha tocado vivir. Conserva el honor de ser el último corredor de Suiza en ganar el Tour de Francia. Último de una gran vuelta hasta la irrupción de Rominger y Zulle en los años 90.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Rouleur