Es uno de los momentos más recordados de la trayectoria de Igor Antón. Su victoria en el Monte Zoncolan allá por el año 2011 supuso un hito en la historia del conjunto vasco y del ciclismo español, que coronó en la durísima montaña italiana uno de sus momentos más dulces con el liderato de Alberto Contador y presencia de sus grandes corredores en las mejores citas del calendario. Fue una edición de la carrera transalpina un tanto polémica por el fallecimiento de Wouter Weylandt en el descenso del Passo del Bocco. Aquella desgracia dejó rastro en el resto del Giro, que suspendió la esperada subida al Monte Crostis en esta jornada que finalizaba en la cima del Zoncolan.
Un puerto con un ascenso durísimo y bajada con bastante peligro que fue eliminada del trazado el día anterior debido a las quejas de los equipos por no poder ascender con los coches de equipo. Excusas que se podían haber puesto varios meses antes para haber podido explorar otras alternativas a ese recorrido y que de ese modo los tiffosi locales no se hubiesen molestado por la repentina suspensión. Una manifestación estuvo a punto de cortar la carrera al paso, pero la organización fue por delante e ideó un trazado que no era el oficial para evitarles y de ese modo la carrera no sufrió ninguna interferencia.
Sin mayores dificultades, se llegó a la base del puerto, donde se agolpaba una gran cantidad de público, sobre todo en las praderas de la mitad superior, desde donde se puede degustar prácticamente toda la subida. Por Ovaro el Zoncolan es un puerto tremendo, con rampas duras y sostenidas que lo convierten en el final en alto más duro de la historia de la carrera transalpina. Allí había ganado Simoni en dos ocasiones, ambas por vertientes diferentes. En 2007 Di Luca salvó el liderato ante un imponente Andy Schleck, que hacía sus primeros pinitos como estrella emergente. Piepoli y Simoni llegaron a la cima de la mano y en esta ocasión sería el ganador de dos ediciones del Giro quien inscribiese su nombre de nuevo en esta cima.



En 2011 iba a ser un cima decisiva, pero también un primer aperitivo de lo que venía al día siguiente, con aquella etapa mastodóntica de Gardeccia en la que triunfaría el también naranja Mikel Nieve. La general llegaba dominada por un Contador que permitió ganar a Rujano en la etapa anterior con meta en el durísimo puerto austríaco del Grossglockner. El madrileño era netamente superior a todos sus rivales y jugaba con ellos como quería. En la subida al Zoncolan sabía que iba a ser el blanco de todos los ataques y de todas las miradas, pero el español eligió no forzar la máquina en espera de la etapa siguiente, que prometía demasiados peligros como para descuidarse. Los italianos iban a llevar más la iniciativa que la maglia rosa en esta ocasión, que se dejaba llevar.
Pasaban los kilómetros de subida y el que más proponía era Nibali. Brambilla comenzó en cabeza de carrera. Liquigas había endurecido la aproximación, hasta que ‘Purito’ Rodríguez abrió la caja de pandora de los ataques. La arrancada del catalán supuso un aumento del ritmo que dejó el pelotón de los favoritos hecho un solar. No tardaría mucho en arrancar la moto Igor Antón. El maillot naranja consiguió alejarse del ritmo que ahora impulsaba el Astana. Alberto Contador dejó margen al vasco y se lanzó en su busca, dejando fácil de rueda a todos sus rivales.
Por detrás hacía esfuerzos Scarponi, segundo final en la general, remontaba junto a Nibali, que se lo tomaba con más calma. Contador se quedaba a rueda de Antón, que seguía poniendo ritmo para enganchar a ‘Purito’. El de Euskaltel seguía poniendo un punto de desgaste mientras Vincenzo no terminaba de entrar. Scarponi sufría, Rodríguez terminaba por ceder, Igor pensaba en un potencial podio, pero también en una victoria de etapa que le auparía a los altares de la historia del ciclismo. Sabía que llegando solo con Alberto podía ser una realidad, porque el también español iba de rosa y tenía la carrera virtualmente en el bolsillo.



Es más, el vasco lanzó un ataque y Contador, que iba a su rueda, se soldó a la rueda de Scarponi, que salió a ritmo en su busca. Restaban unos cinco kilómetros hasta la cima. Fue alcanzando a los rebeldes de la escapada que todavía seguían por delante y que habían comenzado con tres minutos de ventaja. Nibali iba remontando, a su ritmo, solo. Con la referencia de sus compañeros de podio, el italiano fue poco a poco dándoles alcance hasta que lo consiguió. El siciliano no paró, se puso a ritmo hacia arriba. Lo Squalo vio debilidad en Michele y puso marcheta. Contador lo aguantó perfectamente, muy cómodo.
Scarponi cedía. Antón seguía por delante. Alberto estaba a otra guerra, jugando con los rivales y saltando de uno a otro protegiendo en parte las opciones de Igor Antón. Nibali pidiendo relevos al español, con la negativa del líder. Quedaban tres kilómetros, el maillot naranja estaba a la vista, al alcance de una arrancada. Suavizaba relativamente la subida y las pedaladas iban más ágiles. Antón veía la gloria, Contador más cerca pasar un día sin mayor problema y habiendo controlado a sus rivales con solvencia. Y habiendo ganado un amigo importante como el equipo Euskaltel Euskadi, que contaba con buenos escaladores.
En el último kilómetro Alberto Contador lanzó un pletórico ataque que de primeras le hizo sacar una ventaja importante a Nibali. Pero pasado el túnel, el madrileño acabó por parar porque el italiano anduvo muy regular y le echó el guante. En la rampa final el líder volvió a sacarle distancia al italiano y llegó a meta destacado, sentenciando el Giro que después perdería por todo el famoso affaire del solomillo y las sanciones derivadas. Pero ese día era el de otro nombre propio, el de Igor Antón, que desde ese día fantaseaba con el podio y que al menos supo arrancar un día de gloria que supuso el mejor poster de toda su carrera deportiva.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: RCS / Pool – Watson – LaPresse (excepto indicadas)