Cicloturismo

Irlanda en bicicleta

Irlanda es uno de los países más atractivos para el turismo. También para los estudios de idiomas y los trabajos de verano, ya que su clima es bastante amable, más allá de la mala fama que tiene. Aunque de un pequeño chaparrón diario es complicado escapar, eso es cierto. Pues la recorrimos en bicicleta, pese a los prejuicios con las carreteras irlandesas. Finalmente dieron mucha más sensación de seguridad que las de otros muchos países como España, Italia e incluso Francia. Ir por zonas rurales y evitar las grandes urbes ayudó, también es cierto.

Arrancamos en Dublín. La capital tiene un aroma a festividad, a alegría. También a una mezcla entre lo moderno y la tradición. Se puede decir que es una capital perfecta para un país como este, ni muy grande ni muy pequeña, con animosidad todo el año, pero con tranquilidad al mismo tiempo. La movilidad es buena y el uso de la bicicleta muy común, por lo que están acostumbrados a verlas en el día a día como un vehículo más en la calzada. De hecho, pese a la dificultad de encarar la circulación desde la izquierda (recuerden, punto a tener en cuenta), se hace bastante intuitivo. El conductor irlandés es por lo general paciente y colaborador. 

Las Wicklow Mountains son la primera parada. La orografía se endurece, pero no encontraremos grandes subidas. Las carreteras sí se estrechan y la vegetación en ocasiones se come la carretera. Por lo demás, muy agradable. El tiempo comenzó ayudando, con un día soleado, pero en una situación típica en Irlanda, de pronto varias nubes colaboraron en cerrar el cielo y poner a prueba unos chubasqueros que hicimos bien en dejar a mano. En el tránsito hasta Mallow dio tiempo a secar el agua recibida. Terreno muy sinuoso y hilly, como dirían allí. Una etapa larga de salida, todo el día empleado en ella. El cansancio nos haría replantear los ambiciosos objetivos que teníamos. 

Después partimos hacia Killerney y su Parque Nacional de una belleza espectacular. El lago de Leane estará en nuestra vista mientras ascendemos a Molls Gap, que sin mucha dureza sí nos hará sudar. La bajada (cuidado con el viento) nos llevará a Kenmare, algo más concurrida, localidad que da acceso al Anillo de Kerry. Si el tiempo acompaña, una gozada. Eso sí, se debe estar fuerte, ya que al ya mencionado viento se le añade que es territorio plagado de repechos. Mucha dureza junto a la costa. Se puede atravesar por la montaña, si bien ofrece ventajas como las vistas y la desventaja de que se trata de pasos que nos harán sufrir. Enfilamos hacia Limerick en tren, que no están las piernas para más esfuerzos. La ciudad nos recibe con lluvias, pero descansaremos bien. 

La siguiente etapa nos lleva a la alegre Galway, pasando por los Cliffs de Moher. Espectacular. Sin palabras. Al discurrir paralelos a la costa, encontramos mucho viento de costado, lo que nos hace circular con retraso. Llegados a nuestra parada en los acantilados, tomamos fuerzas y entre las diferentes montañas que nos dirigen a Galway, encontramos cierto refugio, aunque no siempre. Llegados a la ciudad, es tiempo de disfrutar de alguno de sus espectáculos en vivo o de un paseo hasta el espigón para gozar de las bonitas vistas que nos ofrece. Decidimos descansar al día siguiente, por lo que Sligo y Donegal. Son tierras del norte, la vida desciende su actividad y el paisaje se muestra en todo su esplendor. Queremos llegar a la Giant’s Causeway (La Calzada de los Gigantes), donde la leyenda entremezcla mitología escocesa con unas rocas hexagonales que adornan unas instantáneas de auténtica fantasía. 

De ahí ya descenderemos hacia el sur, pasando por Irlanda del Norte (acordaros de llevar libras) y el precioso lago de Neagh. Nuestro objetivo es llegar a Trim, famoso por rodar escenas de películas como El Señor de los Anillos, entre otras. No habrá grandes dificultades orográficas, el terreno será básicamente llano y por buenas carreteras. Incluso en tramos se podrá rodar fácil. No exentos de algún que otro repecho, claro. De Trim ya partiremos un día después hacia el aeropuerto, donde acaba nuestra aventura y empieza otra: narrar los maravillosos recuerdos que nos quedan de un viaje inolvidable y que ha tenido la bicicleta como fiel protagonista. 

Texto y fotos: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)


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