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Isaac Gálvez y la maldición de Vilanova i la Geltrú

La localidad barcelonesa posee una envidiable tradición ciclista, con varios ciclistas que han viajado de sus calles al profesionalismo e incluso el estrellato en el ciclismo. Vicente Iturat, vencedor de una etapa en la Vuelta, nació en la provincia de Castellón, pero falleció en esta localidad, en la que se había afincado. También es de Vilanova i la Geltrú el corredor del UAE Marc Soler, quien ha sido vencedor de etapas en la Vuelta a España o de la París Niza. Pero con el ciclista que nos vamos a quedar en esta ocasión es con Isaac Gálvez, quien paseó por el mundillo el nombre de su localidad natal en una tradición muy catalana como el sprint. Miguel Poblet o Ángel Edo son buenos ejemplos de ello.

Gálvez arrancó en el mundo de la pista, donde fue especialmente exitoso, compañero además del mítico Joan Llaneras. Campeón del mundo, olímpico, y militante en dos de los equipos de carretera más célebres del panorama nacional como eran el Kelme Costa Blanca y el Illes Balears, el por entonces extinto Banesto. Era un velocista valiente, de los que no se pensaba si arriesgar o no porque lo único que tenía en mente era disfrutar de todas las oportunidades posibles para llevarse la victoria. Aquella valentía le llevó a sufrir alguna caída seria, como la que aconteció en el Giro de Italia de 2003, en un sprint húmedo donde se enfrentó a Mario Cipollini, besando el suelo y recibiendo la visita de Il Bello para recriminarle la acción poniéndose el dedo índice en la sien indicándole si estaba loco.

Fue sancionado como último integrante del pelotón. El talento de Petacchi le birló más de una etapa en el último suspiro. Aún así, pelearse con los italianos en su casa, sin equipo y poniéndoles las cosas difíciles ya tuvo mucho mérito de por sí. Diez victorias arrancó del ciclismo profesional, con su mejor victoria en casa, en las calles de Barcelona, junto a la Plaza de Catalunya. Ganó en el complicado Critérium Internacional ante Zabel, en los 4 Días de Dunkerque ante Hushovd, o en la Challenge de Mallorca (su vuelta más exitosa) ante Svorada. Perdió alguna que otra ante Freire, Valverde o McEwen, quien le arrebató su victoria de etapa en el Tour de Francia 2006. Se retiraría dos días después, tras los Pirineos, y jamás regresaría a la competición en carretera.

Isaac hizo lo propio ante los grandes pistards del panorama internacional. Era temido y respetado por sus logros, por su gran capacidad para lanzar la bicicleta en el óvalo. En los Seis Días de Gante, una de las competiciones más prestigiosas del calendario de pista, el español sufrió un desgraciado accidente provocado por el belga (originario de Gante, además) Dimitri de Fauw que le provocó la muerte. Este se suicidaría tres años más tarde por no haber podido superar el sentimiento de culpa que le produjo el accidente, un final aún más triste para una historia que truncó en seco la vida y la trayectoria de un deportista que aún no había dicho su última palabra.

Diez años antes del suicidio del ciclista belga, también en Vilanova i la Geltrú tuvo lugar otro de los más tristes episodios de la historia del ciclismo español. La Volta Catalunya organizó allí el final de la tercera etapa, con una cantada llegada al sprint. Una fatal caída contra un bordillo finalizó con la vida de Manolo Sanroma, otro velocista. No fueron los 31 de Gálvez, sino a los 22 años recién cumplidos. Una lástima siempre, sin importar la edad, pero con toda su trayectoria y vida por delante.

La bonita localidad vivió un momento histórico al acoger un final de etapa de la Vuelta a España. Allí se impuso un clásico, Imanol Erviti. Y se colocó como líder un catalán, el queridísimo Joaquim ‘Purito’ Rodríguez. El pelotón hubo de superar una montaña hasta entonces inédita y que sigue esperando sus oportunidades como el Rat Penat, altamente conocido por los cicloturistas de la zona.

En definitiva, una localidad muy relacionada al ciclismo, de uno u otro modo. Muchas historias, alegrías y desgracias, al final los componentes básicos de la vida.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Sirotti // Interiores:

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