Nacido en Barakaldo, Isidro Nozal, el cántabro de Vizcaya o el vasco de Cantabria fue uno de los nombres del ciclismo español durante el primer lustro del siglo XXI. Unos años en los que, sobre todo en la Vuelta a España, fue uno de los ciclistas más fuertes, completos y decisivos. En 1999, al borde del cambio de milenio, pasó a la ONCE como profesional después de un par de temporadas en el Sky Blue. Con buenas dotes para la contrarreloj y gusto por los camiones, profesión que siempre declaró frustrada, pasó a las manos de Manolo Saiz, junto al que vivió su gran despegue como corredor.
Inició en aquella ONCE de Abraham Olano y Laurent Jalabert para después convertirse en piedra angular del equipo de Joseba Beloki e Igor González de Galdeano, ciclistas a los que ayudaba, sobre todo, en el llano y las cronos por equipos, sus terrenos predilectos. Poco a poco fue progresando en el Giro, en el Tour, hasta que llegó a la Vuelta a España. Debutaría en el año 2003 en una carrera que partía de Gijón, en Asturias.
El equipo de Manolo Saiz era el gran favorito a llevarse aquella crono por equipos que les permitiría ir pasándose el maillot de unos a otros en esa primera semana. Y así fue. Joaquim Rodríguez fue líder después de Igor González de Galdeano y camino de Burgos ya fue el cántabro quien se ganó por derecho propio el honor de vestir la camiseta oro que distinguía al líder de la Vuelta. Ya en el Mirador del Fito se incrustó en una escapada de cuatro que terminó por llevarse la etapa. Luis Pérez y Carlos Sastre llegaron en cabeza a Cangas de Onís. Nozal fue absorbido, pero el gesto quedó. Pareció un movimiento inocente, pero no lo fue.
Con más intención fue la fuga de Burgos, donde triunfó Unai Etxebarria y él, Isidro, se vistió de líder. Eso le permitiría ir a la crono de Zaragoza con todas las referencias y le convertiría en un posible outsider a dar la sorpresa. Su líder, Igor, parecía que tenía la ocasión de dar un golpe de efecto ese día. Pero no, se lo dieron a él. Nozal arrasó en la contrarreloj, con 1’37” sobre su jefe de filas. Líder y favorito a ser la sorpresa de la carrera. Quedaba toda la montaña, donde se pensaba que se desinflaría. Pero el recuerdo del Mirador del Fito seguía vigente.
En la etapa del Aubisque, camino de Cauterets, se vio una carrera loca, con los escaladores intentando devolver la moneda a los contrarrelojistas por el sufrimiento del día anterior. Se marcharon todos en un grupo peligroso para los intereses de la ONCE. Sin embargo, en la parte final del coloso pirenaico se puso a tirar el líder, aún gregario de Galdeano y en una apuesta del equipo que le saldría muy cara. Nozal fue capaz de neutralizar a todos los escapados y controlar él solo una situación límite.

El resto de los días en Pirineos fueron más fáciles de controlar y gracias a su trabajo en los últimos puertos el equipo salvó el oro con él y conservó las opciones intactas de Igor. A partir de ahí se empezó a debatir si la ONCE debía apostar por uno o por otro. Llegados a la crono de Albacete, Nozal volvió a arrasar. Su ventaja sobre el líder de su equipo era superior a los tres minutos, por lo que los papeles voltearon y ya Isidro contaba como candidato a ganar la Vuelta en su propio equipo.
Guri sufrió de lo lindo en La Pandera y en Sierra Nevada, los dos últimos finales en alto de la carrera. Heras y los escaladores atacaron con todo y le recortaron diferencia, pero el cántabro contaba con margen, más de cinco minutos sobre el escalador de Béjar. Parecía que iba a ser suficiente, ya que tras la montaña andaluza eran tres y restaba una cronoescalada a Abantos de apenas 11 kilómetros y una etapa con Navacerrada como gran coloso. Algo asequible para alguien que había demostrado esa fortaleza.
El problema fue la insistencia de Roberto Heras en la hazaña. Camino de Collado Villalba dispuso una táctica magnífica, con Floyd Landis, entonces su gregario, preparado en la cima para hacerle el descenso de Navacerrada. Dejó a Nozal y en la ONCE empezaron los nervios. Ya sólo le quedaba 1’55” sobre el salmantino. Aún así, parecía complicada la hazaña en un recorrido duro, pero corto. Pero el milagro se produjo y Heras venció la Vuelta más por hundimiento de su rival (puesto 42º en la crono) que por un soberbio rendimiento, que también.
Segundo clasificado final, tendría que convivir con su rival en 2004, ya que ambos fueron compañeros de equipo en el Liberty Seguros que tomaba el relevo al ONCE. Heras ganaría la Vuelta de nuevo, esta vez con un gregario de lujo como Isidro Nozal. Espectacular la arrancada del cántabro en la subida a Aitana. También las etapas de montaña que se marcó en ayuda de su líder. Fue séptimo aún así al término de una de las ediciones de la Vuelta más duras que se recuerdan.
En el Mundial de Verona, con Freire de líder de la selección española, fue sensacional el trabajo de Isidro en favor de su paisano, que certificó su tercer arco iris gracias a un trabajo excepcional de todos sus compañeros, Nozal incluido. Nunca volvió a ser el mismo. En 2005 fracasó en el Tour (al igual que todo el Liberty Seguros) y se plantó en la temporada 2006 con el problema de la Operación Puerto y su presunta implicación en ella. Pasaría al Karpin Galicia, donde no obtendría gran resultado, y después a Portugal, corriendo de nuevo para Liberty Seguros.
Una sanción por un positivo en la Volta Portugal fue el fin definitivo de su carrera, que quedó empañada por estos últimos sucesos en su carrera deportiva. Un corredor que levantó admiración en los años 2003 y 2004, y que vivió una carrera corta, pero intensa.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti