Historia

Jan Ullrich y el Tour de Francia: más odio que amor

Estaba llamado a tiranizar el ciclismo mundial y en especial el Tour de Francia. Su triunfo en 1997 auguraba años de dominio en la carrera francesa. Sin embargo, su idilio de amor con el Tour se fue tornando en odio con el paso de los años, y se vio impotente en ocasiones ante algunos de sus rivales.

En las escuelas deportivas de la extinta República Democrática Alemana, reinaba la disciplina y el entrenamiento a niveles extremos. En ese entorno pasó su adolescencia Jan Ullrich, natural de la ciudad de Rostock muy pronto empezó a destacar en diversas disciplinas deportivas decantándose finalmente por el ciclismo y pronto formó parte de algunas de las mejores estructuras de Alemania del Este, como el SC Dynamo Berlín. Desde muy joven fue acaparando triunfos y posteriormente con la caída del muro y la reunificación germana se trasladó a Hamburgo donde se encaminaba a una exitosa trayectoria profesional. Sus entrenadores veían en el un auténtico prodigio y todo el mundo coincidía en que tenían ante sí a un portento físico con altas capacidades para la práctica del ciclismo.

Debuta en el profesionalismo a los veinte años de edad en 1994 en el equipo alemán más importante del momento, el Telekom, dirigido por el antiguo corredor belga Walter Godefroot, que aglutinaba a todos los talentos que iban surgiendo en el país germano, como Udo Bölts o Erik Zabel. En 1995 estaba previsto que debutase en el Tour de Francia, sin embargo, sus preparadores descartaron esa posibilidad a pesar de contar ya con el título de Campeón de Alemania contra el crono y finalmente acabó disputando la Vuelta Ciclista a España, la cual abandono en la jornada con final en Sierra Nevada.

A finales de junio de 1996 todas las miradas de centraban en Miguel Induráin y la posibilidad de conquistar su sexto Tour de Francia consecutivo. Ningún rival parecía suficiente para alterar la hegemonía del navarro. La realidad se pudo empezar a conocer días después en la etapa con final en Les Arcs, el mal tiempo y un poderoso Bjarne Rijs entre otros factores pudieron con Induráin. En esos días se empezaba a hablar de uno de los compañeros de Rijs en el seno del Telekom. Jan Ullrich se convertía en el escudero del ciclista danés en su lucha por conseguir el Tour de Francia. A pesar de perder algo de tiempo en etapas de montaña, el ciclista de Rostock firma una extraordinaria contrarreloj final en Saint Emilion y asegura su segunda plaza en el podio de Paris a un minuto cuarenta segundos de su compañero. Muchas fueron las voces que afirmaron que, de no trabajar para el danés, aquel Tour era suyo. Conjeturas aparte, el propio Miguel Induráin declaraba al finalizar la Grande Boucle de aquel año que Ullrich estaba destinado a ganar el Tour de Francia.

Un año después las tornas parecían haber cambiado en las filas del equipo de las telecomunicaciones germanas. Jan Ullrich ya contaba como uno de los máximos favoritos al triunfo en el primer Tour post Induráin, incluso algunas voces autorizadas como la de Bernard Hinault aseguraban que el de Rostock iba a ser vencedor con seguridad. Fue el primero de los favoritos en salir en el prólogo de la ciudad bretona de Rouen y desde el minuto uno se presentó dando un golpe encima de la mesa, quedando segundo a tan solo dos segundos de Boardman, vencedor del prólogo. Mientras su compañero Erik Zabel se adjudicaba varias etapas al sprint llegaba la primera gran cita de aquel Tour de Francia, el final en alto en Ordino Arcalis después de un primer contacto con los Pirineos con la llegada a Loudenvielle en donde Ullrich daba muestras de ir sobrado. En la cima andorrana se confirmaron todas las predicciones y el portentoso alemán prácticamente sentenciaba aquella ronda francesa. Hubo unanimidad en todos los medios, señalando a Jan Ullrich como el sucesor de Induráin, y futuro dominador del ciclismo y principalmente del Tour de Francia en los años venideros. Días después arrasaba en la contrarreloj de Saint Ettiene y a pesar de quedar jornadas importantes e incluso de sufrir con los ataques del equipo Festina en los Vosgos, no se le iba a escapar el triunfo final. En Paris se proclamó vencedor con más de nueve minutos de ventaja con el segundo clasificado, Richard Virenque.

En la salida de Dublín en 1998 parecía solo haber un favorito al triunfo, Jan Ullrich. No hace falta profundizar en los lamentables acontecimientos que asolaron aquella edición de la prueba francesa, con el denominado affaire Festina que enturbió con contundencia la parte estrictamente deportiva. La séptima etapa fue una contrarreloj de cincuenta y cuatro kilómetros en un terreno escarpado plagado de subidas y bajadas, y como era de esperar el alemán del Telekom se llevaba el gato al agua, si ya era favorito en aquel momento lo era mucho más. El amarillo conseguido en la crono lo perdía al día siguiente, para volver a recuperarlo en la primera etapa pirenaica. Todo parecía marchar a la medida de Ullrich y su equipo en busca de la victoria en Paris, aunque por el retrovisor miraban al italiano Marco Pantani que protagonizó un gran paso por los Pirineos.

Llegaban los Alpes con una jornada terrible, la Croix de Fer el gigante Galibier y la meta situada en la estación invernal de Les Deux Alpes formaban el menú del día. Probablemente estemos hablando de una de las mejores etapas de la historia del Tour de Francia en tiempos modernos, la casualidad quiso que coincidiera con la edición más recordada por el Caso Festina. En un día muy frio y lluvioso Marco Pantani demarraba en pleno ascenso al Galibier y se marchaba directo al triunfo en Les Deux Alpes. El gran derrotado de la jornada fue contra todo pronóstico Jan Ullrich que perdía más de ocho minutos en meta y gran parte de sus opciones de repetir victoria en Paris. El alemán no se arrugó y puso en algún problema en la jornada siguiente al italiano del Mercatone venciendo en Albertville incluso fue vencedor de la crono del penúltimo día. Pero nada fue suficiente para impedir el triunfo del Pirata. Todos los pronósticos de dominio total del Tour de Francia por parte del corredor de Telekom se evaporaban. Comenzaba una relación con más odio que amor de Ullrich con la Grande Boucle, una carrera que nunca más iba a volver a ganar.

En 1999 una lesión provocada por una caída le dejaba sin Tour de Francia. En su lugar participó en la Vuelta Ciclista a España, donde se hizo con el triunfo en la clasificación general. Volviendo a las carreteras francesas en la edición de 2000, con la intención de conquistar su segundo Tour de Francia, todavía con la mente centrada en la carrera y un buen estado de forma. Sin embargo, se dio contra un muro americano llamado Lance Armstrong y su equipo el US Postal. Un engranaje casi perfecto, aunque muy poco licito como se supo años después. Subió al podio de Paris en la segunda posición, clasificación que iba a repetir en 2001 y en 2003. Precisamente en aquel Tour de centenario fue cuando más cerca estuvo de batir al americano. Enrolado en aquella temporada en el conjunto Bianchi, siguiendo al director deportivo Rudy Pevenage, y en una alineación en la que predominaban los españoles, con Ángel Casero, Aitor Garmendia, Félix García Casas y David Plaza. A pesar de que Armstrong se hizo con el liderato en la recordada etapa de Alpe d´Huez, octava de aquel Tour, donde venció Iban Mayo, Ullrich fue de menos a más y firmó una magistral contrarreloj en Cap Découverte, metiendo presión al líder del US Postal de cara a las etapas pirenaicas y en especial la que tenía como final Luz Ardiden. Estaba claro que el ciclista americano no estaba como en años anteriores, como se pudo ver de igual forma en la ascensión al Plateau de Bonascre. Esto tenía que ser aprovechado por sus inmediatos rivales y en especial por Jan Ullrich que marchaba a tan solo unos segundos del liderato. El germano lo intentó en las rampas del Tourmalet, pero Armstrong consiguió recuperar el espacio perdido y en la ascensión a Luz Ardiden sentenciaba el Tour tras atacar junto a Mayo. Probablemente la última oportunidad real de repetir triunfo en el Tour de Francia para Jan Ullrich se esfumaba.

Volvería Jan Ullrich, de nuevo con el maillot de Telekom, en este caso T Mobile, a las carreteras del hexágono francés. En ningún momento tuvo posibilidades de asaltar el triunfo, que volvía a recaer en Lance Armstrong, siendo cuarto en 2004 y tercero en 2005 (resultado invalidado por su relación con el dopaje).

Se retiró oficialmente en la temporada 2007. Un ciclista llamado a dominar el ciclismo desde mediados de los noventa, a pesar de tener un sensacional palmarés, se quedó muy lejos de conseguir unos resultados a la altura del potencial que tenía, un corredor con unas cualidades excepcionales que tuvo enfrente además de a sus rivales a el mismo. Una personalidad compleja, quizá unas compañías nada adecuadas. Problemas con el alcohol y las drogas, incidentes familiares, incluso agresiones llevaron al de Rostock a un centro psiquiátrico. Un juguete roto que afortunadamente y según las ultimas noticias sobre su estado ha superado en gran parte sus problemas.

Escrito por Alberto Díaz Caballero (@Sincadenablog)
Foto: Sirotti
Publicado en el nº 4 de HC

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