Ante la amenaza de un virus que nos impedía salir de nuestros hogares y disfrutar de nuestra afición no nos quedó más remedio que acudir a ese fiel compañero tan amado por unos y odiado por otros. El rodillo. Una herramienta que permitió a Jay Vine comenzar a fraguar un plan que le acabaría llevando al ciclismo profesional.
Natural de la ciudad de Townsville, el australiano se aficionó al ciclismo desde joven, pero no sería hasta 2019 cuando comenzó su carrera como profesional con el equipo Nero Bianchi, escuadra con la que empezó a conseguir buenos resultados en el calendario australiano. Sin embargo, su nivel todavía estaba muy lejos de la máxima exigencia de las carreras que se celebraban en el continente europeo. A pesar de ello siguió creyendo e inició una nueva temporada que supuso un punto de inflexión en su carrera deportiva, pero no de la manera que él imaginaba. Tras vernos encerrados en nuestros hogares, el equipo profesional Alpecin-Deceuninck junto a la plataforma de ciclismo virtual Zwift decidieron lanzar una competición en la que el ganador conseguiría un contrato profesional con el equipo. El éxito de esta iniciativa fue rotundo, unos 130.000 fueron los jóvenes ciclistas que se presentaron con el objetivo de alcanzar un contrato profesional, pero solo uno podía ser el elegido y ese fue Jay Vine, quien ante la desmotivación que podía suponer ver cómo su carrera se podía truncar debido a una situación externa, le dio la vuelta y convirtió la adversidad en una oportunidad para seguir persiguiendo su ansiado sueño.

Sin más dilación, al año siguiente comenzó a corroborar que aquella elección no había sido un error y en su debut con su nuevo equipo subió al segundo escalón de la general del Tour de Turquía. Esto sumado a su buena actuación en la Vuelta a Burgos le valió para conseguir un billete hacia su primera ronda de tres semanas, la Vuelta a España. Una Vuelta en la que precisamente no pasó desapercibido y donde, tras meterse en la fuga durante una dura jornada montañosa (etapa 14), sufriría una caída al recoger el avituallamiento del coche de su equipo, algo que no le impediría llegar a meta en tercera posición. Un pequeño destello del gran ciclista que estaba a punto de emerger.
Estos magníficos resultados le valieron para continuar en un equipo donde en la edición de este año ha terminado por explotar, concretamente en la etapa 6, con final en el Pico Jano. El australiano llegó al último puerto con los mejores de la clasificación general, anticipándose al martillo pilón de un Remco Evenepoel que, junto con Enric Más, no sería capaz impedir una victoria entre una niebla que nos impidió ver, pero no saber, que había nacido un gran ciclista.
No satisfecho, en cuanto tuvo una nueva oportunidad la aprovechó y en cuestión de 48 horas se hizo con una nueva etapa y con el liderato de la clasificación de la montaña.

De hecho, de no haber sido por la etapa con final en Laguardia en la que decidió desconectar, dichos resultados le hubieran metido en la lucha por una clasificación general en la que seguramente hubiera dado mucho de qué hablar. Por el contrario, quién sabe si de no hacerlo hubiera conseguido estos éxitos. Una cosa sí que está clara, y es que va a continuar ofreciéndonos un gran espectáculo, tanto la hora de pelear por victorias parciales como por la clasificación de la montaña.
Escrito por Sergio Quintana
Foto de portada: Unipublic / Charly Lopez