En la vida de los ciclistas hay un punto de inflexión, ese momento para pasar de ser un auténtico desconocido a un corredor en el que se piensa, que se localiza en el pelotón por parte de los comentaristas, por ejemplo. Joan Bou se filtró en la escapada del día camino de Laguardia y con mucha autoridad se convirtió en líder de la montaña. Ya estaba en boca de todos, ya es reconocido por los comentaristas, ya está en el mapa para mucha gente.
Nacido en Valencia en el año 1997 y aunque parezca que acaba de surgir de la nada, Joan ya cumple con su segunda Vuelta a España. Participó en la de 2021 y fue capaz de terminarla, llegando a Santiago de Compostela casi entre los cien primeros. Debut en una grande, no está mal terminarla. Más aún cuando tuvo muchas caídas y magulladuras que arrastrar durante toda ella. Sin embargo, hay mucho más ciclista detrás de este enamorado de la bicicleta.
Tuvo sus comienzos en la Fundación de Contador, junto con Specialized y Polartec. Su buena progresión le abrió un hueco en un equipo un tanto exótico como el Nippo-Fantini, esa estructura medio japonesa, medio italiana en la que cobró acomodo Damiano Cunego, el mítico ciclista transalpino, ya en proceso de retirada. Bou se fue rodando en carreras centroeuropeas, pero también asiáticas. Una experiencia impagable el ver mundo para un corredor tan joven.

Después en 2020 ya pasó a formar parte del Euskaltel. La mala suerte, el haber coincidido sus inicios con el equipo vasco con la pandemia, por lo que el calendario se vio bastante afectado y restringido. Pero tuvo una oportunidad en 2021 de conocer pruebas como Volta a Catalunya, de la que se tuvo que retirar en la última etapa, Vuelta a la Comunidad Valenciana, la de casa, Challenge de Mallorca, Algarve, Occitania, donde finalizó en una muy interesante duodécima posición.
Esos buenos resultados, corroborados con el cuarto puesto en el Trofeo Joaquim Agostinho, le garantizaron un puesto en la Vuelta a España. Un debut seguro soñado y que le permitió medirse a los mejores ciclistas del pelotón. Un aprendizaje que le ha llevado en este 2022 a mejorar sus prestaciones y no sólo pelear cara a cara con los más afamados del World Tour, sino a batirles como pasó en los pasos de montaña de esa cuarta etapa que le ha puesto sobre el mapa y que le dio el maillot de la montaña.
2022, además, le ha supuesto el paso a un país nuevo de competición como Omán. Pudo finalizar la Volta, descubrir O Gran Camiño y despuntar de nuevo en Portugal, donde convirtió su cuarto puesto en el Trofeo Agostinho en un segundo, por delante de ciclistas mucho más consolidados como Jonathan Lastra, del Caja Rural, Díaz Gallego, del Burgos, o Fernando Barceló.
Queda mucha Vuelta y a lo mejor durante las tres semanas nos regala alguna otra sorpresa, pero ya con lo realizado se ha ganado su hueco, tener momentos que ser mencionados en alguna que otra vez en el futuro y, sobre todo, motivos que añadir a su currículum, que no todos los ciclistas pueden subir al podio de una grande para ser vestidos con el maillot a puntos rojos (bueno, azules).
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto: Unipublic / Sprint Cycling Agency