Ciclistas

Joao Almeida, el relevo

Hablamos de un país que no se encuentra entre los grandes dominadores de este deporte en el que, sin embargo, desde la aparición del gran Joaquim Agostinho, en la década de los 70, ha sido habitual el turno de ciclistas dignos de mención.

Y, por lo que apuntan los resultados y las sensaciones, el nombre que va a continuar esa lista de ciclistas lusitanos, es Joao Almeida.

Con 23 años recién cumplidos, el de Caldas da Rainha ya se ha hecho un hueco y un nombre en esto del ciclismo. De hecho, figura ya en el top-10 del UCI World Tour, no es moco de pavo. Si fuera otra época, y con esta edad, se hablarían maravillas, pero en estos tiempos de ultraprecocidad, casi parece una edad madura cuando hablamos de un chaval de 23 años recién cumplidos. Los tiempos son los tiempos, y estamos en la posmodernidad en nuestro deporte.

Ha logrado hacerse un hueco no sólo en el ciclismo, sino dentro de una estructura con jóvenes valores, capitaneados por la estrella Alaphilippe, pero entre los que se encuentran Bagioli y el nombre que parecía iba a eclipsar a todos ellos, el belga Remco Evenepoel.

Su eclosión, sin duda alguna, se produjo en el Giro 2020. Cierto es que fue una prueba un tanto extraña, sin casi figuras debido a distintos motivos, pero desde el prólogo estuvo ahí arriba, y ya en el Etna se vistió la preciada maglia, maglia que no cedió hasta un puerto de no muy buen recuerdo para el portugués, el mítico Stelvio y el australiano Dennis en un papel desconocido hasta entonces, fueron la tumba de sus opciones de victoria. Sin embargo, se repuso muy bien en las siguientes etapas y logró un muy meritorio cuarto puesto, esa medalla de chocolate que en su lugar sabe, si no a gloria, sí a buenas sensaciones. Le faltó una etapa -los triunfos parciales son una asignatura pendiente todavía para Joao, tiempo al tiempo-, pero estuvo delante en multitud de etapas.

La presente edición partió con dudas y con la eterna sombra de su compañero Evenepoel, tras una mala primera mitad de Giro, su segunda parte da lugar a mucha esperanza para sus seguidores. Su presunta debilidad en montaña no lo pareció este año, estando muy cerca de la victoria y delante en todas las etapas, para refrendarlo en la CRI final. Su segunda parte del Giro fue espectacular, sobre todo pareciendo disipar esas dudas que plantea para el portugués la alta montaña.

Es un hombre completo -para variar esto no es preludio de mediocridad-, va bien en cotas -su primer triunfo destacado fue en la Lieja Bastogne Lieja sub-23-, es un muy buen contrarrelojista, excelente corredor de pruebas de una semana y muy regular durante la temporada. Ya ha vestido la icónica maglia rosa, superando en puesto a su paisano Azevedo, logrado puestos de honor en la ronda transalpina, y este año se ha destapado con victorias en Polonia y Luxemburgo. Acudía como claro candidable a Lombardía, pero aquí falló el portugués.

Buena temporada, contando que sus últimas victorias las ha conseguido siendo ciclista ya fichado por el UAE del todopoderoso -y casi gemelo en cuanto a edad- Pogaçar. Veremos cómo le sienta el cambio… Aunque de eso hablaremos más tarde.

Pero ahora vamos a ver el asunto con perspectiva. Medio siglo vamos a retroceder las manecillas del reloj, para encontrar al primer portugués que hizo un hueco a su país en nuestro deporte. Joaquim Agostinho. Durante la década de los 70 siempre estuvo presente en los puestos de honor tanto de la ronda gala como en nuestra Vuelta. Etapas en ambas carreras, y siempre delante en la clasificación general, con varios podium. Lo que le faltó al bueno de Agostinho fue una victoria de relumbrón, pudo ser aquella Vuelta a España de 1974, en la que Joaquim indicó que hubo “tongo” a favor del local “Tarangu” en la última contrarreloj. Buena disputa entre el KAS y el BIC vivió esa edición. En Portugal era un ogro, tiranizó las pruebas nacionales durante un lustro, y se hizo un nombre en un país nada acostumbrado a eso del ciclismo. Falleció a una temprana edad, va desde aquí nuestro pequeño homenaje y recuerdo.

Cuando parecía que no se volvería a hablar de Portugal en nuestro deporte, llegó Acacio da Silva. Era la década de los 80, y Acacio, sin llegar a los registros de regularidad y como vueltómano, destacó como gran francotirador de días sueltos. Logró un buen número de etapas en los mejores escenarios, entre ellos, cómo no, el Giro y el Tour de Francia, del que, además, pudo conseguir esa siempre mágica foto con el maillot Jaune, en la mítica edición de 1989. Su coto fue la primera semana en la ronda gala, donde tuvo un olfato enorme para repetir año tras año, uno de ellos casi provoca un Zabel retroactivo con Steven Rooks en Evraux. Era otro perfil muy distinto al de Agostinho, pero fue otro de los nombres a recordar en el ciclismo portugués.

El relevo a da Silva llegó de la mano de José Azevedo, muy conocido aquí en España al militar varias temporadas en la ONCE. Aquí ya hemos pasado a la modernidad. El portugués, sin llegar a los niveles de los mencionados, sí que consiguió puestos de honor tanto en el Giro como en el Tour, pero siempre como doméstico, aunque hay que recordar que tenía la mejor clasificación en el Giro hasta Almeida.

Y ya pasamos a un ciclista todavía en activo, pero con el mejor palmarés sin duda en cuanto a victorias, de todos los ciclistas lusitanos. El ya mítico Rui Costa. Varias etapas en la ronda gala, 3 Vueltas a Suiza -su coto de caza particular- y, cómo no, el mítico Mundial de Florencia 2013. Cuántas páginas se habrán escrito y cuántos chascarrillos y rumores depararon dicha carrera. La foto del podio pocas veces se podrá ver repetida… Esas caritas… Un ciclista muy hábil y con un olfato indudable para la victoria. Sin ser un grande, tiene un palmarés indudablemente envidiable. Con Rui se va a encontrar el año que viene Joao Almeida, tiene un buen anfitrión para ubicarle rápidamente en la estructura con el mejor aterrizaje posible.

Este es el listón que tiene Joao, y no es poca cosa. Lo que falta es una Gran Vuelta.

Interesante puede ser su papel en las clásicas de cotas, donde su equipo tiene un arsenal enorme para poder jugar dobles -y triples, y cuadruples- bazas. El listado de pruebas de una semana seguramente seguirá incrementándose -siempre en buena sintonía y alternancia con lo que corra el capo-.

En grandes Vueltas, parece que lo lógico será que pueda disputar una prueba -el Giro parece lo más plausible- como líder, y en ronda gala, a currar para Tadeo.

Su nuevo papel y rendimiento se presenta como una incógnita, y no parece ser el mejor lugar para brillar, con Pogaçar como superstar del ciclismo, y un Ayuso que parece llamar a las puertas tipo Ley Corcuera, y si añadimos el año de Hirschi, aparecen los nubarrones, pero es una situación muy distinta, y creemos que Almeida va a continuar con los rendimientos que nos ha ofrecido estas dos últimas temporadas.

Si logra afianzarse en los grandes encadenados como esta edición, dada su polivalencia y su potencial contra el crono, va a ser un nombre muy a tener en cuenta en todas las carreras. La carrera rosa parece que va a ser su carrera de momento, a corto plazo no parece viable que Pogaçacar la dispute, y qué nombre mejor que el de Joao para liderar a su equipo en Italia. Posiblemente luego tendrá que currar para Tadej, así que veremos si algún año lo vemos por nuestra Vuelta, carrera que posiblemente le iría a las mil maravillas.

El tiempo dirá.

Escrito por Jorge González Vives
Foto: Sirotti

Incluido en el Nº6 de HC

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